«Es igual de válida la opinión del espectador al ver una obra que la del artista al hacerla»
Luisa Chillida invita a adentrarse en el bosque pictórico instalado en la galería Ekain de Donostia. La artista presenta cerca de 45 trabajos, en su gran mayoría pinturas. Es su obra más reciente, resultado de una exploración artística que la lleva a abrazar diversas disciplinas.
El visitante que llega a la galería Ekain se adentra en un bosque –así se llama la muestra, ‘Basoa’– cuyos árboles desnudos evocan la época invernal. A su autora, Luisa Chillida, le gustaría que las personas que entren se sintieran abrazados por los árboles. «El panorama no es muy alentador en este momento: genocidios, guerras, el auge de la extrema derecha… Estoy bastante afectada, la verdad. Uno acaba queriendo refugiarse en algo. No mirar a eso tan feo y enfocarse en algo que le aporta algo positivo. Les invito a que reflexionen, veo a la gente un poco acobardada, la verdad. Me impresiona la poca reacción que está habiendo a nivel humanitario en muchos aspectos, es muy descorazonador. Lleva siéndolo mucho tiempo, y ahora es poco pudoroso», señala.
Ha quedado conforme con la exposición. Son alrededor de 45 obras. Por lo que respecta a la técnica, en la gran mayoría ha utilizado pintura acrílica y la muestra incluye también varios grabados. Predominan los colores fríos en los troncos alargados de los árboles, y sus frutos tienen tonalidades de tierra, de más calidez y viveza. «Al principio empezaron no siendo tan circulares las formas de los frutos, eran más orgánicas o similares a copas de árboles y es verdad que he ido tendiendo a la abstracción de las formas, buscando la mínima expresión. De hecho, hay algunos cuadros en los que si tapas alguna rama podría ser perfectamente un cuadro abstracto. La única referencia del bosque es una pequeña rama. Empecé pintando bosques más figurativos y más abiertos, con más cantidad de árboles, y los últimos se alejaban cada vez más de la realidad», cuenta.
La artista explica que prefiere hablar e influir poco sobre su obra. «Siempre me ha gustado que sea algo abierto y muy libre. Me parece igual de válida la opinión de cualquiera al ponerse delante de una obra de arte que la que tiene el propio artista al hacerla. Desde muy pequeña he estado rodeada del mundo del arte y obviamente entonces no entendía lo que era el arte, el artista y lo conceptual. Cada uno percibe las cosas de una manera muy libre cuando es niño, sin ningún tipo de contexto. Aprendí a entender el arte de una manera muy libre de esta manera. Al hacerme mayor fui entendiendo un poco. Pero el ‘Peine del Viento’ era mi ‘Peine del Viento’ para mí. Me decían cosas y yo pensaba que me gustaba más el mío que lo que me estaban contando. De ahí viene mi reticencia a hablar en exceso de lo que yo hago. Cuando me dicen ‘explica el cuadro’, ‘explica por qué’… Para empezar, hay muchas cuestiones que no tienen una razón tan definida. Esa es la realidad. Otras sí la tienen, pero la tienen para mí, de una manera personal que tampoco veo necesario compartir. Y me gusta respetar la recepción de quien ve la obra», explica.
El proceso creativo le muestra diversas caminos y ella decide en cuál adentrarse. En el caso de ‘Basoa’, todavía no da por finalizada la senda elegida. «Llegaba la fecha de la inauguración y sentía que necesitaba dos meses más para seguir trabajando en él. Seguiré, a ver por dónde me lleva», anuncia.
Confiesa ser dispersa. «Es la lucha conmigo misma, no dispersarme en los caminos que voy encontrando y profundizar en uno. Los otros ya llegarán, aunque es verdad que siento que no tengo tiempo en una vida para hacer todo lo que quiero; me entra el ansia».
«Parece que si te enfocas en una sola disciplina eres más seria y es un error», agrega.
Latente
Como ocurre en el caso de muchos artistas, la naturaleza es fuente de inspiración para ella. Es ahora, tras ver sus últimos trabajos, cuando se ha percatado de que el proyecto estaba latente desde hace una decena de años. «Hace poco me di cuenta de que un cuadro que le hice a una amiga hace ya 12 años era muy parecido a las obras de esta exposición; se ve que la idea estaba ahí. Fue un camino que no tomé entonces y que ahora al tomarlo me ha llevado a esta exposición», indica.
Expone desde los 18 años y reconoce que no ha seguido los circuitos habituales. Confiesa que realiza pocas muestras. «Hago cosas muy distintas y me gusta que la gente lo vea, pero tardo más de lo que debiera, y muchas obras se quedan sin enseñar… Lo social me da pereza y tiendo a evitar la parte que no me divierte tanto, las fotografías… Las redes sociales te permiten enseñarlo de otra manera, que antes no existía. Y pasa el tiempo… Aunque es verdad que no es lo mismo verlo en un ordenador o en una galería», cuenta.
Producción muy diversa
Su inquietud artística la lleva a tener una producción muy diversa. En ella convergen el arte –grabados, obras en papel, láminas–, y las artes decorativas –joyas cerámica, esculturas decorativas, lámparas–. Su formación incluye estudios de arte y posteriormente, joyería. El dibujo y la pintura tienen una presencia constante, disciplinas que va alternando con la escultura y el grabado…
Ha compatibilizado todas las disciplinas desde siempre. «Creo que en realidad es una buena combinación y que están unidos. Una alimenta la otra», dice. «Desde que terminé los estudios, para ganarme la vida, trabajaba en diseño gráfico y producto. Ya también hacía joyería. Todo ello de manera desordenada. Los objetos decorativos están unidos porque no realizo series. Una joya es una mini-escultura. La única diferencia es que los objetos decorativos tienen una utilidad concreta y los objetos artísticos no. En el caso de los primeros es un desfogue, como divertimento. Es una técnica que domino y me resulta simpática y liviana. Me lo tomo de una manera mucho más libre y de juego. No tiene nada que estar ver horas y horas dándole vueltas pintando en una habitación. Y muchos días lo haces para poner el cuadro dado la vuelta porque piensas que vas para atrás y vuelta a empezar».
Las artes decorativas le aportan el colchón económico que le permite dedicarse al arte con más libertad. «Es más fácil mantenerte económicamente con las artes decorativas que con el arte. Sabiendo que saco un dinero con eso no tengo la obligación de exponer cada cierto tiempo ni complacer a nadie pensando si va a gustar o se va a vender. He encontrado el equilibrio después de muchos años. Toda esa profundidad que tiene el arte para mí… soy más laxa a la hora de aceptar los productos que al aceptar un cuadro, digamos. Las artes decorativas te ayudan a perder el miedo al papel en blanco. Te invitan a estar más receptivo y con la mano más suelta», explica. Los interesados pueden encontrar la obra de Chillida en la página web Suuit (https://suuit.com/es).
Cuenta que con los conocimientos adquiridos en joyería y grabado se arregla para hacer lo que le interesa. «En joyería estuve varios años aprendiendo con una persona que sabía mucho y me enseñó su técnica, pero no tengo la experiencia de haber trabajado como orfebrera durante treinta años… En cerámica, por ejemplo, soy autodidacta. Me compré un horno después de estar durante años haciendo tierras y volviéndome loca para cocerlas. Aprendí a base de probar. Yo hago mis grabados, y me da vergüenza enseñárselos a mis padres, que lo han hecho durante treinta años».
Cada material condiciona la obra. «Los materiales que requieren de una preparación previa… tengo que estar más preparada a la hora de hacer una escultura. Tienes que decidir qué cantidad de tierra vas a coger, qué cantidad de hierro, qué material vas a usar… algo tienes ya en mente. Ante un lienzo puedes dejarte llevar más fácilmente», explica.
Se siente atraída por el arte antropológico y la artesanías tradicionales. «Me interesa mucho, me parece que hay cosas preciosas en el mundo y no puedo evitar acercarme a ellas por pura admiración», dice.
Influencias
Al ser niña, no tuvo la ocasión de compartir horas de estudio con su abuelo Eduardo Chillida. «Andrés Nagel me dio clases de dibujo y cerámica de pequeña y lo tengo muy adquirido, no soy objetiva a la hora de ver si tengo influencia. Es lo que he visto en casa, mis padres, mis tíos paternos, tendría que nacer otra vez para no tener referencias muy metidas. Mis paders muy generosos y me han apoyado».
Le preguntamos si se ha presionado a sí misma por ser nieta de Eduardo Chillida. «No he sentido nunca que tuviera que compararme con nadie ni sentirme presionada. Nadie de mi entorno me lo ha transmitido. ¿Con quién me tengo que comparar? Con nadie… Si fuera así, apaga y vámonos… Admiro mucho la obra de mi abuelo y de Andrés Nagel. Este último me recibió en su taller durante dos años para darme clases de materiales que me interesaban. Mi abuelo se murió cuando yo tenía 20 años y recuerdo que siendo niños nos animaba a dibujar, pero ya mayor no tuve conversaciones con él sobre el arte, tuvimos otro tipo de relación», recuerda.

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