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20 años de libertad

Estos días se cumplen 20 años desde que Nelson Mandela fuese escogido presidente de Sudáfrica en las primeras elecciones libres y democráticas del país. Una cita que enterró definitivamente el régimen del apartheid y que abrió la puerta a dos décadas de gobiernos del ANC que, con sus luces y sus sombras, han transformado de cabo a rabo el país.

Escena captada durante uno de los multitudinarios actos de despedida de Nelson Mandela celebrados en Sudáfrica en diciembre pasado. (Jennifer BRUCE/AFP)

«Hemos alcanzado, por fin, nuestra emancipación política». Fueron las palabras con las que Nelson Mandela culminó, durante su toma de posesión como presidente, el primer proceso electoral libre en la historia de Sudáfrica, celebrado entre el 26 y el 29 de abril de 1994, hace exactamente 20 años. Unas elecciones que a su vez fueron la culminación de largos y nunca sencillos años de negociación entre el caduco régimen del apartheid y el movimiento de liberación encabezado indiscutiblemente por el Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés).

El histórico militante comunista del ANC Ronnie Kasrils –ahora miembro de la Comisión Internacional de Verificación que avaló la primera entrega de armas de ETA– es, probablemente, uno de los que mejor describe lo que supuso poder votar después de años de régimen racista, lucha y exilio. Lo hace en sus memorias, tituladas ‘Armado y peligroso’ (Txalaparta, 2012): «Mientras esperábamos en la cola, intenté recordar a cada camarada conocido caído en la lucha de liberación. Habían sacrificado sus vidas por el voto universal y la igualdad de derechos. Votar era algo así como encontrarnos con ellos. Hacer una cruz en la papeleta, junto a la foto de Mandela y el símbolo del ANC, era la realización de la vida».

Veinte años después, y a las puertas de un nuevo proceso electoral –el próximo siete de mayo los sudafricanos votarán por quinta vez de forma libre–, conviene echar la vista atrás y rememorar aquellas primeras elecciones de 1994, así como las negociaciones previas, las cuales han condicionado en buena medida el desarrollo posterior de estas dos décadas de régimen democrático.

Una transición cualquier cosa menos pacífica

Aunque el proceso sudafricano acostumbra a ponerse, con razón, como ejemplo de reconciliación nacional en todo el mundo, las negociaciones no fueron precisamente un camino de rosas. De hecho, en el periodo que va desde la liberación de Mandela, en febrero de 1990, hasta la celebración de las primeras elecciones de 1994 más de 14.000 personas murieron como resultado de la violencia política. Una violencia que, como recuerda la historiadora del Public Affairs Research Institute de Johannesburgo Arianna Lissoni en un reciente artículo en el Dossier de ‘La Vanguardia’, «la Comisión de la Verdad y Reconciliación comprobó más tarde que había sido fomentada directamente por un entramado de fuerzas de seguridad del apartheid, en colaboración con elementos derechistas y del Partido por la Libertad Inkatha».

Con semejante escenario de violencia y con una economía hundida tras años de aislamiento del régimen del apartheid –un aislamiento forzado por la lucha de liberación del ANC y que obligó al sector reformista del apartheid a negociar–, el principal éxito de la transición sudafricana fue mantener un proceso ordenado. Así lo asegura el senador de Amaiur Urko Aiartza, buen conocedor de la realidad sudafricana, para quien «el primer éxito del ANC fue llegar al Gobierno de un modo organizado».

Para ello fueron claves las negociaciones previas a las elecciones, en las que jugaron un papel clave el taranná de Mandela y otros líderes del ANC como el comunista Joe Slovo, que «tenía muy claro a qué había que darle importancia y en qué se podía ceder», según explica Aiartza, quien añade que «hoy en día se le da poca importancia, pero si aquellas negociaciones no se hubiesen encaminado en la dirección correcta, la debacle podía ser espectacular».

Evidentemente, esto ha tenido sus consecuencias y ha condicionado en buena medida el desarrollo posterior de los gobiernos del ANC, pero de lo que no cabe duda es que dicha negociación fue la que ha posibilitado dos décadas de elecciones libres. Dos décadas con muchas luces y varias sombras –que abordamos en el texto complementario–, pero que han conseguido que este próximo mes de mayo acudan por primera vez a las urnas los llamados ‘born free’, es decir, ‘nacidos libres’, una generación que no ha vivido en sus carnes el apartheid.