XANDRA ROMERO
SALUD

Novedades sobre el colesterol (II)

Las recomendaciones dietéticas habituales en hipercolesterolemia están encaminadas a reducir la ingesta de los alimentos ricos en colesterol. Pero ya vimos que el colesterol dietético apenas tiene efecto sobre nuestros niveles de colesterol sanguíneo.

En este caso, las recomendaciones habituales, extraídas de las realizadas para evitar enfermedades cardiovasculares de Osakidetza en 2015, suelen indicar: restringir el consumo de leche entera y derivados, disminuir el consumo de alcohol (se puede beber vino en las comidas, pero no más dos o tres vasitos al día) y reducir el consumo de azúcares refinados (pastas de pastelería, pasteles…).

Vale, pero lo que sabemos hoy, ¿hasta dónde coincide con estas recomendaciones dietéticas? Se dice que debemos evitar los alimentos grasos, sobre todo los que contienen grasas saturadas, como las de origen animal (carnes, embutidos y lácteos enteros). Lo que conocemos actualmente es que, según el trabajo de la Federación de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad) titulado “Consenso sobre las grasas y aceites en la alimentación de la población española”, no hay pruebas suficientes sobre indicadores de riesgo cardiovascular para apoyar diferentes recomendaciones sobre grasas saturadas.

Esto se debe a que el tema de las grasas ha generado mucho cambio y controversia cuando se comparan las nuevas investigaciones con lo que ya se sabía.

También sabemos que no debería establecerse un límite superior en el consumo de grasas. El informe del Comité Asesor para las Guías Alimentarias que dan soporte para la elaboración de las guías de este tipo en Estados Unidos plantea no establecer límite alguno al consumo de grasas en la dieta.

¿Pero esto significa que ahora podemos consumir sin límites todos los alimentos ricos en ácidos grasos saturados? No necesariamente, pero sí de algunos hasta hace poco considerados nocivos, tales como algunos lácteos fermentados ricos en grasa, como el queso, la leche entera, o las carnes rojas magras. Y sobre todo se debe enfatizar en la calidad de la grasa a incluir, pero no en su cantidad.

También se ha dicho, por parte de la sanidad pública, que es aconsejable disminuir el consumo de azúcares refinados, pero se limitan a excluir pastas de pastelería y pasteles. Al parecer estos azúcares solo están en pastas y pasteles, ¿no?

En cambio, es habitual ver en una dieta del cajón, esa que te da el médico de cabecera a ti y a tu madre de 85 años, un desayuno con galletas tipo maría (cinco galletas –ración recomendada– aportan 6,18 gramos de azúcares simples, casi un sobre de azúcar).

Y hoy sabemos que el elevado consumo de azúcar aumenta considerablemente el número de partículas LDL (lo que de verdad determina el riesgo cardiovascular), especialmente si es fructosa y jarabe de maíz en forma líquida (otro nombre para “esconder” el azúcar) muy presente en bollería, panadería, cereales, refrescos, salsas de tomate, salsas para ensaladas, alimentos precocinados, yogures y zumos.

De modo que si usted padece hipercolesterolemia, le aconsejo buscar un dietista-nutricionista. Y bajo ningún concepto se crea eso de que puede beber dos o tres copas de vino al día.

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