@gara_iiriondo
GASTEIZ

Pablo Casado apuntilló a Javier Maroto

Ninguna encuesta confirmaba que EH Bildu pudiera quitarle el escaño al PP en Araba, pero la izquierda independentista supo crear la sensación de que ello era posible y centró la ilusión en un objetivo: volver a desalojar a Javier Maroto. Y lo consiguió, en buena medida, gracias a Pablo Casado.

Iñaki_Iriondo_aurpegia
Iñaki_Iriondo_aurpegia

La sorpresiva convocatoria electoral para nada menos que el día de San Prudencio que Pedro Sánchez lanzó a mediados de febrero hizo que hubiera que moverse con cierta urgencia. Araba fue el último territorio en el que EH Bildu confirmó quién sería su candidato: Iñaki Ruiz de Pinedo, un veterano que ha vuelto a la primera línea política impulsado por nuevas emociones como el feminismo y el cambio social que se detecta en el territorio.

En todo caso, los resultados de 2015 y 2016 dejaban a Iñaki Ruiz de Pinedo muy lejos de la posibilidad de obtener un escaño. Unidos Podemos había sido un verdadero vendaval en aquellos comicios y el PP sumó más del doble de votos que EH Bildu.

Sin embargo, había trabajos demoscópicos que indicaban que las tornas estaban cambiado, que el PP perdía apoyos y que podían hacer que el cuarto escaño estuviera en juego entre Javier Maroto e Iñaki Ruiz de Pinedo. Los equipos de EH Bildu comenzaron a trabajar esa idea. Pero, en realidad, no había ningún sondeo público que certificara que esa posibilidad tuviera visos de hacerse realidad. El Sociómetro de Lehendakaritza publicado en abril con datos recogidos del 25 al 28 de marzo daba la plaza al PP con un porcentaje de voto del 15,3%, muy lejos del 11,3% que atribuía a EH Bildu.

Con los resultados de anteriores elecciones, para EH Bildu la única forma de activar el voto era socializar esa confrontación cara a cara y apostarlo todo a tener el éxito que tuvo en las elecciones municipales. Pero la comparación también era engañosa, puesto que la fórmula empleada entonces de crear un cordón sanitario en torno a Javier Maroto no sirve para el reparto de diputados. Tampoco se podía olvidar que en aquella campaña el PP ganó votos y ganó las elecciones. Además, Javier Maroto ya no es un político más, sino nada menos que el jefe de campaña de Pablo Casado y su número tres. EH Bildu temía también que forzar abiertamente la confrontación tuviera el efecto de unir el voto de la derecha en torno a Maroto.

Se publicó la encuesta del CIS y resultó contradictoria. Por un lado, dejaba sin escaño al PP en Araba, pero no se lo arrebataba EH Bildu, sino el PSE consiguiendo dos diputados.



Y en esas apareció proverbial el presidente del PP, Pablo Casado. En una entrevista en Onda Cero declaraba que «si Javi Maroto pierde el escaño del PP en Álava, va a Bildu». GARA lo llevó a la primera página. Era el PP quien buscaba ese combate y EH Bildu ya no podía disimular, así que puso ahí todas sus fuerzas. Entre tanto, Casado no paraba de nombrar a Arnaldo Otegi y a Bildu en cada una de sus intervenciones. Hasta para valorar las cifras del paro, el presidente del PP empezaba con la retahíla de que «el Gobierno de Sánchez con los comunistas, golpistas y bildutarras...»

El miércoles de la pasada semana, en un debate organizado por ‘El Correo’, Javier Maroto optó por insultar de forma desaforada a Iñaki Ruiz de Pinedo. Tal vez pretendía dar respuesta a quienes desde Vox le llamaron cobarde por no haber sido beligerante contra Oskar Matute en un debate anterior en la Cadena Ser. Las webs de la derecha se pusieron pronto a dar publicidad a los insultos de Maroto, pero también EH Bildu buscó sus cauces de viralización del vídeo de ese momento. Hasta desde el PSE criticaron en redes semejante pérdida de papeles.

El jueves Javier Maroto no acudió al debate de ETB2 alegando una indisposición y el viernes GARA daba cuenta de las maniobras del PP en 2015 para intentar que EH Bildu facilitara su reelección en la alcaldía.

El domingo la ilusión de mucha gente se hizo realidad. El trabajo militante, la capacidad de crear un marco creíble y movilizador, hizo que lo que ninguna encuesta había previsto nunca en ningún momento, acabara convirtiéndose en una profecía cumplida. Javier Maroto se quedó sin escaño. Se lo birló un candidato de sonrisa casi perpetua y brillo de ilusión infantil en los ojos, que prácticamente lo primero que ha hecho hoy es ir a visitar a su nieto. Se va a Madrid. Al Congreso de los Diputados. Y el futuro de Maroto también está en Madrid, aunque en labores internas de dirección del PP en la Calle Génova. Por lo menos, mientras dure Pablo Casado en el puesto.