Pablo GONZÁLEZ

La moralidad de la sociedad

La fiesta del fútbol mundial está recibiendo una gran acogida entre los rusos. De momento, se han producido pocos incidentes destacables, sí muchas anécdota y también una polémica que nadie la esperaba antes del Campeonato.

La acogida que está teniendo el Mundial en Rusia es mejor de lo que se esperaba. Los problemas potenciales, todos relacionados con la seguridad, no han hecho, de momento, acto de presencia. Los rusos se muestran participativos porque su selección está completando un buen papel. Además, es la primera vez que tantas ciudades rusas reciben tal cantidad de turistas al mismo tiempo. Esta apertura al mundo parece calar entre los rusos, gustosos de mostrarse como buenos anfitriones.

Precisamente la manera de interactuar con los visitantes ha dejado la gran polémica en Rusia, la de la moralidad. Antes del mundial temían no estar preparados y hacer el ridículo. Tampoco se olvidaba la «amenaza terrorista», y más tras las proclamas de ISIS . Fuera se temía la actuación de los violentos grupos ultras de hooligans rusos, protagonistas en los últimos años de algunos actos violentos destacables, como en la Euro 2016 en Francia. Sin embargo, el debate lo ha abierto lo que para algunos es la «promiscuidad de las rusas» y para otros «signos de la modernidad» cuando es la mujer quién decide qué y cuándo hacer con su cuerpo.

Buenos resultados deportivos

El buen comienzo de la selección rusa, victoria en los dos primeros partidos, hizo que todo el país se sumara a la fiesta. Los centros de las ciudades se han convertido en zonas de fiesta , en las que la música, las banderas y el alcohol se mezclan para hermanar a las diferentes aficiones, tanto entre sí, como con la población local. Las redes socialesse han llenado de vídeos, fotografías y mensajes en los que seguidores de diferentes países, varones en su inmensa mayoría, se mostraban en actitud cariñosa con la población local, mujeres casi todas. Ello ha molestado a ciertos sectores e incluso los medios han empezado a posicionarse en esta cuestión.

Así, desde varios medios se ha criticado la supuesta promiscuidad que han demostrado algunos ciudadanos, y desde otros se ha defendido la libertad del individuo. En la Rusia actual se promueven valores bastante tradicionalistas y han tomado medidas para ello como aprobar una ley que prohibe “la promoción de la homosexualidad”. La televisión estatal rusa eliminó la imagen de una aficionada, Natalia Nemchinova, que utilizaban el Mundial para promocionarse tras saberse que era modelo y había posado desnuda. Críticas sobre una cadena de comida rápida que ofrecía 3 millones de rublos (unos 40.000 euros) y hamburguesas whopper de por vida a quienes quedaran «embarazadas de estrellas del mundial». La cadena retiró la promoción.

Gente cada vez más abierta

La tendencia conservadora y moralista choca de pleno con la realidad de una sociedad que en la práctica no es demasiado diferente de otras de países desarrollados e, incluso en algunos aspectos, más liberal gracias a ciertas conquistas sociales de la época soviética como el divorcio o el aborto. Además, hay visitantes –especialmente mexicanos, argentinos y brasileños– que han difundido en las redes sociales vídeos poco respetuosos con la mujer.

A pesar de la polémica, el Mundial le está sentando bien a lo sociedad rusa, abierta al exterior como nunca. Incluso en Moscú la gente se maravilla de aficionados que se hospedan en barrios en los que los extranjeros no habían sido vistos nunca o en otras ciudades mucho menos visitadas.

Los precios de alojamiento al final no se han disparado tanto y los aficionados que se han quedado en la calle han sido rápidamente realojados por ciudadanos o establecimientos locales. Dos aficionados argentinos confundieron las ciudades de Velikiy Novgorod, a donde llegaron, y Nizhniy Novgorod, donde Argentina se enfrentó a Croacia. Mil kilómetros las separan pero les facilitaron entradas para el Argen- tina-Nigeria de San Patersburgo.

Sobre la seguridad, peleas sin importancia y robos en lugares de gran concentración de aficionados. En Moscú, en la calle Nikolskaya, cerca del Kremlin, en los primeros 9 días hubo más de 400. Uno cada media hora solo en esa calle. Las víctimas más numerosas de los carteristas fueron mexicanos y saudíes.

Ahora hay que esperar las eliminatorias y cómo asumen que Rusia siga jugando o no.