
Iker Arana, el vecino de Irala que ha perdido un testículo a consecuencia del impacto de un proyectil de foam disparado por la Ertzaintza en la noche del 3 de abril durante el desalojo de Etxarri Gaztetxea en el barrio bilbaino de Errekalde, presentará una denuncia en el juzgado contra el agente que lo hizo y el responsable del operativo policial por la «brutalidad» con que intervinieron.
«No pienso quedarme callado. Porque lo que me pasó a mí, podría haberle pasado a cualquiera de los que estaban allí. Y porque si no lo contamos, lo normalizan», ha manifestado Arana, en la comparecencia que ha ofrecido este jueves a la tarde, arropado por un numeroso grupo de personas, junto al local juvenil autogestionado que fue desalojado. Su objetivo es que se esclarezcan los hechos y se asuman las responsabilidades en que pudieran haber incurrido los ertzainas.
Tras permanecer seis días ingresado en el Hospital de Basurto, este vecino de Irala ha detallado qué sucedió aquella noche en los alrededores del gaztetxe. «Lo que ocurrió fue injustificable, gratuito, un abuso de poder completamente fuera de lugar», ha destacado, dejando claro que pudo ver al ertzaina que le apuntó y le disparó directamente.
Este vecino de 33 años es muy consciente de las dificultades que encontrará al presentar la denuncia contra el policía autonómico que le disparó y quien estaba a su mando, pero ha insistido en que está empeñado en que se depuren las responsabilidades penales en las que se haya podido incurrir.
Arana, al igual que otras dos vecinas que han tomado la palabra, ha explicado que aquella noche él, como otro grupo de personas, permaneció enfrente del gaztetxe, junto al instituto de Eskurtze, observando el operativo desplegado por la Ertzaintza que custodiaba el local.
«Estábamos entre 30 y 40 personas, gente del barrio», ha rememorado, sin que hubiera «ningún tipo de incidente». La víctima del disparo del proyectil de foam ha precisado que «todos los incidentes que ocurrieron esa noche no se corresponden para nada con el lugar en el que yo me encontraba», apuntando a que los altercados tuvieron lugar en otras calles alejadas.
Sin justificación
Mientras escuchaban ruidos en las calles paralelas, sin que estuviera ocurriendo nada frente al gaztetxe, los ertzainas empezaron a apuntarles con sus armas. «Estábamos quietos. Y sin previo aviso, hicieron una carga repentina, breve, completamente desproporcionada. No estábamos haciendo nada, estábamos con la cara descubierta y no hubo ninguna actuación por nuestra parte que justificara alguna carga por parte de la Ertzaintza», ha enfatizado.
El profesor ha añadido que no es su intención avalar «la actuación desmedida que tuvieron los antidisturbios de la Ertzaintza contra la gente del barrio de Rekalde y otros manifestantes», tal y como manifestó este miércoles en NAIZ Irratia el consejero de Seguridad. Bingen Zupiria dijo que la Policía a sus órdenes, siguiendo los protocolos establecidos, puede utilizar elementos para disolver concentraciones.
En el caso de Errekalde, según Iker Arana, hubo un «uso desmedido de la fuerza». Ha repetido que junto al instituto de Eskurtze, donde se encontraba con otras decenas de personas, no pasaba nada, al margen de una concentración mostrando apoyo al proyecto de Etxarri Gaztetxea.
«Quiero decirlo claro: fue represión pura, una vez más. Fue una agresión directa a las personas que estábamos ejerciendo nuestro derecho a concentrarnos, a estar presentes», ha denunciado.
Una de las testigos de lo sucedido ha corroborado el relato de Arana y no ha ocultado la «indignación y tristeza» que embarga a las personas que lo presenciaron. «Si les molestábamos, había otra forma de decirnos que nos fuéramos. No había ningún conflicto», ha repetido.
Otra de las vecinas ha recordado el caso de Iñigo Cabacas o lo que sucedió en 1995 con Rosa Zarra, que 30 años después Lakua ha reconocido que fue víctima de una actuación policial desproporcionada. Además, ha desvelado que Arana no fue la única víctima de la actuación de la Ertzaintza: un joven fue agredido en el interior de una furgoneta y otra persona tuvo que recibir 8 grapas en la cabeza y se le escayoló un brazo tras los porrazos que recibió.

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