Igor Fernández
PSICOLOGÍA

Balance de fin de año (y II)

Teníamos una visión para este año que acaba, una en la que nos habíamos propuesto tareas y logros, una en la que habíamos deseado que las cosas fueran de una manera determinada, una en la que nos veíamos acompañados de quienes eligiéramos y según la cual, nuestra vida sería más fácil y llevadera, más plena o simplemente satisfactoria en general. Cuando nos proyectamos hacia el futuro, por lo general nos vemos a través de un deseo de mejora. Tenemos, de algún modo, planes. Y todos sabemos que las expectativas pocas veces se cumplen tal y como las teníamos previstas, ya que, simplemente, los demás también tienen su parte en nuestro plan, a veces para mejor y otras para peor, pero habitualmente lo cambian. Y es que la toma de conciencia de cómo el tiempo pasa y de lo que se va con él puede ser una de las experiencias existenciales más profundas y más solitarias que alguien puede vivir.

Así que dentro del balance de fin de año, nos toca hablar de la compañía a lo largo del año, de quién ha estado a nuestro lado y cómo. Quizá entre todos nuestros planes, una parte importante sea decidir y elegir con quién queremos pasar nuestro tiempo y poder elegir. Ya que el tiempo que tenemos es limitado, ¿qué necesito de los demás?, ¿y qué es lo que realmente he obtenido de quienes han estado conmigo este último año? Probablemente nos toque pensar en las necesidades básicas de cualquier relación de calidad, como la de sentirnos seguros, validados, sentir que toman la iniciativa con nosotros, que hacemos impacto en ellos y que podemos expresarles nuestro afecto. Si no a todas las personas con las que compartimos la vida, por lo menos a aquellas que son las más íntimas en nuestro día a día. Si el balance nos sale negativo, probablemente tendremos que buscar nueva compañía o por lo menos una que compense y alimente este año que entra. Hay quien elige hasta una familia nueva, una que no tiene por qué compartir sangre, pero sí el afecto esperable y la honestidad.

Y es que vivir con honestidad para con uno mismo o una misma no es tarea tan sencilla en el mundo en el que vivimos, y sin embargo es otro de los hitos que revisar al hacer balance: nuestro compromiso con lo que es valioso personalmente y de manera subjetiva y única. Y después, su puesta en marcha, el activismo por lograr esa visión propia que vamos eligiendo año a año y que encaja con nuestros valores y deseos. ¿Cuántos pasos hemos dado en la dirección de convertirnos en quienes realmente queremos ser? Porque dentro del marasmo de experiencias y del tiempo que huye, hay posibilidad de tomar este tipo de decisiones, al tiempo que somos clementes con nosotros mismos, con nosotras mismas.

En un terreno más mundano y racional, parte de un balance interno debe incluir también una visión sobre las actividades y sus beneficios para la vida que se ha elegido. Por ejemplo, si el trabajo cumple las necesidades de manutención al tiempo que es sostenible, o si el ocio que tenemos nos hace realmente alimentar otras pasiones. Para terminar, revisar el tono de las pasiones suele ser una buena idea para añadir a este balance, si hay algo que nos encienda por dentro, si estamos haciendo lo que nos hace sentir vivas, vivos, por lo menos con una regularidad suficiente.

‏Resumiendo, hacer balance no debe ser como elaborar una lista de deseos tan alejados de nosotros que nos coloque en la trampa de no llegar nunca a lograrlos, sino tomarle el pulso a aspectos importantes de la vida psíquica, con el objetivo de mantenernos y disfrutar de la vida que tenemos. Hacerlo con el cuerpo en calma y la compañía elegida, con honestidad propia, los objetivos personales sobre la mesa y la pasión de vivir, no parece un mal plan para 2015