GARA
PARÍS
CUMBRE DEL CLIMA COP21

Acuerdo sin precedentes para evitar impactos catastróficos

195 países alcanzaron ayer en París un amplio acuerdo para luchar contra el cambio climático, jurídicamente vinculante, aunque sujeto a revisión, y que reconoce la justicia climática.

La cumbre del clima de París (COP21) aprobó ayer un acuerdo sin precedentes para luchar contra el cambio climático, en el que 195 países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, se comprometen a transitar de manera conjunta hacia una economía baja en carbono para evitar impactos catastróficos sobre el planeta. Después de cuatro años de preparación y trece días de reuniones se alcanzó el objetivo de la cumbre, un acuerdo que sus firmantes calificaron de «histórico» y recibieron con muestras de júbilo y lágrimas, mientras organizaciones no gubernamentales lo saludaban positivamente, aunque hay cuestiones que se han quedado en el camino e incluye la posibilidad de seguir emitiendo gases de efecto invernadero mientras puedan ser «almacenados».

A las 19.26 hora local (18.26 GMT), el presidente de la COP21, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, dio el esperado martillazo del consenso en el plenario de la cumbre y dijo: «Acabamos de hacer una cosa grande», en medio de los aplausos y abrazos de los presentes.

Lo más destacable del ya bautizado como Acuerdo de París es el reconocimiento de la justicia climática y la responsabilidad diferenciada de los países en el calentamiento global y que el acuerdo será jurídicamente vinculante, aunque sus objetivos y el cumplimiento de los compromisos adoptados se revisarán cada cinco años y los países que los incumplan no serán sancionados, una condición impuesta por Estados Unidos.

Los firmantes del documento acordaron «mantener la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C respecto a los niveles preindustriales», aunque se comprometieron a llevar a cabo «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5°C y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático», aunque no sus efectos menores.

Para lograr ese objetivo, el acuerdo recoge compromisos estatales de lucha contra el cambio climático de cada una de las 195 partes del acuerdo –Nicaragua se desmarcó del pacto tras denunciar el procedimiento «antidemocrático»– y obliga a los países tanto a rendir cuentas sobre su cumplimiento como a renovar sus contribuciones al alza cada cinco años.

Como objetivos a largo plazo, los estados se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento. Además, se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: que no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de «captura» y «almacenamiento geológico».

Financiación obligada

El acuerdo obliga legalmente a los países desarrollados a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. Incluye la movilización de una contribución mundial de 100.000 millones de dólares anuales de aquí a 2020 y el establecimiento de nuevos objetivos en 2025.

El presidente francés, François Hollande, planteó una iniciativa para que los países que así lo quieran vayan más lejos que el acuerdo y antes de 2020 revisen al alza su ambición de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y elevar sus compromisos financieros.

«Este es el acuerdo más complejo que se ha negociado nunca», reconocieron los secretarios tanto de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como de la Convención de Cambio Climático de la ONU, Christiana Figueres.

El mandatario de EEUU, Barack Obama, que tenía previsto comparecer anoche en la Casa Blanca, calificó de algo «enorme» este acuerdo universal, en lo que coincidió el premier británico, David Cameron.

El enviado especial de Cambio Climático de China, Xie Zhenhua, aseguró que el acuerdo aprobado es «justo, ambicioso y equitativo».

Las ONG valoraron positivamente lo acordado en París, aunque su satisfacción no era completa. WWF aplaudió el texto porque «sienta las bases de los esfuerzos a largo plazo para luchar contra el cambio climático», pero advirtió de que solo prevé una reducción de las emisiones que es la mitad de la necesaria.

Por su parte, Greenpeace consideró que el mensaje enviado por la COP21 es que «este es el final de la era de los combustibles fósiles. «Los inversores tienen que empezar a sacar el dinero del carbón, el petróleo y el gas. Y la gente que esté pensando en invertir tiene que hacerlo en renovables», dijo.

Miles de personas muestran su desconfianza con el acuerdo

Mientras se ultimaba el acuerdo, miles de personas se manifestaron en París –y en otros puntos del planeta– en defensa del medio ambiente y para mostrar su desacuerdo y desconfianza con el pacto logrado en la cumbre del clima COP21, por considerarlo insuficiente.

Los principales actos tuvieron lugar ante la Torre Eiffel, donde entre 6.500 y 15.000 personas, según las fuentes, formaron una larga cadena humana, y junto al Arco de Triunfo, donde unos 3.500 manifestantes, vestidos mayoritariamente de rojo, trazaron una línea del mismo color para simbolizar los límites que no se deben superar y la frontera entre las víctimas y los causantes del calentamiento global.

Los manifestantes consideraron que el acuerdo es «mediocre» y «no sienta las bases de una verdadera transición energética e insistieron en que es la ciudadanía la que tiene que liderar la lucha contra el cambio climático.

Durante las concentraciones y marchas, la multitud coreó consignas a favor de la justicia climática para proteger a las poblaciones más vulnerables.

«Hemos traspasado una frontera. Esto ya no solo afecta a los seres humanos, sino también a la naturaleza. Ella puede sobrevivir sin nosotros; nosotros sin ella, no», resumió uno de los asistentes.GARA