T. SAMSON (AFP)

Hegra, la ciudad que esconde secretos sobre antiguas civilizaciones

Fue una estratégica encrucijada comercial de antiguas civilizaciones, y hoy conserva vestigios que podrían arrojar luz sobre aquellas misteriosas comunidades, especialmente la nabatea. Estamos en Hegra (Al-Hijr), en Arabia Saudí, envuelta en una intrigante historia esperando a ser descubierta.

Hegra conserva hoy 111 tumbas.
Hegra conserva hoy 111 tumbas. (T. SAMSON | AFP)

Tras permanecer en silencio durante 2.000 años, Hegra (Al-Hijr) se ha convertido en uno de los complejos arqueológicos más importantes abierto al público. Hoy conocida como «la hermana arqueológica de la ciudad de Petra», hay expertos que incluso hallan similitudes entre los patrones grabados sobre la superficie de piedra caliza con las grecas de la ciudad jordana.

Ubicada al norte del desierto de Al-Ula, en Arabia Saudí, Hegra, conocida también como Mada’in Saleh, fue antigüamente un próspero centro de comercio internacional. Hay quien defiende, además, que llegó a ser la segunda ciudad del reino nabateo. Lo que sí se puede afirmar sin matices es que Hegra conserva actualmente algunos de los escasos vestigios que quedan de aquella civilización cuyos secretos podrían quedar enterrados en el olvido. 

Abierta al turismo desde 2019

Hebra se abrió por primera vez al turismo internacional en 2019, por lo que aún es un destino prácticamente desconocido. Y así lo quierten mantener algunos historiadores que temen que esta ciudad siga, desgraciadamente, los mismos pasos que Petra, un lugar turístico que actualmente recibe cerca de un millón de visitantes al año y que, en consecuencia, ha sido incluido por la Unesco en el listado de patrimonios mundiales en peligro de extinción.

Entre quienes defienden su aislamiento se hallan los arqueólogos que aseguran que Hegra podría ser un imprescindible archivo histórico para conocer el imperio que la construyó, posiblemente una de las civilizaciones más enigmáticas de las que se tiene constancia: los nabateos.

Los nabateos conformaban una comunidad de nómadas que vivían en el desierto entre los siglos IV a.C. y el I d.C. y que controlaban las rutas a través de Arabia y Jordania hasta el Mediterráneo, Egipto, Siria y Mesopotamia. Eran reconocidos comerciantes, especialmente de incienso y especias, pero también de productos aromáticos, como el incienso y la mirra, muy apreciados entonces en las ceremonias religiosas.

La ciudad, por donde pasaban continuamente caravanas de camellos cargados con pimienta, raíz de jengibre, azúcar o algodón, tiene hoy 111 tumbas, talladas al detalle y perfectamente conservadas. La más grande mide 72 pies de altura; es la de Lihyan Son of Kuza, a veces llamada Qasr al-Farid.

La riqueza que conserva es de tal importancia que es el primer lugar de Arabia Saudi declarado por la Unesco Patrimonio Mundial, por ser uno de los lugares mejor conservados de la civilización nabatea. Así elogia Unesco este complejo arquitectónico único en el mundo: «Comprende una serie de tumbas monumentales con fachadas ornamentadas, que se hallan en buen estado de conservación y datan de los siglos I a.C. y I d.C. Posee, además, medio centenar de inscripciones del periodo prenabateo y algunas pinturas rupestres. Al Hijr constituye un testimonio excepcional de la civilización nabatea. Sus pozos y sus 111 sepulturas monumentales, entre las que figuran 94 ornamentadas, son una muestra excepcional de las realizaciones arquitectónicas de los nabateos y de su dominio de las técnicas hidráulicas».