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Donostia

Mujeres visibles

La utilización del velo integral suscita opiniones contradictorias en la sociedad occidental, donde en muchas ocasiones se ve a las mujeres musulmanas como sujetos subordinados en manos de un mundo dominado por el hombre. En el islam, sin embargo, cada vez es mayor el movimiento feminista que reclama una lectura paritaria del Corán y redefinirla para encaminarla a sus orígenes.

Una mujer niqabí muestra su dedo índice teñido, en unas elecciones egipcias. (Mohammed ABED/AFP)
Una mujer niqabí muestra su dedo índice teñido, en unas elecciones egipcias. (Mohammed ABED/AFP)

Ver a una mujer en la calle con un velo integral, sea un burka o un niqab, crea controversia en la sociedad occidental. Muchas personas se aferran a discursos erróneos basados en creencias que no siempre son acertadas. Las mujeres musulmanas vienen conociéndose como personas totalmente subordinadas, sin voz ni voto en las decisiones, y aferradas a un sistema hermético dominado por el hombre.

Sin embargo, el movimiento feminista islámico es un hecho real, que se extiende por gran parte del mundo y que no en muchas ocasiones se deja leer entre las líneas de la prensa.

Marie Laure Rodríguez, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid y co-directora del Congreso Internacional del Feminismo Islámico, nos aporta el contrapunto en este asunto. «Veo al islam intrínsecamente feminista y libertador», relata.

El feminismo islámico ofrece una lectura de las fuentes del Corán alejada del sistema patriarcal, porque consideran que el islam es «netamente antipatriarcal». Su lectura, más concretamente, desafía las interpretaciones que se han venido desarrollando especialmente en los tres últimos siglos, al considerar que se ha producido una degradación de la tradición islámica y una tergiversación de los textos con intereses que favorecen la desigualdad de género.

Rodríguez reconoce que existe un discurso dominante excluyente con las mujeres y que subyuga los derechos legítimos de estas. «La mirada androcéntrica de los textos fundamentales ha provocado que las mujeres queden relegadas a un segundo espacio y que se desarrollen nuevas teorías de los roles de género, alejadas por completo de su origen», explica. Cabe puntualizar que analizar la situación de las mujeres y de los hombres en la primera ciudad o sociedad islámica de la historia –hace 14 siglos– no tiene nada que ver con la actualidad.

Hombre, aborto y homosexualidad

Esta investigadora detalla que, a diferencia de otros movimientos feministas, desde los inicios del feminismo islámico han existido hombres implicados en la creación de presupuestos ideológicos y activismo. En el Estado español la primera persona en empezar a hablar de feminismo islámico fue un hombre, Abdenn ur Prado, quien lidera las nuevas formas de redefinición hacia el equilibrio entre lo masculino y lo femenino.

Preguntada por asuntos como el aborto o la homosexualidad, señala que dependiendo del país, la lucha feminista prioriza unos temas u otros. Desde hace años, dice, viene emergiendo un cuestionamiento de la heteronormatividad y una lucha contra la homofobia, lesbofobia y transfobia en el interior de las comunidades musulmanas.

Señala que recientemente surgía en Barcelona la primera organización LGTB de personas musulmanas para luchar contra la islamofobia dentro del colectivo LGTB, así como la homo/lesbotransfobia dentro de las comunidades musulmanas.

En cuanto al aborto, destaca que desde el concepto islámico queda recogido el derecho y regulación del aborto de las mujeres.

Descolonización del feminismo

Esta investigadora, que vivió gran parte de su vida en Irun y que por razones personales se convirtió al islam, considera que una persona que se define como musulmana implícitamente debería asumir su condición feminista.

Recuerda que el Corán menciona en más de 30 ocasiones la igualdad entre géneros y, si se toma como referencia el ejemplo del Profeta Muhammad (mal llamado Mahoma, dice), se apreciarán «infinitas acciones simbólicas de ruptura con un antiguo régimen patriarcal».

Pero el feminismo islámico va más allá de las comunidades musulmanas; también se dirige a una reivindicación inclusiva en el marco de los movimientos feministas seculares. «Lo que viene a hacerse es reclamar una descolonización del feminismo y una ruptura real con el sistema patriarcal que sigue manteniendo sus posos incluso dentro de algunos movimientos feministas».

A su juicio, el comportamiento de algunos movimientos feministas seculares en relación al feminismo islámico «no es más que una repetición del mismo sistema patriarcal del que se supone se debe huir». Y va más allá: «Se trata a las mujeres musulmanas como cuerpo sin cabeza, seres incapaces de tomar sus propias decisiones, no se nombra al feminismo islámico, o directamente se afirma que el feminismo islámico no existe».

Lo que recaman es, indica, es un feminismo «inclusivo que acepte las diferencias y que permita a cada grupo que busque sus herramientas más efectivas para la emancipación y empoderamiento». En definitiva, la lucha por unas mujeres con cabeza.