
La colaboración ciudadana ha sido clave para identificar al ertzaina que hirió a Iker Arana, el vecino del barrio bilbaino de Irala que el 3 de abril perdió un testículo a consecuencia de un disparo de foam en el transcurso del desalojo del gaztetxe Etxarri, en Errekalde. El trabajo realizado por los amigos de este profesor de 33 años ha sido fundamental frente a la «pasividad» mostrada por la propia Policía autonómica, según ha manifestado a NAIZ el propio Arana.
Tras lo sucedido aquella noche, en que Arana tuvo que ser operado de urgencia en Basurto para extirparle un testículo tras el impacto de un pelotazo, sus amigos comenzaron a recabar pruebas y testimonios de lo que aconteció. «Gracias a mis amigos, tenemos pruebas de quién fue el ertzaina que me disparó», afirma.
Tal y como expuso a su salida del hospital en una comparecencia arropado por sus vecinos, mientras en las calles paralelas «se escuchaban ruidos pero tampoco se veía nada», ertzainas les empezaron a apuntar, «sin avisarnos previamente de ninguna manera», y «sin previo aviso, hicieron una carga repentina, breve, completamente desproporcionada».
Fueron tocando timbres, hablando con testigos de los hechos, y algunos aportaron imágenes a través de las cuales se ha identificado al agente que disparó. En torno a dos jornadas emplearon estas personas para recabar las pruebas mientras no consta que la Ertzaintza hiciera nada similar para esclarecer los hechos.
En una comparecencia en el Parlamento de Gasteiz, el consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, dijo hace un mes aproximadamente que la denuncia de Arana estaba fundamentada, confirmando que donde estaba el herido no había incidentes
«Incongruencias»
Es más, por lo que ha transcendido de la instrucción del procedimiento que sigue un juzgado de Bilbo, los ertzainas que tomaron parte en el operativo mantienen versiones contrapuestas de las que, según fuentes de la investigación, se extrae la conclusión de que están tratando de ocultar lo sucedido o no dicen la verdad. «El informe está lleno de incongruencias», apuntan.
Se da el caso de que las 40 cámaras que llevaban incorporada a su uniforme otros tantos agentes presentes en la zona no han servido para identificar el autor. Con las pruebas aportadas por la acusación se ha logrado tal objetivo, aunque el policía señalado lo niega. Está pendiente que el ertzaina sea llamado a declarar.
Arana, que recibió el pasado viernes el alta médica, espera que se depuren responsabilidades. «No pienso quedarme callado. Porque lo que me pasó a mí, podría haberle pasado a cualquiera de los que estaban allí. Y porque si no lo contamos, lo normalizan», manifestó tras lo sucedido.

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