Tokio y Seúl acuerdan reparar a las esclavas sexuales
Corea del Sur y Japón alcanzaron ayer un histórico acuerdo para zanjar la disputa de las esclavas sexuales coreanas reclutadas por el Ejército nipón en la II Guerra Mundial, con el que esperan mejorar sus relaciones.

Seúl y Tokio alcanzaron ayer un acuerdo histórico para solucionar su conflicto sobre esclavas sexuales coreanas forzadas por el Ejército nipón a prostituirse durante la Segunda Guerra Mundial, conocidas con el eufemismo «mujeres de confort».
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, consideró tras hablar con la presidenta surcoreana, Park Geun-Hye, que el acuerdo inicia una «nueva era» en las relaciones entre los dos países, contaminadas desde hace décadas por esta espinosa cuestión.
Japón aceptó finalmente pagar 1.000 millones de yenes (8,7 millones de dólares) de indemnización a las decenas de esclavas sexuales aún vivas, una cifra que multiplica por diez la inicialmente ofrecida por Tokio.
El episodio de las esclavas sexuales «fue una grave afrenta al honor y la dignidad de un gran número de mujeres, y el Gobierno de Japón es dolorosamente consciente de las responsabilidades que esto implica», expresó Kishida en un comunicado conjunto, después de conversar en Seúl con su homólogo surcoreano, Yun Byung-Se. Abe envió a las víctimas «sus disculpas y su arrepentimiento desde el fondo de su corazón», añadió.
Este acuerdo será «definitivo e irreversible» si Japón asume sus responsabilidades, dijo Yun.
Varios conflictos han enfriado las relaciones entre Seúl y Tokio, pero la situación de las 46 esclavas sexuales surcoreanas aún vivas es extremadamente sensible en Corea del Sur.
Desde su llegada al poder, en febrero de 2013, Park adoptó una posición intransigente ante esta cuestión y hace poco presentó este desacuerdo como el «mayor obstáculo» para la mejora en las relaciones bilaterales.
La mayoría de historiadores considera que hasta 200.000 mujeres, la mayoría coreanas pero también chinas, indonesias y de otros países asiáticos, fueron sometidas a esclavitud sexual por el Ejército imperial.
En 1965 ambos países firmaron un tratado por el que Tokio concedió unos 360 millones de dólares para indemnizar a todas las víctimas de la colonización en general, que sirvió para restablecer lazos, y al que Japón se aferró para defender que la cuestión de las esclavas sexuales –a las que no se mencionaba específicamente– estaba zanjado.

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