Xole Aramendi
Erredaktorea, kulturan espezializatua
Entrevista
Ana Pimenta e Iñaki Salvador
Vaivén Producciones

«No es lo mismo jubilarte que cerrar un proyecto que todavía no tendría por qué agotarse»

Ana Pimenta e Iñaki Salvador desgranan los motivos para finalizar con la actividad teatral de Vaivén Producciones. No han perdido el pulso creativo, se impone la situación económica. En mayo echarán el telón. El anuncio coincide con tres candidaturas a los Premios Max por ‘El patio de las moreras’. 

Iñaki Salvador y Ana Pimenta, en el exterior de su casa de Pasai San Pedro.
Iñaki Salvador y Ana Pimenta, en el exterior de su casa de Pasai San Pedro. (Gorka RUBIO | FOKU)

Son malos tiempos para la lírica, decía una canción de Golpes Bajos. También para el teatro. Vaivén dejará de producir obras teatrales tras 28 años de andadura. Aun siendo un momento difícil, tanto Ana Pimenta como Iñaki Salvador se quedan con la labor llevada a cabo durante casi tres décadas. «Hemos cumplido una etapa y es importante vivirlo así. El balance es positivo. Hemos hecho obras interesantes y potentes y hemos generado puestos de trabajo», indican ambos, en su casa de Pasai San Pedro.

No es su deseo quedarse en el lamento y la queja. «Nadie está aquí llorando de que estemos en la calle. Se trata también de una cuestión de cerrar con sensatez y con responsabilidad. Cerrar pudiendo pagar como se debe los derechos adquiridos por nuestras trabajadoras. Hay que dejar las cuentas saldadas», recalca Salvador.

Vaivén nació con vocación de profesionalidad dentro del entorno teatral. Luego se sumó el apartado musical de una manera natural, dada la profesión de Salvador. La compañía continuará con esta segunda actividad. «No se trata solo de gestionar mis conciertos, también hemos sido promotores de ideas y de espectáculos musicales», cuenta el reputado pianista donostiarra. 

Entre sus montajes destacan ‘Sin vergüenzas / Lotsagabe’, ‘Antigona’, ‘Nasdrovia Chejov’, ‘El Enjambre /Erlauntza’ o ‘Último tren a Treblinka / Treblinkara azken trena’. Han recibido diversos galardones y el anuncio del cierre coincide con la candidatura en los Premios Max a mejor espectáculo, mejor autoría teatral y mejor dirección de escena por ‘El patio de las moreras / Masustondoen patioa’. «Es una alegría que se reconozca el trabajo y la calidad a todo el equipo y a su producción por el espectáculo y a su directora y autora, máxime en este momento tan agridulce. De momento son candidaturas, pero estar ahí es un honor, teniendo en cuenta todos los proyectos y equipos que se presentan», afirman. 

No ha sido una decisión fácil. Pimenta se emociona al contarlo. «En octubre yo pasé una crisis tremenda, una decisión de este calibre... Era yo la que lo tenía que comunicar a los actores, a los técnicos, a todo el mundo. Y ahí sí que pasé un momento duro de decir, ‘buf, yo no puedo con esto’. Pero poco a poco tú mismo lo vas asimilando. Y ahora otra vez, en esta etapa de comunicarlo públicamente, he vuelto al bajón total. Te empiezan a preguntar, eso te lleva a revisar el pasado, y ves pasar los 28 años de Vaivén y los 40 años de oficio...», confiesa.

Están experimentado sentimientos encontrados. «Por una parte, dices ‘esto es lo que hay que hacer’. Hemos escuchado las señales, no hay otra opción y ya está. Y por otra parte, está el vértigo de la nueva situación, la pena. No es lo mismo jubilarte que cerrar un proyecto que todavía no tendría por qué agotarse, porque nosotros seguimos teniendo un impulso creativo importante, seguimos teniendo ideas, cosas que contar, seguimos teniendo espectáculos que podrían girar».

La decisión, en otoño

Hace unos meses, en octubre, llegó la tan temida decisión. Se han ido sumando diversos factores. «No hay suficientes bolos y en consecuencia, ni ingresos económicos, no se amortizan los espectáculos, no puedes pagar sueldos dignos... Además, no puedes bajar la guardia, estás agotado, trabajas 12 horas al día, tienes un estrés sostenido del copón, la burocracia no mejora sino que empeora... Y también el edadismo. Son demasiados elementos en contra», indica Pimenta.

Se impone la situación económica. «Llegó un momento en que los números hablaban por sí solo, hacían agua. La propia gerente de la compañía nos advertía ‘estamos haciendo déficit todos los meses, chicos, un déficit importante’».

El número de representaciones ha ido bajando. «En Euskadi, si te va muy bien, puedes tener 30 actuaciones en 2-3 años, pero con eso no puedes vivir», dice. El calendario se ha reducido. «Antes se programaba desde septiembre hasta junio, ahora se programa más o menos de noviembre a marzo. Es decir, en cuatro meses tenemos que sacar el dinero para sobrevivir durante doce meses, algo prácticamente imposible. Si encima tienes que invertir en el siguiente proyecto...», ahonda la actriz salmantina, afincada desde hace décadas en Gipuzkoa.

«¿Qué pasa si te vas al Estado? Para un bolo en Cádiz inviertes tres días… Ya te da hasta vergüenza planteárselo a los actores. En otros tiempos se intentó racionalizar las giras de manera que salías de casa y hacías 2-3 bolos. Merecía la pena. Pero ahora… Hemos ido a Albacete para un bolo. 12 horas de ida, otras 12 horas de vuelta… llegas machacado y es ridículo la cantidad de dinero que has cobrado», cuenta Pimenta.

«Cachés congelados»

Por lo que respecta a los cachés, Pimenta señala que «se congelaron hace tiempo. Es más, en los teatros te pedían que hicieras un descuento sobre un descuento. ¿Cómo? Si te hago descuento trabajo gratis y encima pago yo. Yo no les culpo a ellos, los ayuntamientos no tienen dinero, el Gobierno Vasco también se zafa diciendo que ellos tampoco tienen dinero, llevan años sin mejorar los presupuestos de cultura. Refleja el valor que se le da a la cultura. Llevamos tiempo pidiendo que se destine el 1% del presupuesto general a cultura y se llevan las manos a la cabeza. En Catalunya hace mucho que consiguieron el 2%, el doble», reflexiona Pimenta. 

Veían la imposibilidad de hacer frente a los gastos que conlleva la estructura de la compañía. «Teníamos una media de cuatro vuelos por mes. En condiciones normales no sería poco, pero aun teniendo actuaciones, con la obra ‘Redada familiar’ hemos realizado una gira muy importante, no nos da para mantener una estructura. Somos nosotros dos y otras dos personas que trabajan en la oficina más un técnico con unos ingresos que dependen de las actuaciones… Durante muchos años hemos luchado todos por tener una estructura –local de almacenaje, local de oficina, equipo profesional en la oficina, una furgoneta…– porque es a lo que había que aspirar. Y te metes en unos gastos fijos mensuales serios».

A esto se suma la nula perspectiva de poder subir los sueldos a sus empleados. «En este sector los sueldos son bajos. Iñaki y yo podemos prescindir un mes de la nómina, faltaría más, somos austeros e Iñaki tiene otro trabajo [es profesor en Musikene]. Por suerte no estamos en la indigencia. Pero no podíamos subir sueldos a los empleados de la oficina como se hubiera gustado, algo asumido por ambas partes».

Sin olvidar los quebraderos de cabeza causados por la burocracia. «Nuestra compañera de la oficina nos dice que ahora cada actuación es como si fuera la petición de una subvención por el papeleo que conlleva. También tenemos problemas con Ticket Bai. Tenemos por cobrar facturas del año pasado, porque no se ponen de acuerdo entre las instituciones. La Diputación de Gipuzkoa pone un sistema que luego no lo aplican en los ayuntamientos», critica.

Falta de circuitos

Existen ayudas a la producción pero no hay circuitos estables para poder representar las obras. Es una constatación generalizada en el sector teatral de Euskal Herria. Pimenta lo corrobora. «Me he enfadado muchas veces con las instituciones. ¿Cómo puede ser que subvencionen un espectáculo en un 40-50% y después no le den un circuito garantizado?», se pregunta.

«Y no te programan en euskara porque es todavía menos rentable, yo esto lo he oído. Pues algo os tendréis que plantear si tenéis once espectadores, no es mi responsabilidad la creación de público en euskara o en castellano, yo ya hago muchísimo. Hacemos campañas para la creación de público. Todas las producciones las hemos hecho en bilingüe, porque es nuestro compromiso lingüístico, como es normal, estamos en el país que estamos y además encantados», prosigue.

Pimenta recuerda una antigua reivindicación de las artes escénicas. «Una espina que tengo clavada es que EiTB no ha sido capaz de grabar en condiciones los espectáculos y difundirlos. Existe un archivo financiado por el Gobierno Vasco con grabaciones de dos pesetas que no vale nada. Hemos reivindicado que graben por lo menos los espectáculos subvencionados. ¡Qué menos! Y cuando se terminen las giras se difunden por la televisión. Es una manera de fomentar el amor al teatro y la memoria artística de un país. ‘Eso cuesta’ te dicen, claro, estamos hablando de la televisión pública. No ha habido manera, y me da una rabia...».

Va más allá. «La cultura se va la mierda. Si no conseguimos de verdad que la gente valore a los profesionales, por supuesto, pero también que valores y su tiempo de una manera crítica, de una manera creativa, de una manera que les haga trascender de su trabajo, de su monotonía. Nos vamos a la mierda como sociedad. Yo tengo esa impresión».

Teatro que interpela a la sociedad

La compañía ha apostado desde sus inicios por el teatro contemporáneo. «Que hable de lo que nos rodea, de situaciones que preocupan a la sociedad. Sin un afán moralizante, desde la intención de interpelar al espectador. Hemos tratado temas como la violencia de género, la educación sexual para adolescentes... «La seña de identidad de Vaivén es que rara vez hemos elegido textos ya existentes. Encargamos el texto a algún autor y trabajamos codo a codo con él, y contratamos a directores para cada espectáculo», subraya Salvador.

«Hemos buscado la originalidad y también el compromiso, como algo que teníamos que devolver a la sociedad que nos rodea. El teatro no es solo divertimento, tiene que emocionar, tiene que interpelar. Tiene una función social muy importante que no debería perder, que es donde los políticos se equivocan tanto. A los políticos no les interesa despertar espíritus críticos. Y el teatro es eso, crear un cuestionamiento en la sociedad», afirman.

También mencionan la dificultad de atraer al público joven. «Ya les hemos perdido, no solo en el teatro. Aunque si van a un espectáculo en directo, teatro y música, ‘flipan’. Son los únicos en los que la gente está viva. Son un ritual. Creas una atmósfera única y te sientes parte de una comunidad».

Y Pimenta se indigna ante la idea de que «la cultura tiene que ser rentable». «Los programadores tienen que concienciar a los políticos de que no opten solamente por lo rentable. Si no arriesgamos... El campo, los coches... todo está subvencionado, y a la cultura se le piden no sé qué cuentas», responde a las críticas por las ayudas que reciben».

Ahora están de gira con ‘Patio de las moreras / Masustondoen patioa’. Tras actuar en Pasai Donibane, Valencia, Gasteiz, Andoain, Muskiz y Villabona, el cierre será en Errenteria el 6 de abril. También tienen previsto celebrar un acto despedida con seguidores y colegas de profesión en Donostia o Urnieta. Incluiría la última representación de ‘Redada familiar’.

En adelante continuarán trabajando. «Soy actriz y aquí estoy, dispuesta a trabajar», dice Pimenta. Salvador está inmerso en sus proyectos. Acaba de componer la música para la obra teatral ‘La herencia’, de Mathew López. En catalán, producido por Teatre Lliure y dirigido por Josep María Mestres.