Periodista / Kazetaria
Entrevista
Laura Chivite
Escritora y profesora

«La fantasía a veces sirve para explicar mejor la realidad»

La segunda obra firmada por la autora iruindarra, ‘El ataque de las cabras’ (Random House, 2025), significa su inauguración en la novela, a la que llega con un pintoresco pero fascinante retrato familiar que es también el del siempre tortuoso camino iniciático en busca de la propia identidad.

La escritora iruindarra Laura Chivite.
La escritora iruindarra Laura Chivite. (Belén RUEDA GÁMEZ)

Entre las páginas de la primera novela de Laura Chivite (Iruñea, 1995) habitan cabras humanizadas, fantasmagóricas ramas de un árbol genealógico y sobre todo la entrañable y particular relación entre una tía, lesbiana, de pasado punk y con dotes telequinésicos, y su sobrina, una adolescente queer. Alianza entre diferentes, enunciada por el humor, la ciencia ficción o el surrealismo con el fin de tejer el emotivo alumbramiento existencial de su protagonista. Sugerentes ingredientes sobre los que hablamos con su autora.

¿Diría que debutar con un libro de relatos le ha servido como paso previo necesario para llegar a este formato más extenso?

Sobre todo significó la búsqueda de una voz propia, enunciada entre diferentes estilos y formatos. Lo que más me gustó de aquel proceso fue la capacidad que me ofreció de abstraerme del mundo y habitar durante un rato otro distinto; me sedujo tanto ese ejercicio que pensaba que si escribía algo de mayor extensión, esa sensación se alargaría durante más tiempo, y por eso me decidí a realizar una novela, una experiencia que me ha encantado.

‘El ataque de las cabras’, como su predecesora, se desarrolla a base de pequeños fogonazos que recrean una historia. ¿Estamos ante una característica identificativa de su estilo?

La verdad es que he pensado mucho en esto, y siento que, aunque no se trate de algo intencionado, inevitablemente mi estilo se expresa de esa forma no lineal y desordenada. Creo que siempre voy a escribir así, de hecho en la nueva novela que estoy haciendo actualmente se repite ese formato de puzzle. Aunque las tres obras sean diferentes, si algo las pone en común, es precisamente esa fragmentación.

«Yo siempre trato de escribir sobre cosas cotidianas y desde un poso intimista, de hecho lo que más me obsesiona son las relaciones humanas y todo su proceso»

Lo que también caracteriza a ambos libros es la unión de géneros, citándose aquí el drama con el surrealismo, la ciencia ficción o el humor.

Yo siempre trato de escribir sobre cosas cotidianas y desde un poso intimista, de hecho lo que más me obsesiona son las relaciones humanas y todo su proceso, pero al intentar plasmar ese funcionamiento inevitablemente me surgen esos diversos géneros, ya sea la ciencia ficción o el humor, a veces más ácido y otras infantil. Creo que la fantasía a veces sirve para explicar mejor la realidad, por eso cuando quiero retratar algo verosímil acudo a estos elementos para reseñarlo mejor.

En esta novela hay muchos afluentes en torno a la historia central, ¿todos ellos surgieron a su alrededor o algunos ya tenían una vida previa?

Lo cierto es que el germen de la novela fue esa relación entre tía y sobrina, fue a partir de ahí cuando fueron surgiendo de una manera incontrolable las demás historias. Esa primera intención de centrarme en dicho vínculo fue sugiriendo, en mi propia búsqueda por conocer mejor a esos personajes, diversos acontecimientos familiares que se convirtieron en una suerte de complemento para ambas identidades.

¿Se deja sorprender a sí misma en el proceso creativo o le gusta llevarlo todo controlado?

Hasta este momento había escrito sin un planteamiento previo, y en la novela que estoy realizando ahora, de nuevo no sé hacia dónde estoy yendo, voy avanzando a ciegas, pero resulta muy divertido. En ‘El ataque de las cabras’, sin embargo, sí tenía una plan general de lo que quería hacer y cómo, había un tratamiento casi en forma de escaleta, sabía lo que iba a ocurrir en determinados momentos y a partir de ahí se fue construyendo el resto. Ambas vías me resultan interesantes y útiles como forma de narrar.

Ha elegido para afrontar el retrato de una familia el lazo entre tía y sobrina, un vínculo pocas veces usado, ¿buscaba la originalidad o hay algo en ese tipo de unión que le llame la atención?

Es cierto que esa relación no se ha explorado demasiado. A raíz de publicar la novela me han comentado que existían películas o libros que lo habían hecho antes, pero es mucho menos común que la de padres e hijos o entre hermanos, y en ese sentido me interesaba. Pero también por ese imaginario colectivo que muchas veces relaciona a la tía con la figura de la solterona o la lesbiana, realidades que estamos acostumbrados a ver en nuestros pueblos y ciudades. Me apetecía sacar del margen a esos personajes y traerlos al centro del relato.

En este caso estamos ante una tía lesbiana, con pasado punk y poderes telequinésicos, un referente lo suficientemente pintoresco para llamar la atención de una joven que se siente diferente.

Una adolescente queer, como la protagonista, significa una realidad muy particular, es una identidad que muchas veces siente en primer plano la soledad, no encuentra su espacio, percibe el deseo de manera distinta a la de sus amigas… El encuentro de un referente en esa tía casada con otra mujer significaba dar luz a eso que tiene que ver directamente con la búsqueda de un camino propio. Siempre me han gustado, en los libros o películas, esos personajes extraños, los que no siguen la norma, como es la tía Lidia.

Sin embargo esa búsqueda de referentes no es idílica, existen las inevitables decepciones, representadas en la explícita pintada a la que hace mención en su libro: ‘Como me idealices te rajo’.

Yo creo que es inevitable, sobre todo a edades más tempranas, idealizar amores o a las personas a las que quieres parecerte. Ese proceso está unido a la decepción, que es un tema capital en esta novela, un desencanto necesario también para humanizar a quien admiras. Crecer es aceptar que nadie es tan genial como parece y reconciliarte con ese quiebra. Cuando se pierde esa fascinación y aceptas que son personas, es cuando empiezan a suceder las cosas más interesantes.

En un pasaje del libro, la tía y la madre de la protagonista ‘invisibilizan’ ya desde pequeñas a sus hermanos. Teniendo en cuanta que también a lo largo del libro es anecdótica la figura del hombre, ¿realizó una historia de mujeres conscientemente?

Es cierto que mi universo personal es muy femenino, la mayoría de las personas que me rodean son mujeres, y los pocos hombres que hay en mi vida les considero buenos. Me interesaba hacer un relato centrado en ellas y donde los papeles masculinos no fueran unos cabrones: El tío Fermín, su padre, el abuelo… son amables, ayudan a las protagonistas de algún modo, no resultan importantes en el desarrollo del conflicto en el libro, pero quería reflejar a aquellos hombres que me rodean, que les quiero y no me generan problemas.

«Una adolescente queer, como la protagonista, significa una realidad muy particular, es una identidad que muchas veces siente en primer plano la soledad»

El libro abarca casi quince años de la vida de la protagonista, dotando al paso del tiempo de un papel importante, convirtiéndose en una criba de aquello que descartamos y lo que retenemos para conformar nuestra personalidad.

Los grandes temas del libro son el desencanto, la idealización, el amor y por supuesto el paso del tiempo. Me obsesiona la forma en que cambiamos y evolucionamos sin dejar de ser la misma persona. Por ejemplo yo me fui de Iruña hace años y he vivido en diversos lugares, pero recientemente, tomando algo en mi barrio con mis amigas de la adolescencia, percibí que aunque yo pueda pensar que he cambiado mucho me sentí muy reconocida por ellas, bromeaban conmigo de manera muy familiar apelando a la  persona que conocieron hace años. Creer que la gente no cambia seria horrible, seria decir que nunca se aprende, pero sin embargo hay algo muy identitario en cada uno que siempre permanece.

Uno de los elementos más particulares y atractivos del libro es esa aparición de la parábola sobre las cabras, una metáfora sobre el recorrido que lleva desde el desánimo por sentirse diferente a la asunción de ser uno mismo.

A través de esa fábula, el personaje de la tía quiere expresar a su sobrina que podrá elegir su propio camino, quizás en su adolescencia no sepa hacia dónde debe dirigirse, pero la función de esas historias es mostrar que podrá escoger y decidir quién quiere ser. Aunque ahora esté sujeta a dudas, irá encontrando y posibilitando dicho recorrido.

Pese a las excentricidades, hay una mirada tierna a todo ese ecosistema familiar que alienta a quedarse con lo ganado más que con lo perdido.

Es importante mirar a la familia de uno con ternura, darse cuenta de que cometen errores y no ser especialmente juicioso con ellos, lograr eso es parte del triunfo. Mi mirada personal está presente en esencia en la novela; es melancólica, pongo el foco en las rupturas, en los momentos tristes, pero en último término resulta vitalista. Claro que las relaciones se rompen y las personas se distancian, pero no deja de ser inevitable, y el final del libro es un nuevo comienzo, no se puede comprender todo, la vida es misteriosa, y reconciliarse con esa idea es positivo.