Joseba VIVANCO

Mikel Rico, siempre soñando

Para Mikel Rico el fútbol es compañerismo, es disciplina, es solidaridad, es trabajo y genera fuertes lazos de amistad. Todo eso y más dejará a su paso por el Athletic, el sueño cumplido. Legó con 28 años, se va con 34. Sigue soñando.

Mikel Rico, el día de su presentación, en 2013. (Luis JAUREGIALTZO /FOKU)
Mikel Rico, el día de su presentación, en 2013. (Luis JAUREGIALTZO /FOKU)

«Hay dos tipos de personas: las que consiguen lo que quieren y las que no se atreven a conseguir lo que quieren». (Ciudadano Kane) Para Mikel Rico el fútbol es compañerismo, es disciplina, es solidaridad, es trabajo y genera fuertes lazos de amistad. Todo eso y más dejará a su paso por el Athletic, el sueño cumplido. Estajanovista del sudor, llegó con 28 años, se va con 34. Sigue soñando.

De no haber sido futbolista le hubiera gustado ser veterinario. Trabajaba como peón en una empresa de Arrigorriaga, salía a las seis de la tarde y ponía rumbo al entrenamiento con el Basconia que empezaba media hora más tarde. Fue entonces cuando le salió la oportunidad de dedicarse al fútbol en Cuenca, sí, en Cuenca, aun cobrando menos que en su bien remunerado empleo.

Tenía 18 años. Se lió la manta a la cabeza... y hasta hoy. Siempre responde que si es futbolista, lo es por su aita. Le apoyó, le animó cuando llamó, llorando, a casa desde la ciudad de la Ciudad Encantada porque añoraba su casa, «espera un mes y si sigues pensando igual yo mismo voy a buscarte» le convenció... y hasta hoy.

Hoy, en que después de probar durante años pan de unos cuantos hornos, incluidos ocho meses sin cobrar en el Poli Ejido, donde el dinero le llegaba para comer, pero no para pagar el alquiler, sabe que a partir de junio ya no volverá a vestir más la camiseta de ‘su’ Athletic. Fue un profesor de Inglés. Se llamaba Iñaki. «Salí a la pizarra e hice el ridículo. Y me dijo: “Anda, anda siéntate. Así te vas a ganar tu la vida con el fútbol”. Si él supiera... Cuando fiché por el Athletic, me acordé de ese momento. No sé si se acordará él...», ha contado alguna vez esta anécdota.

Es un currante del fútbol. Su aspecto de maratoniano, enjuto, de facciones huesudas, acumula kilómetros y kilómetros en sus piernas. Todo corazón. Pundonor. Entrega. Profesionalidad. Así es Mikel, el mismo que lo primero que hizo tras el ascenso a Primera con el Granada fue llamar desde el vestuario a su compañera para solo llorar a través del hilo telefónico. Aquel chaval más que travieso –«una guindilla de las picantes», se autodefinía–, que aprobaba sin estudiar, todo el día pegado a un balón, que empezó en los benjamines del Danok Bat y que siendo juvenil José Luis Mendibilibar le hizo debutar con el Basconia en Tercera, se lo curró y de qué manera para llegar hace seis años al Athletic.

Cumplir su sueño. Uno de tantos. «A mí nadie podrá echarme en cara nunca nada sobre mi implicación o esfuerzo», se ha definido como futbolista en alguna ocasión. Un tío agradecido. Sentimental. A su compañera en este viaje le pidió matrimonio en un restaurante, solo para ellos dos, en torno a una mesa con velas, pétalos de rosa y fotos de ambos. «¿Romántico? Eso se lo tendrás que preguntar a ella», contestó.

El martes, tras conocer la noticia de su no renovación, sus primeras palabras fueron las mismas de siempre: «Es imposible que yo pueda reprochar nada al club, estoy eternamente agradecido de haber podido estar aquí seis años. El día que firmé no me imaginaba que iba a estar este tiempo. He disfrutado cada partido, con días buenos y malos, feliz de haber formado parte del Athletic». Vaya tipo.

Con los momentos malos que habrá pasado, incluso aquí. A sus 34 años, con el favor del público de San Mamés ganado a base de sudar la camiseta y dedicación, de estar a punto cada vez que se le ha requerido, de vivir sus momentos de gloria rojiblanca formando, curiosamente, dupla en la medular con Ander Iturraspe, «empiezan nuevos retos, nuevas ilusiones, un cambio de aires. A nivel profesional me viene bien porque el rol que he tenido este año cuesta aceptarlo. Veo que necesito un cambio». Todo apunta a Huesca, él quiere, reitera, y allí le quieren.

«Siempre hay un lado positivo», se podría decir que es su lema para la vida. Seis temporadas después de su llegada a Bilbo, 176 partidos más tarde, 14 goles mediante, y un título, la Supercopa de 2015, Mikel Rico, ‘Richi’, como le decían en el barrio, hace de nuevo las maletas.

De fondo suena a todo volumen ‘‘Badlands’’, de Bruce Springsteen, que habla de sueños... por cumplir... malas tierras... Hasta hoy. «Siempre estoy soñando», que canta Fito Cabrales, su otro músico de cabecera.