Oli SCARFF (AFP)

El Muro de Adriano, amenazado

Exactamente 1.900 años después del inicio de su construcción para proteger la provincia romana de Britania, el Muro de Adriano, en el norte de Inglaterra, se enfrenta a un peligroso enemigo, el cambio climático, que daña seriamente los valiosos tesoros arqueológicos romanos que alberga.

El muro se construyó hace 1.900 años.
El muro se construyó hace 1.900 años. (Graham Moore | Getty Images)

Sobrevivió a ataques y asaltos durante casi dos milenios. Y ahora, cuando se cumplen mil novecientos años de su construcción por el emperardor Adriano, los arqueólogos temen que se derrumbe ante un peligroso enemigo: el cambio climático.

Erigida para proteger la frontera noroeste del Imperio Romano, la fortificación es un impresionante monumento comparable a otras maravillas romanas como el Coliseo o el Panteón.

Durante mucho tiempo, el muro y sus alrededores han sido una zona rica en descubrimientos para los arqueólogos. En las turberas que dominan el paisaje se han conservado numerosos tesoros, pero las turberas se han ido secando y menguando, por lo que peligra muy seriamente la continuidad de los hallazgos arqueológicos realizados hasta ahora con éxito. Hoy los cambios de temperatura dañan de forma preocupante las joyas que preserva este colosal monumento.

Miles de soldados y sus familias vivieron a lo largo de esta muralla de piedra de 80 millas romanas –118 kilómetros– que atraviesa Inglaterra de oeste a este, un que marcaba el límite del Imperio Romano y que actualmente constituye el mayor complejo arqueológico romano que existe.

Dejaron atrás no solo construcciones de madera, sino también objetos que hasta hoy han permitido a los científicos reconstruir la vida cotidiana romana en esta región azotada por los vientos.

Entre estos restos se encuentra el fuerte de Vindolanda, situado a unos 53 kilómetros al oeste del asentamiento romano de Pons Aelius, actual Newcastle. «Muchos de los paisajes del Muro de Adriano se conservan bajo ciénagas y pantanos, un terreno muy húmedo que ha protegido la arqueología durante casi dos milenios», explica Andrew Birley, responsable de la excavación y director ejecutivo de Vindolanda Trust. «Pero, debido al calentamiento global, se produce un cambio climático peligroso», advierte.

El suelo se calienta más rápido que el aire, endurece una tierra que antes estaba húmeda y permite que el oxígeno entre por las grietas. «Y cuando se cuela el oxígeno, las cosas realmente delicadas, como el cuero, los textiles o los objetos de madera, se rompen, se descomponen y se pierden para siempre», explica con inquietud.

Tesoros amanezados

A lo largo de los años, se han hallado en el perímetro de la muralla estructuras de piedra y madera, zapatos y ropa de cuero, herramientas, armas e incluso tablillas de madera escritas a mano, que permiten conocer la vida en la época romana. Además, hay que tener en cuenta que hasta el momento únicamente se ha excavado una cuarta parte del yacimiento de Vindolanda y que el fuerte es uno de los 14 que hay a lo largo del muro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

 

«Todas estas construcciones, todo este terreno que se extiende detrás de mí, estaba enterrado. Hace cincuenta años todo estaba bajo el campo de un agricultor», explica Birley. «Menos del 1% del Muro de Adriano ha sido explorado por los arqueólogos», asegura.

Detrás de él se exponen decenas de zapatos romanos que pertenecieron a personas de todas las edades, géneros y estratos sociales y que constituyen solo una pequeña muestra de los aproximadamente 5.500 objetos de cuero hallados en el yacimiento.

Gracias al suelo de turba, muchos de los objetos se han conservado hasta el más mínimo detalle, lo que ha arrojado mucha luz sobre la vida de los romanos. «Por ejemplo, han cambiado por completo nuestra percepción del Imperio Romano, del ejército romano», que, asegura el experto, lejos de estar «reservado exclusivamente a los hombres», incluía a un gran número de mujeres. «Sin estos hallazgos, no tendríamos esta información y este es el tipo de cosas que están amenazadas por el cambio climático» insiste.

Duante este año se han organizado diversos actos para conmemorar los 1.900 años del inicio de la construcción del muro, en el año 122. Y Birley considera que el aniversario brinda una irrepetible oportunidad para reflexionar sobre cómo garantizar que la muralla y sus tesoros sigan estando ahí dentro de 1.900 años. «El ejército romano se embarcó en una de las construcciones más impresionantes de todo el imperio» para diseñar esta «barrera en el corazón del país», subraya. «Ahora los arqueólogos se enfrentan al reto del cambio climático. «¿Podemos saber qué pasa con estos lugares? ¿Podemos intervenir para protegerlos? ¿Y podemos salvar las cosas antes de que desaparezcan para siempre?», pregunta visiblemente preocupado.