De cómo Enrique Goñi ha dado el salto a la Fundación Telefónica
Enrique Goñi, el director que arrastró a su disolución de Caja de Ahorros de Navarra, ha sido nombrado presidente de la Fundación Telefónica. Aunque a todos nos haya pillado por sorpresa, hay pistas en su trayectoria que explican este nombramiento.

Iruñea tiene techo, se queda pequeña. Aquí se puede ser rico hasta cierto punto. Por eso su élite económica vive en relación con otra ciudad mayor: Madrid, Barcelona y, en mucha menor medida y escala, Bilbo.
La vía tradicional y casposa de las familias de bien era pasar por el Círculo de los Navarros de Madrid, besarle los pies a Florencio Lasaga (que fue el dos del Corte Inglés), tomar hostias en la parroquia de San Fermín del barrio de Chamberí. Exhibir hidalguía golpista y esas cosas.
Pero, a diferencia de esta mayoría, Goñi buscó fortuna y la halló en Barcelona.
Nunca supimos por qué, sí supimos el dónde y cuándo –aquella comida en Las Pocholas–, Goñi fue designado como el nuevo director de Caja Navarra por decisión de Miguel Sanz, el entonces presidente navarro por UPN.
Acuérdense de que Sanz era el del quesito, teoría que apostaba por un entendimiento con el PSOE que, lógicamente, pasaba por cierto distanciamiento con la élite reaccionaria tradicional.
También sabemos hoy que aquella decisión fue fatal. Sobrado de confianza en sí mismo, Goñi inició una campaña de expansión a resultas de la cual los fondos de Caja Navarra se volvieron insuficientes como para soportar la cantidad de créditos que había entregado. Eso sí, no fue el último tiburón de las finanzas de medio pelo al que le sucedió esto durante la crisis de 2007.
Goñi tiró para adelante con la caja tratando de capear el temporal, esquivando la unión de cajas vascas y vendiendo todo lo que pudo vender. Incluso la sede central. Se inventó Banca Cívica en 2010 aliándose con Caja Burgos, Caja Canarias y la andaluza Cajasol. Parecían socios escogidos al tuntún, aunque ojo a esta última, pues el director que la arruinó, Antonio Pulido, fue colocado ahí por el PSOE.
La Banca Cívica no duró ni dos años, porque sus componentes estaban podridos por dentro. Así que, a través de un canje de acciones, Caixabank se quedó con los restos de lo que había sido la caja de los navarros. Fusión por absorción. Caja Navarra desapareció y quien dijo otra cosa, mintió.
Se abrió un proceso penal para depurar responsabilidades en línea con ocurrido con la Bankia de Rodrigo Rato, pero la Audiencia Nacional le dio carpetazo a ambos asuntos. Hubo también una comisión de investigación en el Parlamento navarro que sirvió para poco más.
Y Goñi, para el público general, se deslizó por el sumidero de la historia como un mal sueño.
Pero hete aquí que de repente le han nombrado presidente de la Fundación Telefónica, trono al que no se accede sin el beneplácito del partido en el Gobierno español. ¿Cómo ha podido suceder?
Caixabank no dejó a Goñi en la estacada, sino que lo colocó en Criteria, una sociedad que gestionaba parte de su patrimonio y, en particular, aquellas participaciones que el banco había heredado de Caja Navarra.
Uno siempre sospecha cuando una directiva se saca de la manga un comprador y resulta que esa directiva acaba garantizándose puestos de responsabilidad. Pero todo queda en eso, en sospechas. Y mal no lo habrá hecho porque, después de tantos años, ahí sigue.
Lo que importa aquí es que Goñi siguió teniendo acceso a dinero y poder aunque la caja había desaparecido. Colocó a Sanz, fue sonado, de presidente de Bodegas Sarría y le puso al lado Ricardo Martí Fluxá, amigo de ambos.
A Goñi le gustan mucho estos colegueos, el hoy por ti y mañana por mí. Es miembro del Capítulo español del Club de Roma. Con el proceso judicial aún abierto, creó un think tank, red CoCiudadana. Un totum revolutum que mezclaba a directivos y accionistas de Diario de Navarra, profesores retrógrados del Opus como Alejandro Navas, el presidente de la CEN José Antonio Sarria, con gentes de perfil más abierto y de izquierdas, cercanos al PSOE.
Porque, a diferencia de la mayoría de think tanks del estado, CoCiudadana no era de derecha ni de ultraderecha. En CoCiudadana estaban Félix Taberna (exlíder de IU en Nafarroa y hoy Vicepresidente), Alicia Erdociain (asesora de María Chivite), Luis Campos (presidente de la pública Nasertic y exdirector general de tres ámbitos diferentes del gobierno en seis años).
Hay que precisar que el PSOE pasó unos momentos muy duros durante el Gobierno de Uxue Barkos, pues es un partido que siempre ha tenido puestos que repartir para su núcleo duro en Nafarroa. Ya en 1999, el PSN acordó para la investidura de Sanz.
Además de CoCiudadana y el Club de Roma, Goñi creó otro lobby: la Fundación Hermes, centrada en nuevas tecnologías. Los miembros de ese cabildo tampoco es que sean gente de mucho brillo, porque a Goñi le gusta ser cabeza de ratón. Metió ahí a Rosa Jaso, por ejemplo.
Le ha ido bien con Hermes. Hace no mucho le entrevistó Aimar Bretos en la Ser y lo hizo como si Goñi supiera de lo que hablaba y no fuera un fenomenal vendemotos.
Total, que ahora el PSOE tenía que dar el visto bueno a un hombre de la élite económica para la Fundación Telefónica y el estrato financiero no es un lugar donde tenga tantos acólitos.
El director que llevó a la ruina a Caja Navarra pudo presentar sus credenciales como filántropo (el Club de Roma es de ese rollo), su fidelidad hacia hombres clave del partido (Taberna y el entorno de Chivite), sus buenas relaciones con Fainé, cierta élite catalana y otros más oscuros, como el citado Fluxá, ligado a la industria del armamento y hombre de estado (negoció con ETA en Zurich y forma parte del patronato de la RAE).
Qué fue lo determinante de la carrera de Goñi para que lo pongan al frente de la Fundación Telefónica, no lo sé. Los medios destacan que lo apoya Criteria (lógico), el estatal Sepi (explicado por su relación con el PSOE) y la Saudí STC (esta parte se me escapa, pero me hago cruces).
Lo que sí es cierto es que, de no haber cambiado su forma de proceder, va a regar de dinero a muchos de sus allegados y parte de ellos serán cercanos al PSOE. Como hizo con aquellas dietas que una juez de Iruñea entendió como posible cohecho pasivo.
Y lo hará de la forma más grandilocuente posible, porque la seguridad en sí mismo es impresionante y la acompaña con una voz de locutor de radio que ayuda a generar confianza en qué quizá tenga razón. Si no se le conoce.
Hay quien es de la opinión de que es un ególatra peligroso. Pero, bueno, si la Fundación Telefónica se queda sin saldo pues, mira, tampoco es tan grave.

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