El debate, la generosidad y la unidad para avanzar
Pepe Mujica, figura clave del Frente Amplio y exguerrillero tupamaro, encarna la historia de la izquierda uruguaya. El Frente Amplio surgió en 1971 como una coalición diversa contra la dictadura, y tras décadas de lucha llegó al poder en 2004. En 2024, volvió a gobernar con Yamandú Orsi.

La figura de Pepe Mujica no se puede entender aislada de los movimientos revolucionarios de América Latina, del Frente Amplio y de la propia cultura política uruguaya. Haber participado de una de las experiencias revolucionarias más duras y fértiles de la segunda parte del siglo XX, formar parte de una tradición militante como la de los tupamaros, forja una conciencia política particular y universal al mismo tiempo.
Ser de un país diminuto rodeado de gigantes obliga también a pensar diferente en la política. El Frente Amplio refleja perfectamente esos elementos particulares de la cultura política uruguaya. La coalición-movimiento uruguaya de izquierda se formó en 1971, en el contexto de una fuerte represión política y social. Su historia está marcada por un proceso de construcción de unidad política, social y cultural de diversos sectores de izquierda que, a lo largo del tiempo, ha experimentado transformaciones profundas, pasando de ser una opción casi marginal a convertirse en Gobierno.
Ya en sus orígenes, la diversidad ideológica dentro del FA era notable. Agrupaba desde socialistas y comunistas hasta exaliados del batllismo (una corriente del Partido Colorado). Sin embargo, todos compartían un compromiso con el cambio estructural y la justicia social. La unidad, aunque difícil, se fundamentaba en la idea de oponerse a la dictadura militar que en 1973 se instauró en el país y que se prolongó hasta 1985. Durante ese periodo, el Frente Amplio se mantuvo como un actor opositor en la clandestinidad, resistiendo las políticas represivas del régimen. Muchos de sus líderes fueron encarcelados, torturados o forzados al exilio. Los y las rehenes, de los que formaba parte Mujica junto a sus compañeros tupamaros, son el máximo exponente de esa represión.
A pesar de sus discrepancias estratégicas, las diferentes corrientes de izquierda consideraban al FA como un instrumento potencial para la reconstrucción democrática de Uruguay. Con el fin de la dictadura en 1985, el Frente Amplio emergió nuevamente en el panorama político uruguayo. Si bien en las primeras elecciones democráticas, las del 1984, el FA no logró obtener la presidencia, sí consiguió un número significativo de escaños en el Congreso. El Frente Amplio comenzó a ser visto no solo como una alternativa al sistema tradicional de partidos, sino como un espacio de acumulación de fuerzas para sectores populares que habían sido históricamente marginados.
A lo largo de la década de 1980 y los primeros años de la década de 1990, el FA experimentó un proceso de consolidación interna, fortaleciendo su estructura y perfil político. En estos años, el FA definió sus posiciones en temas clave como la distribución de la riqueza, la defensa del Estado de bienestar y la protección de los derechos laborales.
En las elecciones de 2004, cuando el FA alcanzó la Presidencia de la República por primera vez. Este triunfo fue el resultado de un proceso largo de acumulación de fuerzas y de movilización popular. El candidato presidencial Tabaré Vázquez, un médico oncólogo de perfil técnico y moderado, fue quien encabezó la fórmula ganadora. Durante su presidencia (2005-2010), se implementaron reformas significativas en áreas como la salud, la educación y el trabajo, además de poner en marcha políticas orientadas al crecimiento económico con justicia social. El modelo económico implementado por el FA logró combinar políticas progresistas con un crecimiento sostenido de la economía, lo que permitió reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables.
José Mujica llega a la Presidencia en 2010. Un año antes había ganado las primarias frente a Marcos Carámbula y a Danilo Astori, el candidato oficialista del FA apoyado por el presidente Vázquez. Mujica obtuvo el 52% de los votos, frente al 40% de Astori. En general, la evolución del voto frenteamplista se puede ver en los departamentos: en 1999, el FA ganó en 4; en 2004, en 7; y en 2009, lo hizo en 11 de los 19 departamentos del país. El Gobierno de Mujica permitió consolidar los programas económicos y sociales del gobierno de izquierda, con resultados positivos en el crecimiento económico, la inversión pública y la lucha contra la desigualdad. Uruguay desarrolló varias reformas sociales de gran impacto, como la legalización del matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, y la regulación de la marihuana.
En las elecciones de 2019, el Frente Amplio perdió la Presidencia, lo que marcó un quiebre importante en la política nacional. La coalición de izquierda fue derrotada por una fórmula opositora encabezada por Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional. El resultado se explicó por una combinación de factores, entre los que se destaca la polarización política.

Ese traspié supuso una crisis, pero también un acicate para recuperar el pulso militante. Un proceso de escucha y debate se desarrolló por todo el país de la mano de la militancia frenteamplista. Un proceso ejemplar que dio sus frutos en menos de una legislatura.
En noviembre de 2024, el Frente Amplio volvía a ganar los comicios presidenciales, en esta ocasión, de la mano de Yamandú Orsi, un profesor de historia con una década al frente del Gobierno de Canelones, el segundo departamento en importancia del país.
Orsi ganó el puesto en primarias a la intendente de Montevideo, Carolina Cosse, con quien conformó dupla de cara a las elecciones. La noticia de que Mujica estaba desahuciado supuso un duro golpe para el FA, pero haber logrado recuperar el Gobierno antes de su muerte supone un espaldarazo a sus políticas y al legado de Mujica y su generación política.
En una entrevista concedida a NAIZ en marzo de 2023, sucesor de Pepe Mujica en el Parlamento, Alejandro ‘Pacha’ Sánchez, resumía perfectamente la importancia de ese legado, el sentido y la naturaleza del Frente Amplio:
«Gracias a la mirada generosa y amplia que tuvieron compañeros y compañeras que en una década complicada y convulsa se animaron a soñar una herramienta política de unidad. Hoy la unidad de la izquierda en Uruguay cumple 52 años. Hay dos componentes esenciales que explican esa unidad. El primero, la confluencia. Somos de izquierda porque queremos cambiar el mundo y porque nos rechinan las desigualdades y las injusticias.
En el Frente Amplio hay quienes luchamos por el socialismo y quienes no. Pero estamos de acuerdo en que hay que construir igualdad y defender la soberanía y la democracia. Si no confluimos, no cambiamos la realidad.
La Revolución no está a la vuelta de la esquina, no es un momento. El camino para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente es un camino a largo plazo en el que vas avanzando peldaño a peldaño. La izquierda uruguaya no se juntó para ganar elecciones nada más, lo que busca es cambiar la realidad y hacer política de manera permanente. Generamos una cultura de trabajo en conjunto y de cultivar la unidad y la fraternidad. Eso le da una característica diferente al Frente Amplio.

Otra clave es la lealtad de las minorías y el no avasallamiento de las mayorías. Esa relación entre el que pierde y el no avasallamiento del que gana es parte de la amalgama que mantiene unida la izquierda. Y el convencimiento de que todos tenemos que hacer un esfuerzo para que sea una izquierda sin exclusión. Cuando las izquierdas se juntan y no se fraccionan, es posible tener más fuerza para luchar».
Una democracia intensiva y enriquecida
Es difícil entender el poder del Frente Amplio sin tener en cuenta el sistema de primarias abiertas uruguayo. Esa doble vuelta obliga a las fuerzas políticas a promover un debate intenso, sostenido en el tiempo. También promueve una regeneración y un contraste de liderazgos que deben transcender a la propia militancia.
Las primarias abiertas son un proceso de selección de candidatos presidenciales y otros cargos dentro de cada partido político, pero con una particularidad: todos los ciudadanos habilitados para votar en el país, independientemente de su afiliación, pueden participar en estas elecciones internas. Es decir, no es necesario estar afiliado a una fuerza política para votar en las primarias.
Este tipo de primarias es diferente a las primarias cerradas tradicionales, donde solo los militantes de un partido pueden votar para elegir a sus candidatos. El primer domingo de junio del año previo a las elecciones nacionales generales, que tienen lugar en octubre, la ciudadanía uruguaya está llamada a las urnas para elegir no a sus representantes, sino a sus candidatos. El votante puede elegir el partido de su preferencia sin necesidad de estar afiliado a él. El voto es único para cada partido, es decir, no se puede votar por candidatos de diferentes partidos en una misma elección interna.
La participación en las primarias abiertas tiene un carácter voluntario, pero es un ejercicio democrático que enriquece el sistema electoral. Este sistema puede aumentar la competencia interna dentro de los partidos y también fomenta la democratización de la política. Pepe Mujica ganó primero las primarias abiertas y eso le impulsó para llegar a ser presidente.

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