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La pandemia saca a la luz el duro trabajo de los temporeros en Europa

Su labor es imprescindible para recoger los frutos de los campos en gran parte de Europa. Viajan por el continente siguiendo el calendario agrícola y no siempre encuentran unas condiciones dignas para pasar esas largas temporadas fuera de sus domicilios. Este año, además, su peregrinar laboral se ha complicado a causa del coronavirus.

En la vendimia o recogiendo verduras. Casi siempre desplazándose agrupados en cuadrillas o en familias que regresan todos los años a los campos del sur de Euskal Herria. Son temporeros y temporeras que llegan incluso de fuera de Europa para recoger las cosechas que necesitan estas “manos” para una labor que no puede ser realizada por las máquinas.

Este año, sus condiciones de trabajo, habitualmente muy precarias, han quedado particularmente expuestas por la crisis sanitaria del coronavirus: 174 casos en Baviera; 250 en Aragón; 170 en Provenza... Ejemplos de focos de coronavirus no faltan en las explotaciones agrícolas de toda Europa desde el comienzo de este particular verano.

Pese a las restricciones a los desplazamientos debidas a la pandemia, es imposible para los productores de frutas y verduras prescindir de estos trabajadores, en muchos casos originarios del este de Europa o del norte de África.

En mayo, agricultores de varias regiones de Italia ya habían alquilado vuelos chárter para trasladar trabajadores. Quedarse en Rumania «habría sido duro», explicaba a AFP Maria Codrea, cuyos ingresos anuales dependen mucho de la cosecha en los viñedos italianos.

Los empleadores, por su parte, no están dispuestos a renunciar a esa mano de obra a bajo costo: «Sin ellos, no podríamos lograrlo», reconoce el agricultor aragonés Ignacio Gramunt.

Si bien su pesada carga laboral y sus bajos salarios generan polémica frecuentemente, sus condiciones de trabajo están siendo especialmente criticadas en este período de pandemia.

Por ejemplo, en el pueblo andaluz de Lepe, decenas de inmigrantes africanos aseguran no haber sido sometidos a ningún test de detección de coronavirus. La semana pasada decidieron acampar ante el ayuntamiento porque las chabolas donde vivían, sin agua corriente ni electricidad, fueron incendiadas quince días antes por razones todavía no esclarecidas. Reclaman que se les reubique de manera digna.

En Italia, el Gobierno prometió en mayo regularizar a los temporeros sin papeles. Pero muy pocos productores han asumido pagar los 500 euros necesarios para este trámite administrativo.

Portugal, en cambio, otorga acceso gratuito a los servicios públicos a los temporeros llegados sin habilitación oficial.

Test en Nafarroa y Araba

Cada gobierno intenta aplicar su receta para asegurar condiciones decentes y supervisar mejor la llegada de temporeros.

En Nafarroa se han hecho PCR en la temporada de recogida de fruta en Erribera, y Lakua ha señalado que todo está preparado para realizar test a los 2.500 o 3.000 temporeros que acudirán este año a trabajar en la vendimia en Errioxa.

En el Sudeste francés, las autoridades obligaron a realizar obras a algunos establecimientos agrícolas para recibir a estos trabajadores.

En Alemania, las reglas estrictas para evitar contagios de covid-19 fueron marcadas por el Ministerio de Agricultura: los recién llegados deben «vivir y trabajar estrictamente separados de otros empleados los primeros 14 días» y no «salir del establecimiento» en ese periodo. Este año, solo recibirán 40.000 trabajadores extranjeros en lugar de los 300.000 reclutados habitualmente en el sector.

Suecia, que recibe cada verano miles de trabajadores tailandeses, pide a los empleadores mantener la distancia durante su viaje y alojamiento.