Daniel RICO ALDAZ
Plataforma de vecinos, amigos y familiares de Angel Berrueta
KOLABORAZIOA

Pequeños gestos

En marzo de 2004, la Policía Nacional asesinó a Ángel Berrueta a golpe de pistola y cuchillo y la Ertzaintza cargó contra Kontxi Santxis en una manifestación, dejándola morir cuando infartó a causa de esta embestida. Esto sucedió en los días inmediatos al sangriento atentado de Al Qaeda en Madrid, tras una serie de crispantes mentiras a la población por parte de los cabecillas del Partido Popular, copando los medios de comunicación con la pretensión de permanecer en el gobierno 4 años más.

Otro ciclo político para guardar sus vergüenzas y su responsabilidad en los cientos de miles de cadáveres en Irak, ciegos de poder, culpables de las enemistades entre unos y otras en una población expuesta, responsables evidentes en las muertes de Ángel y de Kontxi, y eso sólo en ese corto período de gobernanza… en cuatro días consumieron la vida de nuestros amigos, de nuestros vecinos… de un padre y de una madre… así, con ese despego característico de un político sin talento, ebrio de pompa, incapaz de mirar más allá de su nariz.

Una capacidad impresionante, la de un político, fiel a su diseñada marca, mientras tenga algo que ganar. Y su partido, bien cebado de dinero del sistema. Y es que parece que la gente de a pie no puede hacer nada frente a esta maquinaria mediática que decide quién se merece vivir y quién morir, estigma de la población que pasó hace ya tiempo de la indignación a la resignación… a la sumisión. Insuficiente, la sumisión en esta situación imperdonable.

Por otro lado, una posición peculiar la de la población. Somos moldeables o somos firmes en nuestros proyectos. Somos arquetipos establecidos o somos autárquicos, capaces de pensar y de actuar libremente. Conocimiento o ignorancia. Si nos miramos como una masa de gente, nos vemos de una manera distinta a cuando nos miramos en el espejo cada día. Y sin embargo somos la misma persona, que surge distorsionada según el juicio de quién la observa.

La pregunta, por lo tanto, es: ¿Tenemos la potestad de lo que ocurre a nuestro alrededor, o somos marionetas en un sistema inalterable? Pues la respuesta la tenemos a nuestro alrededor. Cada día y en cada momento. En los diferentes colectivos populares de cada barrio. En una calle cortada, en una pintada en la pared, en una pancarta, pero también en una canción, en un comentario, en un mensaje del móvil, o en una sonrisa. Un experto escribió una vez que «Todos debemos dar un poco para que unos pocos no tengan que darlo todo». Es una cuestión colectiva. Nadie, en su sano juicio, diría con sinceridad que se puede confiar en lo que dicen los políticos. Todo el mundo sabe que la palabra de un político vale menos que un camión de arena en el desierto. Entonces, ¿cómo es posible que se les haga tanto caso en situaciones tan trascendentales...? Porque estamos predispuestos a escuchar unas palabras u otras.

Muchas veces se toma el recuerdo de las personas fallecidas y se crean imágenes mentales de los pequeños gestos más peculiares de la misma. Una risa, un saludo, una postura o un regaño… en el barrio, muchos recordamos a Ángel en la panadería, saludándote o atendiendo a la gente. Un trabajador, un padre… el aita de los hermanos Berrueta… Ángel era una de esas personas con las que se podía hablar. De esas que escuchan lo que dices. Este panadero tenía gestos todos los días para con las personas que pasaban por la calle, con sus clientes, con sus amigos o con su familia. Esos pequeños gestos lo convertían en un ejemplo, capaz de obtener el respeto de cualquier persona que lo conociese. Al igual que los pequeños gestos de Kontxi y de su familia, manifestándose en reprobación de todo lo que estaba sucediendo. Que estaban preparadas para no creer mensajes interesados en la televisión.

Hoy os recordamos como cada año. Y os ponemos de modelo. Ponemos de patrón todos esos pequeños gestos que teníais y que nos fueron completando por dentro. Y ponemos de ejemplo también a todas las personas que, con sus pequeños gestos, contrapesan esa balanza. Vemos muchas veces a las joaldunak abriéndose paso por las calles, resonando dignidad por donde pasan, y llenando de amor propio la ciudad. Y vemos a la gente, cabeza erguida, aplaudir sus coreografías con orgullo, porque es cada una de nosotros la que aplaude. Y para aplaudir, hay que estar. Y para estar hay que salir de casa.

Esa gran maquinaria mediática se combate así, saliendo de casa y haciendo lo que mejor sabemos, porque así es como somos. Ahí está la clave. La respuesta, es el estar ahí. Es la actitud. Porque somos gente de cuadrilla, gente asertiva. Gente a la que le han enseñado cómo es esta tierra y cómo hay que cuidarla. Somos gente que plantamos, en un pequeño gesto, robles cuando nacen bebés, porque creemos en los vínculos que nos mantienen libres de ser cómo queremos ser. Angel, Kontxi, Antxo… desde esta plataforma os tenemos como ejemplo de luchadores. Habéis pagado un precio inmerecido por vuestra manera de pensar y de ser, y nosotros vamos a contarlo hasta la saciedad. Vamos a transmitir esa manera de ser vuestra. Y así os vamos a mantener por siempre.

Beti gogoan.