
Ilunbe nació como un proyecto de recuperación de las corridas de toros, años después del derribo de la plaza de El Chofre. La demanda social era mínima, pero no es el tema de este texto. El lugar se concibió además como espacio de ocio, con unos multicines, parking y locales hosteleros.
La familia Chopera, conocidos empresarios taurinos, fue la concesionaria de todo el complejo. El proceso se realizó de manera irregular y los tribunales ordenaron repetir el concurso. Pero aquello ya estaba de capa caída, la Warner había bajado la persiana y las broncas y peleas eran el pan nuestro de cada noche. Así que nadie pujó, y el Ayuntamiento se lo tuvo que comer con patatas, pagando a los Chopera 21 millones de euros. Estos consideraron que la indemnización no era ajustada a los pliegos, y al final el tema se disparó hasta los 24,5 millones. Por cierto, siguen gestionado las corridas.
Los gobiernos posteriores, con Izagirre y Goia al frente, se toparon con un mazacote de hormigón que no hacía más que chupar billetes. La solución pasaba por vender antes de terminar teniendo un nuevo caso Bellas Artes entre las manos, «ni pa ti, ni pa mi» y aquello muerto de asco. La idea de recuperar todo el dinero gastado se ha topado con la cruda realidad. Una única oferta tras bajar el precio, y gracias.
El caprichito va a costar a los contribuyentes un mínimo de 7,4 millones de euros, casi 1.250 millones de las antiguas pesetas. Digo mínimo, porque en el paquete se incluyen nuevas parcelas que a los compradores les salen, como quien dice, por la cara. Por supuesto, nadie se hará responsable. El primero el flamante exalcalde y ahora diputado en el Congreso de Madrid, que bastante trabajo tiene tratando de arreglar la bronca interna en el PSOE.
Marchando otro centro comercial
Segundo aspecto, para qué se vende. Se vende para construir un hotel, un supermercado de 3.000 metros cuadrados y un centro comercial con hostelería, moda y cines que coparán esas multinacionales cuyos nombres todos conocemos. Oh, ah. ¿Sorpresa? Ninguna. Lo tomas o lo dejas. Dame 17 kilos y quítame este marrón de encima, por favor. Lógico, dinerito fresco.
Dicho esto, si a lo de Ilunbe le sumamos la ampliación de Garbera y el Mercadona de Belartza, la pregunta es dónde queda el pomposo discurso del Gobierno municipal sobre las bondades del pequeño comercio, las tiendas de los barrios y bla, bla, bla. Puro postureo. Como el de los consumidores, por cierto, que al final la mayoría pasamos por el aro, unos más y otros menos. Que al que tiene frutería le jode que vendan fruta, lo demás perfecto porque es taaaan cómodo. En fin, todos hemos de gestionar nuestras contradicciones.
Lo venderán como buena noticia, pero no deja de ser la opción menos mala (desde el punto de vista del Ayuntamiento, que no de los comerciantes locales, claro). La única alternativa a esta operación era dejar que Ilunbe se fuera cayendo a pedazos poco a poco, porque pensar que alguien lo iba a comprar para no sé qué fines cuasi-benéficos sin que ello supusiera una competencia brutal para alguien –en su día se habló por ejemplo de los suecos de los muebles– es como creer en los unicornios voladores. Ahora le pondrán todo el papel de regalo y los lacitos que quieran, pero se trata simplemente de soltar un enorme lastre.

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