Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Sitges, solución digital

Aestas alturas ha quedado claro que 2020 está siendo un año de excepción (por decirlo de manera políticamente correcta). Llegados a este punto, a lo mejor nos conviene rebobinar la cinta y retroceder hasta el momento más oscuro del confinamiento: cuando todo, efectivamente, pintaba negro. Cuando parecía que nada de lo que nos da alegría iba a dar señales de vida. Pero por suerte, aquí estamos: en Sitges. En la capital mundial del cine fantástico.

A pesar de todo, la 53ª edición de este certamen se ha concretado en una realidad... que no obstante, ha tenido que adaptarse a la «nueva normalidad». Esto, aunque no lo parezca, es una buena noticia. Porque reconforta la cintura y los reflejos de una organización que apostó, desde casi el principio, por una celebración híbrida. Por lo físico (las salas de cine de toda la vida, vaya) y por lo digital. Consciente de que está siendo una temporada complicada, y que por esto no todo el mundo va a ser capaz de desplazarse hasta el Garraf, Sitges ha decidido instalarse también en el hogar de todos sus fans. Una vez más (ya no es novedad), el Video On Demand acude a la llamada de socorro.

A través de la propia página web del festival, se puede acceder a un catálogo online en el que constan algunos de los títulos destinados a marcar esta 53ª edición. El modelo es el del videoclub (o sea, el de otras muchas plataformas): pagar por cada corto o largo seleccionado. Así, podemos perdernos (en el mejor de los sentidos) por la Sección Oficial a Competición, pero también por los estimulantes satélites de Panorama Fantàstic o de Noves Visions, y por supuesto, también por una selección de cortos impresionante.

En este último territorio destaca “Unzo”, pieza surcoreana a manos de Roh Jin, y de apenas veinte minutos de duración. Un thriller criminal en la línea de “The Yellow Sea”, del maestro Na Hong-jin... pero que de repente toma una senda fantástica que descoloca (como debe ser) y que impacta por el contundente poder de sus imágenes. Pero si lo que preferimos es algo más ligero, está “Live Forever”, de Gustav Egerstedt, una propuesta que no llega ni a los cinco minutos de metraje, y que en este breve lapso de tiempo (orquestado por un hilarante número musical coral), se las ingenia para concretar un memorable homenaje a las víctimas colaterales del cine de terror. Pero en estas cortas distancias, quien se lleva la palma es claramente Paul Urkijo Alijo, quien después de sorprender con “Errementari”, vuelve a la carga con “Dar-Dar”, cuento semi-mudo en blanco y negro que toma apenas diez minutos... pero que impregna, a través de figuras folclóricas, con los demonios del confinamiento.

De vuelta al formato largo, está “Rent-A-Pal”, de Jon Stevenson, perturbador retrato de un personaje igualmente inquietante, y que establece una relación enfermiza con una cinta de VHS. Mientras, para los devotos del terror más a la «vieja usanza», Bryan Bertino ha firmado en “The Dark & the Wicked” un escalofriante e híper-tenebroso ejercicio de «American Gothic»; un cuento terrible en el que la oscuridad lo invade todo. Puro deleite de la marca Sitges.