Xabier Rodríguez

Merckx cumple 80 años con el desafío de Pogacar cada vez más cerca

Eddy Merckx, este lunes durante la presentación de la biografía del exciclista.
Eddy Merckx, este lunes durante la presentación de la biografía del exciclista. (Kurt DESPLENTER | AFP)

El ciclista más importante de toda la historia cumple este 17 de junio 80 años sin que se haya dejado de hablar de él en ningún momento. Porque el mismo año en el que se retiró, Hinault ganó Vuelta y Tour y se le comparó con las hazañas del belga. También le ocurrió a Indurain y le ocurriría más tarde a Armstrong. No importaba que mostraran un dominio aplastante y ganaran una nueva carrera; siempre se hablaba de un ciclista belga que había dominado más, que había ganado más. Y ese estatus, el haberse convertido en un tótem ante al que cualquier ciclista termina postrándose, es una de las evidencias del legado de un ciclista antológico.

Más de 40 años después de su retirada, las referencias a Eddy Merckx siguen llenando artículos, porque es ahora cuando un ciclista vuelve a desafiar ese estatus y lo hace, probablemente, con más argumentos que nadie anteriormente. Sí, Tadej Pogacar viene escuchando comparaciones con el belga desde antes de llegar a profesionales; pero el esloveno, además, va demostrando, temporada tras temporada, que no es bueno poner límites a un campeón y que ambiciona ganar todas las grandes carreras del calendario, igual que hizo Merckx.

Hoy resulta hasta ridículo, pero, en sus inicios, al belga lo etiquetaron como un sprinter con buenas condiciones para las clásicas, igual que de Pogacar se decía que era un especialista en carreras por etapas. El belga demostró la equivocación de etiquetarlo al ganar el Giro y hacerlo, además, de una manera aplastante. Porque ganó 3 etapas y terminó con 9 minutos de ventaja sobre quien sería uno de sus grandes rivales, el italiano Felice Gimondi. Tenía entonces 22 años nada más.

Merckx aplaude a Pogacar, líder del Tour en 2021. (Thomas SAMSON/AFP)

Pogacar debió demostrar en el pavés de Flandes que la montaña y la contrarreloj eran un límite demasiado estrecho para sus capacidades. Por eso la edición de 2022 abrió los ojos de tanta gente; porque el esloveno desafió a Van der Poel y dejó claro que cualquier carrera está a su alcance. Tenía entonces 23 años y desde entonces, ya nadie se atreve a decir que no puede ganar una carrera. Tampoco Roubaix ni san Remo. Es cuestión de tiempo.

El factor humano

Igual que Pogacar, Merckx también fue el ciclista más vigilado del pelotón en su momento, como lo han sido cada uno de los grandes campeones de su generación. Pero hay un pequeño matiz que diferencia al belga del esloveno. Pogacar tiene un carácter amable, de esos que generan pocas polémicas a su alrededor y transmite tanta deportividad, que desactiva en sus rivales incluso la posibilidad de odiarlo.

Merckx, por el contrario, nunca fue así y con razón se le conoció como el 'Canibal'. No regalaba ninguna carrera e hizo legendaria su voracidad por la victoria. Por eso criticó más de una vez la renuncia de Indurain a competir por los Monumentos; al fin y al cabo el calendario de Merckx solía incluir la temporada de clásicas completa y dos grandes vueltas por año, además de varias carreras más.

Y esa voracidad contribuyó también a alimentar la enemistad de sus rivales. Ocaña tenía tanta obsesión con él, que llamó a su perro Merckx para poder darle órdenes. Y sí, el belga se negó a vestir el maillot amarillo del Tour cuando el español se tuvo que retirar, dolorido, tras caerse en el descenso del col de Mente; pero durante varias etapas no le había dado descanso, incapaz de aceptar que Ocaña le hubiera derrotado.

Ocurría igual con los mejores ciclistas belgas, con los que Merckx siempre tuvo una relación tirante. En el Campeonato del Mundo de 1973, en Barcelona, Maertens era un prometedor ciclista que entró en la escapada junto a Gimondi, Ocaña y Merckx. Cuando su líder le indicó que le preparara el sprint, se negó y prefirió buscar él mismo una victoria que terminó por llevarse Gimondi. Merckx nunca le perdonaría aquella rebelión, pero la realidad es que siempre encontró oposición dentro del propio equipo belga.

En una selección que contaba con estrellas del nivel de De Vlaeminck, Godefroot o Van Impe, siempre se vio con recelo el liderazgo de Merckx. Entre los ciclistas y también entre los aficionados. El 'Canibal' era flamenco, pero eran muchos los que recelaban de su habitual uso del francés. Por eso, el idioma en el que se ofició su boda fue casi cuestión de Estado y algunos aficionados dejaron coronas funerarias a la puerta de su casa cuando supieron que había sido en francés.

Poulidor, Merckx, Hinault e Indurain, en un acto en 2018. (Stephane DE SAKUTIN/AFP)

Igual que les ocurrió a otros grandes deportistas, como Jordan o Pelé, Merckx también causaba admiración por sus constantes victorias, pero le costaba más despertar cariño entre los aficionados. En 1975, cuando buscaba ganar su sexto Tour frente al francés Thévenet, un aficionado le pegó un puñetazo en el estómago en plena subida al Puy de Dome. Merckx llegó a meta, buscó a la policía y bajó a por el agresor. Lo encontraron, pero al día siguiente Merckx perdió el maillot amarillo y Thévenet terminó impidiéndole ganar el sexto Tour.

Al campeón belga siempre le costó gestionar ese factor humano, aunque mantenía buena relación con muchos de sus rivales. En el diario 'El País', el propio Merckx le recordaba a Carlos Arribas su buena relación con los ciclistas del Kas y cómo, en el Tour del 74, Santiago Lazkano le pidió que gritara 'Gora Euskadi askatuta!' y 'Gora gu ta gutarrak!' cuando la carrera sobrepasara la frontera española. Merckx lo hizo y el gesto no pasó desapercibido para Jacques Goddet, mandamás del Tour, y tampoco para la Guardia Civil, que quisieron detenerlo. Merckx evitó pasar por comisaría, pero al Tour, el gesto no le gustó nada.

Ahora que cumple 80 años, Bélgica se prepara para celebrarlo por todo lo alto, con homenajes que han incluido la recepción por parte del rey en el palacio de Laeken. Mientras tanto, Pogacar celebra su victoria en la Dauphiné y sigue con su preparación para el Tour. Se va acercando a los logros de Merckx y no sería de extrañar que al belga ya hubiera empezado a inquietarle.