Isidro ESNAOLA
LA DESDOLARIZACIÓN DE LAS FINANZAS INTERNACIONALES

El billete verde pierde peso como referencia monetaria internacional

El dólar estadounidense ha sido durante cinco décadas la moneda de referencia en el mundo, lo que ha permitido a su economía financiarse fácilmente. Las tensiones geopolíticas han acelerado su sustitución por otras monedas, aunque la dinámica económica mundial ya contiene importantes elementos que debilitan su posición internacional.

A finales de julio el diario “Izvestia” informaba de que solamente el 46% del comercio mutuo entre China y la Federación Rusa está nominado en dólares; un 30% en euros, el nivel más alto nunca alcanzado; y el 24% restante en sus respectivas monedas: renminbi (17%) y rublo (7%). Hace apenas cinco años casi el 90% del comercio entre estos dos países era en dólares, con lo que el vuelco ha sido radical. A partir de este dato, muchas son las especulaciones sobre el fin de la supremacía del dólar, algo que en cualquier caso no se producirá a corto plazo.

China y Rusia habían planteado a menudo esta cuestión en sus cumbres bilaterales, pero fue a partir de la crisis de Crimea y las posteriores sanciones a Rusia, que amenazaban con dejar a Moscú fuera de circuito financiero internacional, cuando se tomaron en serio la desdolarización de sus relaciones comerciales bilaterales.

El aumento de aranceles estadounidenses a los productos chinos y la persecución a sus empresas tecnológicas han llevado a Pekín a considerar también la posibilidad de que en algún momento EEUU pueda dejarles fuera de los circuitos financieros internacionales, lo que ha acelerado los cambios.

En cualquier caso, China ya tiene acuerdos para el uso de las monedas propias en el comercio bilateral con Japón, desde 2011, con Australia y Brasil, desde 2013, y desde 2018 compra a Irán el petróleo en renminbis respaldados por oro.

El uso del dólar como moneda internacional se impuso tras la crisis de los acuerdos de Bretton Wood y el abandono del patrón oro en 1971. Pero nada es eterno.

Fortalezas y debilidades

Jeffery Frankel, economista de la Universidad de Harvard, en declaraciones a “Nikkei Asian Review” enumeró tres ventajas que ofrece el dólar: la capacidad de mantener su valor gracias a una inflación baja y a que las depreciaciones son limitadas; el enorme tamaño de la economía estadounidense; y la amplitud de los mercados financieros de EEUU, que ofrecen profundidad, liquidez y apertura. De momento, ninguna otra moneda supera al dólar en esos tres aspectos.

Entre las debilidades, situaba en primer lugar las tensiones geopolíticas. «Las sanciones son un instrumento muy poderoso para Estados Unidos pero, como cualquier herramienta, si te excedes corres el riesgo de que otros comiencen a buscar alternativas», apuntaba Frankel.

Otra es el crecimiento del comercio intraasiático. Hace tiempo que las economías emergentes de Asia comenzaron a buscar formas de reducir las pérdidas por su vínculo con el dólar. Cada apreciación del 10% del dólar resta alrededor de 1,5 puntos porcentuales al crecimiento del PIB en las economías de los mercados emergentes, según cálculos de los analistas Philip Saunders y Sahil Mahtani.

El aumento del endeudamiento de China –por el envejecimiento de la población y por sus proyectos internacionales asociados a la Ruta de la Seda– previsiblemente se hará en su moneda, lo que aumentará la demanda de renminbi y restará importancia al dólar. Algo similar ocurrirá en los mercados de petróleo mundiales en los que China se convertirá en el principal comprador.

 

¿Cómo será la transición?

Los analistas contemplan varios escenarios. Uno de ellos es la internacionalización total del renminbi durante la próxima década. Para ello China debería abrir completamente el mercado de capitales, algo que rompería con la política actual, de paso a paso.

El escenario más probable es el de una regionalización de las monedas con un uso creciente del renminbi en Asia y del euro en Europa. Algo así debía tener en mente China cuando propuso al FMI utilizar una canasta de monedas que sirviera como referencia internacional.

La desdolarización de la economía mundial no va a ocurrir de un día para otro. Pero ya en 2018 un grupo de economistas del Banco Mundial señaló que el proceso de desdolarización de la economía global ha comenzado «y ya no se puede detener».

 

El peligro de una desconexión arbitraria ha acelerado el declive del dólar en el mundo

Los intercambios de información financiera y pagos internacionales se realizan utilizando el sistema Swift (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication). Está gestionado por una sociedad creada en 1973 –formalmente, se trata de una cooperativa con sede en Bélgica– que monopoliza cuatro quintas partes de los pagos globales.

Tras el ataque del 11 de septiembre de 2001, el Departamento del Tesoro de EEUU decidió acceder a la información del sistema. Una actuación que justificó por la necesidad de «combatir la financiación del terrorismo internacional». A partir de entonces todos los flujos de información de información financiera que gestiona Swift pasan por dos centros operativos ubicados en Países Bajos y EEUU.

Este control hace muy real la posibilidad de que una amenaza de desconexión pueda ser usada como palanca de presión. De hecho, ha ocurrido ya en dos ocasiones: el 22 de marzo de 2012, a causa de las sanciones de la UE contra Irán, se denegó el acceso al sistema a 14 bancos iraníes. Cinco años más tarde, en marzo de 2017, ocurrió lo mismo con los bancos de Corea del Norte al quedar incluido el país en la lista negra de la ONU. Huelga decir que estos cortes provocaron serias dificultades a ambos países para continuar con sus actividades de comercio exterior.

Sin embargo, el deterioro del clima político mundial ha llevado a otros Estados a plantearse seriamente desarrollar un sistema alternativo. Rusia comenzó sus trabajos en un sistema propio en 2014, tras la crisis de Crimea, y en 2017 ya tenía operativo el Sistema de Transmisión de Mensajes Financieros (Система передачи финансовых сообщений, СПФС en ruso). China empezó en 2015 a desarrollar el suyo, llamado Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (Cross-Border Inter-Bank Payments System, CIPS, en inglés).

Todos estos sistemas alternativos tienen firmados acuerdos de colaboración con Swift, por lo que no funcionan en competencia con el sistema principal. De momento, se mantienen como sistemas auxiliares a los que poder recurrir en caso de crisis. En octubre del año pasado IndiaTimes informaba de que India, que carece de una herramienta similar, había firmado un acuerdo para utilizar el sistema ruso. Además de China e India, Irán también ha firmado un acuerdo con Moscú. Asimismo, Venezuela y Turquía están valorando su uso. Todos ellos obligados, en cierta manera, por el acoso de EEUU.

Este fue uno de los temas tratados en la última reunión de los BRICS, celebrada en Brasilia en noviembre del año pasado. Con el 42% de la población y el 23% del PIB mundial, las decisiones de este grupo deben ser tomadas cada vez más en consideración.

La elección del sistema ruso frente al chino se debe a que este último solo se puede usar para pagos comerciales y no incluye operaciones de capital –algo que le hubiera permitido alcanzar un enorme volumen de operaciones– debido básicamente a las restricciones que China mantiene al flujo de divisas.

Además de la infraestructura, los pagos en dólares tienen otros peligros. «Cualquier transacción electrónica que tenga lugar en el mundo y que involucre dólares estadounidenses se autoriza en algún momento a través de un banco estadounidense», apuntó a “Financial Times” Dimitri Dolgin, economista jefe de ING Bank para Rusia. «Eso significa que el Gobierno de EEUU puede decirle a ese banco que congele ciertas transacciones».I.E.