Joseba VIVANCO

Crónica de un adiós anunciado

El club comunicó ayer a Ander Iturraspe –once temporadas en el club– y Mikel Rico –seis– que no continuarán la próxima temporada.

«Todos los hombres mueren, pero no todos han vivido»

(Braveheart)

Dejan a sus espaldas 11 y 6 temporadas, respectivamente, vistiendo la camiseta del Athletic, 320 y 176 partidos oficiales. Ander Iturraspe y Mikel Rico no seguirán en el club de sus vidas, y con su marcha, especialmente la del de Matiena, se va un pedacito de historia del club rojiblanco, en su caso, la del virtuosista que lideró uno de los últimos Athletics imperecederos, el del primer año de Marcelo Bielsa. El club les comunicó ayer que no continuarán ligados a la disciplana de San Mamés y la noticia, esperada hay que decirlo, no dejó indeferente a nadie, ni siquiera a los detractores, que en el caso del primero hoy, al menos, le reconocerán como a uno de los suyos, de los nuestros.

El Athletic lleva estás últimas temporadas instalado en una inevitable mudanza generacional, la que nos fue privando de los Gurpegi, Iraola, Iraizoz, que continúa con Iturraspe, y que de manera darwiniana tendrá continuidad, veremos cuándo, con Susaeta o Aduriz. Ley de vida. El abadiñoarra, del que siempre nos quedará la duda de lo que pudo llegar a ser, no quiso o no pudo, se irá en silencio, sin gruesos titulares de despedida, seguro, como han sido sus once años en el club que le abrió las puertas con esa misma edad; el de Arrigorriaga lo hará al veloz volante de un imaginario Chevrolet Corvette del 73, mientras en la radio atrona su querido Bruce Springsteen, dando gracias por los sueños cumplidos, y en busca de otros por cumplir, ¿Huesca?, los de un profesional remangado y forjado a sí mismo.

Ander Iturraspe abandonó Lezama por sus amigos de Abadiño cuando solo era un infantil, para regresar un año después; Mikel Rico telefoneó con 18 años desde Cuenca a su aita para decirle que se volvía a casa, esperó un mes más como le pidió su progenitor... y se quedó. El futuro les tenía reservado enfundarse la camiseta de su Athletic, el que ahora les despide agradecido y a la espera del reconomiento que se merecen.

A ‘Itu’ Joaquín Caparrós se lo llevó a un amistoso de pretemporada en Zalla. El espigado jugador no le defraudó. «Me dio la enhorabuena y dijo que me tenían que poner tibio a chuletones», confesaba después aquel chaval de solo 19 años que acabaría debutando en la temporada 2008-09 en Málaga sin casi haber hecho la ‘mili’ en el Bilbao Athletic, apenas cinco partidos. El chico que se fijaba de crío en el francés Patrick Viera, el que luego aprendió al lado de Pablo Orbaiz o Carlos Gurpegi, el jugador estilista que se llegó a comparar con Sergio Busquets.

Iturraspe lo tenía todo. Lo tuvo todo. Menos el favor unánime de la grada. Como otros. No es fácil ser jugador del Athletic. Hoy, y mañana, debatiremos sobre lo que pudo ser y no fue, o no quiso, o no pudo. Pudo ser el mejor. Y por momentos lo fue. Pero con Iturraspe siempre nos quedará la duda. Y el por qué. Y su lección de fútbol en Old Trafford, y otras tardes y noches de fútbol, aunque muchas menos de las que hubiéramos querido. Un talento innato encerrado en un cuerpo de jugador frío, «una de las peores descripciones que puede recaer sobre un futbolista del Athletic», que diría el periodista Juan Carlos Latxaga, y fino, «bajo sospecha en cuanto tenían una tarde descertada o el respetable no apreciaba suficiente sudor en sus camisetas».

Sudor como el que destila un profesional del fútbol llamado Mikel Rico, sin reloj en la muñeca, al que también le ha llegado su hora en el Athletic. El club al que llegó con 29 años, mejor tarde que nunca. Y se va con 34 y la pregunta de quién agradece a quién haberse conocido. Quizá, como se reía de él mismo Gennaro Gatusso, el de Arrigorriaga también nació con los ‘pies cuadrados’, pero jamás negoció su transpiración. Su pimienta particular. Hay gente que nace con el don de saber lo que su equipo necesita en cada momento, como Iturraspe, y gente que nace con el de no rendirse jamás. Son crónica de un adiós anunciado. ¿Y la de Susaeta, qué?