
Al menos diez palestinos murieron y 16 resultaron heridos por un ataque israelí contra un punto de distribución de agua en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza.
El hospital Al Awda concretó que había seis niños entre los fallecidos y siete menores de edad entre los heridos que llegaron al centro.
Una multitud de personas se agolpaba en el lugar cuando un dron israelí abrió fuego contra ellas.
El Ejército israelí se justificó asegurando que se trató de «una avería técnica» en el proyectil que lanzaron contra un miembro de la Yihad Islámica a una decena de metros.
Pero en los últimos meses han sido varios los ataques contra la gente que intentaba conseguir agua, al igual que a diario provoca matanzas entre quienes intentan conseguir comida. Israel se ensaña con las «colas de la sed» igual que hace con las del hambre.
Solo hace 10 días el Ejército israelí bombardeó una pequeña planta desalinizadora que también servía como refugio para los desplazados.
Decenas de desalinizadoras, fuentes, pozos y embalses, han sido sistemáticamente arruinados por el Ejército israelí en la estrategia de dejar la Franja inhabitable. La falta de combustible también impide su funcionamiento.
Con gran parte de la infraestructura destruida, el agua no llega a los lugares a los que han huido cientos de miles de desplazados ni a los edificios semiderruidos que están cerca del colapso y en los que, sin embargo, todavía se refugian personas.
Los palestinos han recurrido a agua contaminada, lo que ha extendido las enfermedades en un territorio con el sistema sanitario también diezmado y donde ya antes de octubre de 2023 tenía un precario suministro como consecuencia del asedio israelí.
Al menos 85 muertos
En el hospital Al-Awda de Nuseirat y en Al-Aqsa, en Deir al-Balah, los cuerpos de las víctimas yacían en el suelo, algunos cubiertos de sangre. A su lado, los familiares lloraban junto a los sudarios de plástico y varias madres, al lado de los niños heridos.
La masacre de Nuseirat es solo una de las que acabaron ayer con la vida de más de 85 personas en toda la Franja. Una decena de palestinos murieron en el ataque contra una vivienda de la familia Al-Arbid, al oeste del mismo campo de refugiados.
Otros seis ciudadanos murieron y otros resultaron heridos en un bombardeo que tuvo como objetivo una casa en la calle Hamid, al oeste de la ciudad de Gaza. En el barrio de Sabra, también en la capital gazatí, una niña murió y varios ciudadanos resultaron heridos después de que una casa fuera atacada.
En el sur de la Franja, el Complejo Médico Nasser anunció la muerte de tres civiles como resultado de un bombardeo que tuvo como objetivo una tienda de campaña de personas desplazadas en la zona de Mawasi, al oeste de Jan Yunis.
El ataque mortal de Nuseirat ocurre un día después de que al menos 31 palestinos murieran por los disparos del Ejército israelí cerca de uno de los punto de distribución de ayuda militarizados gestionado por la organización estadounidense GHF en Rafah y que fue el mayor número de víctimas mortales de un solo incidente que recibió la Media Luna Roja Palestina en el hospital de campaña que comenzó a operar en mayo de 2024.
«Esta situación es inaceptable. La alarmante frecuencia y magnitud de estos incidentes con gran número de víctimas pone de relieve las terribles condiciones que padecen los civiles en Gaza», denunció.
Más de 800 gazatíes han muerto a causa de los disparos del Ejército israelí en torno a estos puntos de reparto de alimentos, mientras los heridos superan los 5.200.
Negociación parada y destrucción acelerada en Rafah
Por otra parte, las conversaciones indirectas que se llevan a cabo en Qatar siguen bloqueadas por el rechazo israelí a cualquier negociación sobre una solución definitiva y la retirada de las tropas.
Fuentes palestinas señalaron que Hamas rechazó el plan que Israel presenta para un eventual alto el fuego y que prevé mantener a su Ejército en más del 40% de la superficie de la Franja.
El objetivo de Israel, como ya ha declarado abiertamente, es amontonar a 600.000 personas en un gigantesco campo de concentración en Rafah, en el sur de Gaza, como preparación para una expulsión forzada a otros países, un plan en el que cuenta con el apoyo de Estados Unidos.
El ministro de Defensa, Israel Katz, aseguró que toda la población palestina (más de 2,3 millones de personas) acabaría en este gueto previo a la limpieza étnica.
Según Al Jazeera, Israel ha intensificado las operaciones de demolición en Rafah en preparación de este objetivo.
La cadena señala que el análisis de las imágenes de satélite muestra unos 28.600 edificios demolidos hasta el 4 de julio frente a los 15.800 del 4 de abril.
Esto significa que las tropas israelíes destruyeron aproximadamente 12.800 edificios entre principios de abril y principios de julio.
Rafah, donde vivían 275.000 personas antes de octubre de 2023 y llegó a albergar más de un millón de desplazadas desde otros lugares de Gaza, se encuentra prácticamente en ruinas, pero Al Jazeera ha observado que el Ejército israelí ha mantenido hasta ahora 40 instituciones educativas y ocho centros médicos en pie, lo que sugiere que las utilizará en la siguiente fase de su plan para desplazar a toda la población de Gaza a Rafah.
Junto a la demolición de los edificios residenciales, excavadoras y buldózeres están nivelando la tierra y construyendo caminos de acceso. La distribución de la ayuda bajo GHF dirigida por mercenarios estadounidenses custodiados por tropas israelíes, sería una parte del plan de ingeniería social de limpieza étnica, según el analista israelí Daniel Levy.
En las negociaciones, Israel también subraya que mantendrá el control del corredor de Morag, que cerraría por el norte este enorme campo de concentración, un plan que desmiente la voluntad negociadora israelí.

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