«Diario de un peón»
La ETT me ha encontrado un empleo. Ocho horas al día. Salario mínimo. Después de los mataderos y las fábricas regreso a la construcción. Transformaremos una manufactura de zapatos en un edificio de viviendas de lujo”. Así comienza este referente de la literatura proletaria que es “Diario de un peón”. Cada noche, cuando el cansancio no le ha anestesiado, Thierry Metz (París, 1956) anota la parte respirable de las horas que ha vivido, pero también las horas de asfixia. Con fascinante sencillez, sin aspavientos, camina entre la mediocridad y la maravilla: “Quien quiera que seas, tus momentos no contienen nada más, pero son un milagro”. Teje también asombrosos paralelismos entre su curro en la obra y su trabajo de escritor. “Un principiante: eso es lo que es. Su memoria no es sino un reguero de agua, un manantial que desconoce el río”. Autodidacta y obrero, autor de un puñado de poemarios y de libros inclasificables, la muerte de su hijo a los ocho años le abocó al alcoholismo y a los psiquiátricos; se quitó la vida a los 41.”Algunas nubes. Unos apretones de manos. Un curro. Eso es todo: hay cometas en mi voz”. “No oigo nada. Solo a nosotros en esta muela de molino. Triturados. Acribillados”.

GARA es segundo en Gipuzkoa y NAIZ sigue creciendo con fuerza
Moreno y Lisci, dos trayectorias de menos a más en Osasuna

«Goonietarrak», 40 urte: bihotzeko ganbaran gordetako altxorra

«Elektronika zuzenean eskaintzeko aukera izango dugu orain»
