Maider Iantzi-Ramón Sola

El Foro Social constata el deseo de convivencia democrática y pide un pacto que la facilite

El Foro Social Permanente ha presentado en Gasteiz el catálogo de aportaciones individuales y colectivas recogidas en su proceso de reflexión sobre la convivencia democrática. Tras constatar la voluntad favorable para ello, alerta de que no es tarea fácil y plantea un pacto social e institucional.

Participantes del acto en Gasteiz donde el Foro Social Permanente ha presentado las conclusiones de diez meses de trabajo. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)
Participantes del acto en Gasteiz donde el Foro Social Permanente ha presentado las conclusiones de diez meses de trabajo. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)

«Dificultad» y «disponibilidad» son conceptos aparentemente contrapuestos. Sin embargo, ambos integran y pueden resumir las conclusiones del Foro Social Permanente sobre la cuestión de la convivencia democrática pendiente. Tras un extenso trabajo de recogida de aportaciones sobre el tema, ha presentado en Gasteiz este sábado el libro recopilatorio, ha formulado sus conclusiones, ha añadido sus propios compromisos y ha alentado a lograr un «pacto social e institucional» que la facilite.

El documento (titulado ‘Compromiso social con la construcción de la convivencia democrática’) ha visto la luz en el Artium de Gasteiz. El acto ha contado con la participación del expresidente colombiano Ernesto Samper, que ha dado testimonio del proceso en un país sacudido por múltiples violencias.

La conclusión del Foro tras esta reflexión colectiva es que pese a las décadas de enfrentamiento policial y social, incluso armado, «hay apertura para el diálogo sincero», voluntad de «coexistencia», «disponibilidad para el cambio» y también conciencia de que se precisa «corresponsabilidad».

En su intervención en nombre del Foro, Agus Hernán ha destacado que «estamos en un momento histórico, en una nueva situación, en la que es necesario establecer las garantías de no repetición». Para ello, proponen establecer desde abajo hacia arriba un ‘Pacto Social e Institucional como base para una convivencia democrática’ que establezca cimientos sólidos para la convivencia del futuro.

Desean que esta propuesta sea bien acogida por los actores políticos, y que se logre el objetivo de Aiete: pasar desde la batalla a un espacio de construcción y aportación. Al igual que el expresidente de Colombia Ernesto Samper, Hernán también ha advertido de que «no vamos a poder construir una convivencia democrática si no somos capaces de escucharnos con respeto».

Once compromisos

«Siempre hemos hablado de recomendaciones. Hoy hablamos de compromisos», ha apuntado el portavoz del Foro Social. Son once, entre las que se encuentra «el compromiso con el reconocimiento del dolor de todas las víctimas de vulneraciones de derechos humanos provocadas por las violencias de motivación política, sin hacer distinciones ni categorizaciones en función de los agentes vulneradores de derechos y posibilitando herramientas efectivas de reparación».

También «el compromiso con el desarme de la palabra en los procesos de debate democrático, superando así un pasado de silencios (algunos impuestos) y los bloques derivados de años de enfrentamiento violento generado por las violencias de motivación política». O «el compromiso para aportar desde nuestro ámbito de trabajo en hacer frente a las diferentes violencias estructurales fruto de los múltiples ejes de desigualdad (sexo, origen, opción sexual...) que atraviesan nuestra sociedad, entrecruzándose entre sí».

«Esta es la hoja de ruta que guiará los trabajos en el futuro del Foro Social Permanente. Este es nuestro mandato que recogemos de la sociedad vasca. Creemos que ha merecido la pena, que el proceso, en sí mismo, ha sido fructífero por el nivel de debate y profundización de un concepto tan fundamental, central y prioritario como es la convivencia democrática», ha declarado Hernán.

Eneko Calle y Mikel Casado, representantes también del Foro, han agradecido a las y los participantes de este proceso de diez meses, ya que «sus aportaciones significan sumar». Han puesto en valor su generosidad y su voluntad de encontrar las perspectivas de otros. Según han dicho, se trata de un ejercicio emocionante que a priori puede generarnos falta de seguridad y luego puede remover nuestros prejuicios.

Protagonistas y conclusiones

En estos meses de trabajo el Foro Social ha recogido ideas a través de múltiples canales individuales y colectivos, incluidas mesas redondas por sectores (periodismo, cultura, iglesia, activismo social, juventud...), algunas de ellas recogidas ya en NAIZ. Han aportado su punto de vista personas que no necesitan presentación en Euskal Herria como Bernardo Atxaga, Juan José Ibarretxe, Jabier Salutregi, Juanjo Alvarez, Floren Aoiz, Tamara Muruetagoiena, Lurdes Oñederra, Pirritx, Porrotx y Marimotots...

Entre las conclusiones extraídas por el Foro de todo ello figura esta: «El proceso de construcción de la convivencia, además de generar espacios de encuentro, diálogo y debate para profundizar en las causas, consecuencias y la reparación de las múltiples violencias que sufrimos en nuestra sociedad, también debe incorporar un diálogo público sobre las causas que originaron la violencia específica de motivación política que hemos sufrido durante tantos años y que algunas personas aún siguen sufriendo. La necesidad de imaginar nuevos marcos para resolver políticamente estas causas será la garantía para la no repetición».

Otra idea principal, ligada a la anterior, es que «la convivencia no significa ignorar los conflictos, sino resolverlos satisfaciendo las reivindicaciones o derechos legítimos».

No se elude la dificultad del proceso («necesitamos ser creativas e innovadoras») ni tampoco la necesidad de tiempo («la construcción de la convivencia democrática es un proceso sin fin que debe alimentarse y nutrirse permanentemente»).

A esta parte se le añaden las «recomendaciones y compromisos propios del Foro Social Permanente». Entre las primeras figuran «ser generosos para que las heridas del pasado dejen de sangrar» o «tener una mirada crítica constructiva hacia nosotros/as, así como empática hacia las demás personas».

En un contexto de enfrentamiento partidista abierto sobre estas cuestiones, sobresale la apelación del Foro Social a gestar «un pacto social e institucional que garantice unas bases en las que las diferentes visiones del país puedan convivir en paz y democráticamente y dirimir sus lógicas diferencias de forma pacífica y democrática».

«Creemos en la madurez de la sociedad para afrontar ese reto –añade el Foro Social–. Creemos que, a pesar de las divergencias existentes, la sociedad es consciente de sus obligaciones para con quienes nos suceden y de que le corresponde a ella estar a la altura del momento histórico que vivimos. Si no es esta, la sociedad consciente de todo lo sufrido, la que lo haga, ¿cuál lo hará? Este será el mejor legado que dejemos a las generaciones venideras».

 

Samper:

Ernesto Samper, presidente de Colombia entre 1994 y 1998, ha compartido en el acto de Gasteiz algunas reflexiones en voz alta sobre el origen y desarrollo del proceso de paz en Colombia, poniendo la atención en las similitudes o diferencias con Euskal Herria. «Para una reconciliación democrática tiene que haber un reconocimiento colectivo hacia nuestras diferencias», ha concluido.

Ha constatado que en Colombia no hay nadie que no haya sido víctima directa o indirectamente, o que no haya sido victimario. En 1989, en plena campaña por la presidencia, él mismo recibió 13 tiros y todavía lleva cuatro dentro. «Para que podamos ir a una reconciliación democrática, tenemos que empezar a reconocer al otro, a ver en él valores que no tenemos nosotros, y que el otro haga lo mismo con nosotros».

Razones que posibilitaron la firma de la paz

El expresidente colombiano ha comenzado la charla analizando por qué fue posible concretar la firma de la paz en Habana entre el Estado y la FARC. «Uno de los motivos fue el agotamiento de la lucha armada. El segundo punto que contribuyó tenía que ver con el derecho internacional humanitario en la legislación colombiana, según el cual si dos partes en conflicto no tienen la capacidad de acabar con ese conflicto tienen la obligación moral de pactar para que la población tenga una mínima protección. Esto legitimaba que las partes se sentaran en una mesa y se pusieran de acuerdo en algunos mínimos».

El tercer factor fue, según Samper, un proceso previo de negociación, realizado de manera discreta y con una agenda muy sencilla que incluía los puntos que en ese momento estaban alimentando la confrontación, como el tema de tierras, la sustitución social de cultivos o las víctimas. Ha apuntado que por primera vez se mete de fondo el concepto de las víctimas y que esto le da «un gran poder moral a los acuerdos». Además, la Ley de Víctimas dice que lo que existe en Colombia es un conflicto armado y no una amenaza terrorista. «Esto es importante, porque con los terroristas no se negocia, se confronta, pero al incluir la palabra conflicto en la ley se da la instrucción legal de que hay posibilidad de negociar con sectores armados, como las FARC y la ELN».

Estas circunstancias permitieron iniciar los procesos de paz en un conflicto armado de 50 años, que ha dejado 280.000 víctimas mortales y 9 millones de víctimas, entre ellas 6 millones de desplazados.

Verdad histórica, verdad judicial, verdad de las víctimas

Un punto importante de la agenda de las negociaciones de paz fue la desmovilización de 13.000 combatientes de las FARC, que «hicieron dejación de armas». Tuvieron protección para la reintegración, y se reconstituyeron en partido político. «Hoy están en la cámara. Ese era el objetivo final de la paz: cambiar las armas por las urnas».

El segundo punto tenía que ver con la creación de un sistema de justicia transicional. «A cambio de la verdad, las personas podían obtener unos beneficios de carácter procesal y las penas punitivas se reemplazaban por sanciones propias: escuelas de paz, programas de desminado (somos el tercer país que tiene más minas)… Eso permitía relacionar la verdad con la justicia y luego con la reparación».

En opinión de Samper, hay una verdad histórica que tiene que ver con la responsabilidad de las partes. También hay una verdad judicial. Luego está la verdad moral, la verdad de las víctimas, para poder elaborar su duelo. Está también la únidad de búsqueda de las 180.000 personas desaparecidas. «Es la búsqueda de una aguja en un pajar».

El postconflicto

«La justicia transicional es el puente que nos permitirá pasar del conflicto al postconflicto», ha explicado. «No hay nada más difícil que terminar la guerra excepto construir la paz. El postconflicto es la reconstrucción del país: su tejido social, económico y democrático». Ha indicado que las FARC tenían presencia en 280 municipios, en los que ellas eran el estado. ELN ha llegado a unos 80 municipios donde antes estaban las FARC.

En cuanto al deterioro económico, ha concretado que la violencia costó el 2% del PIB por año. «La reconstrucción tiene que ver con el tema de la sustitución social de los cultivos. El tema de la droga es uno de los más importantes en Colombia. Hay 180.000 familias campesinas que no tienen otra forma de vida que cultivar coca, marihuana… Les ayudan a cambiar por café, cacao… La gente está dispuesta a sustituir su cultivo».

Ha lamentado que los sectores más vulnerables se están llevando la peor parte, porque están matando a líderes sociales y no se ha movido los acuerdos en materia de tierras. «Hay una guerra entre terratenientes y campesinos. Estamos como estaban las FARC hace 50 años, con la diferencia de que ahora la tierra está mucho más concentrada».

Sobre el tejido democrático, ha remarcado que la democracia tiene que perseguir objetivos sociales con «un programa de inclusión social, amplio, ambicioso, que permita un entorno favorable».

Entrevista en directo

En el acto se ha podido seguir en directo la entrevista de Ernesto Samper con la periodista e investigadora Zuriñe Rodríguez, quien le ha entregado el libro del Foro Social.

En ella, ha contado que están desarrollando «mesas humanitarias en zonas donde se está produciendo una metástasis del conflicto que vivíamos anteriormente. Si dejamos que eso prospere y no desarrollamos los acuerdos de paz, podíamos volver al mapa de cinco años antes de la retirada de FARC».

Otra idea lanzada por el expresidente colombiano ha sido la siguiente: «Ustedes ya pasaron la etapa que estamos viviendo nosotros: verdad frente a justicia. Hay algo que podemos compartir: el tema de la memoria y el nunca jamás. Lo que reivindican las víctimas es analizar qué se hizo mal para que no se vuelva repetir».

«Mucho cuidado en no instrumentalizar a las víctimas», ha añadido. «Para ello hay que poner a dialogar a las víctimas con los victimarios».

«La paz de Colombia no ha acabado»

«No se lleven la idea de que se acabó el proceso de paz en Colombia», ha subrayado. «Hay 13.000 desmovilizados, también hay enemigos de la paz».

Se ha ampliado la derecha. «Hay una derecha militante, agresiva, con el populismo punitivo, fiscal, racismo, xenofobia… Pero también se amplió el margen de la izquierda. Eso sería imposible antes de los acuerdos de paz».

Preguntado hacia dónde irán las elecciones colombianas, ha respondido que le da miedo que el efecto de las redes sea la de polarización. Por eso, están escogiendo a candidatos «por sus tesis, no por sus odios».

El atentado

Como hemos mencionado, Erneste Samper sufrió un atentado. Fue el 3 de marzo de 1989. «Fue una campaña muy dura, éramos seis candidatos y asesinaron a cuatro y medio. Llegué al aeropuerto, me encontré con José Antequera, líder muy querido. En ese momento sonaron unas ráfagas de disparo. Lo siguiente que supe era que estaba en el suelo, Antequera también, con un hilo de sangre en la boca. Mi esposa me ayudó. Todo el mundo estaba disparando, llegó un sicario a rematarme. Me sacaron por la banda transportadora de equipajes. Salimos por detrás del aeropuerto. Mi mujer tenía una chaqueta blanca ensangrentada que sacaba para que nos dejaran pasar. Estaba desangrado, mi mujer me llevó a gran velocidad».

Pasó dos meses en la UCI y vivió la sensación del «desdoblamiento, de morirse», aunque «no fue angustiosa». La cirugía duró 11 horas, le dejaron cuatro balas. Se reintegró a la campaña. Se dijo: «Esta segunda oportunidad la voy a gastar para que la gente en Colombia tenga al menos la primera oportunidad».

«El combate de las drogas es muy injusto»

Ha contado que toda su vida fue «un contestatario, la oveja negra» de su clase social. Su familia era aristócrata. «Propuse un gobierno de izquierda que suspició muchos resquemores, sobre todo con EEUU. Cuando tenía 30 años propuse que se legalizaran las drogas, hace 40 años. La prohibición es un fracaso, lo que hay que hacer es descriminizar las drogas».

Hubo escándalos sobre su financiación de la campaña, le relacionaron con el narcotráfico. «Salí absuelto, no tengo ningún cargo de conciencia», ha dicho sobre ello. Ha añadido que persiguió al narcotráfico.

«Llevamos 100 años con una política de fiscalización de las drogas. Presentamos una propuesta alternativa. El combate de las drogas es muy injusto: somos duros con los eslabones débiles y débiles con los eslabones duros».

Ahora está dedicado a tres temas: los nietos, el proceso de paz; y la búsqueda de una agenda progresista para América Latina en una organización donde están doce expresidentes.

Mensaje para Euskal Herria

Zuriñe Rodríguez le ha pedido un mensaje para Euskal Herria, dedicado a las víctimas. Esta es la reflexión de Samper: «Las víctimas son las únicas que pueden aceptar la versión o pedirles la versión a los victimarios. No es el problema de saber quién tenía la razón. Las víctimas tienen derecho a la verdad, esa verdad puede nacer de una reflexión, de un encuentro. Para elaborar su duelo necesitan la verdad. Invito a los victimarios a que compartan la verdad con las víctimas».

Ha agregado que «los victimarios no estaban solo del lado de los ilegales, también estaban del lado del gobierno, y tienen que contribuir a que se conozca la verdad. Si se trata de dar la razón a uno o al otro, el conflicto va a seguir. Tienen que asumir su responsabilidad. Yo lo hice. A uno no le quita nada. Lo contrario».