Beñat ZALDUA
BARCELONA
TOMA DE POSESIÓN DEL NUEVO EJECUTIVO CATALÁN

Un Govern y dos objetivos: avanzar hacia la ruptura y gestionar un difícil día a día

Aplicar la hoja de ruta soberanista de 18 meses y poner en práctica, como mínimo, el plan de choque ofrecido durante las negociaciones a la CUP son las dos principales tareas del nuevo Govern constituido ayer en Catalunya. Lo tendrá que hacer con una previsible escalada de la confrontación con el Estado y con las finanzas públicas bajo mínimos.

Tras meses de interinidad, Catalunya ya tiene Govern con todas las de la ley. Los ocho hombres y las cinco mujeres que acompañarán al president, Carles Puigdemont, prometieron ayer «cumplir fielmente y de acuerdo con la ley las obligaciones del cargo que asumen al servicio de Catalunya y con lealtad al president de la Generalitat». Esa fue la fórmula escogida por Puigdemont para hacer jurar el cargo a los que ya son sus consellers. Tras ello, momento para la primera foto de familia, que sirvió para poner caras a un ejecutivo en el que tan destacadas resultan algunas novedades como ciertas continuidades.

La novedad la aporta Esquerra. Su líder, Oriol Junqueras, se convierte en el pilar fundamental del Govern al asumir la vicepresidencia y la Conselleria de Economía y Hacienda. Entre los otros cinco miembros del Govern propuestos por los republicanos, triunfan los perfiles independientes y especializados. Poco peso del partido. Raül Romeva (ocupa el área de Transparencia y Relaciones Institucionales e Internacionales) y Toni Comín (Salud) son ajenos a la disciplina del partido, mientras que Dolors Bassa (Trabajo), Meritxell Serret (Agricultura) y Carles Mundó (Justicia) destacan más por su especialización en las áreas que ocupan.

El peso de CDC en el Ejecutivo, por contra, resulta más notable. No solo porque aporta ocho de los miembros del Govern, sino porque su perfil responde mucho más a la jerarquía interna del partido. Al margen de la principal novedad, que es el propio Puigdemont, finalmente son cuatro los consellers que repiten: Neus Munté (pasa de vicepresidenta a responsable de Bienestar), Santi Vila (de Territorio a Cultura), Meritxell Borràs (repite al frente de Governación) y Jordi Jané (sigue como conseller de Interior).

Las tres incorporaciones convergentes responden también a perfiles fuertemente ligados al partido o al anterior Govern: Meritxell Ruiz asume la cartera de Educación después de ser la número dos de la anterior consellera del ramo, Irene Rigau; el anterior secretario de gobierno con Artur Mas, Jordi Baiget, será conseller de Empresa y Conocimiento y, por último, el departamento de Territorio y Sostenibilidad pasará a manos del coordinador general de CDC, Josep Rull. Todo queda en casa.

Principales tareas

Los quehaceres del nuevo Govern circulan en dos vías interconectadas. Por un lado, la tarea más mediática será poner en marcha la hoja de ruta soberanista que en 18 meses debería situar a Catalunya a las puertas de un referéndum, con las estructuras de Estado listas para la desconexión y con el proceso constituyente a toda vela. Los proyectos de ley de la Hacienda Pública y de Proceso Constituyente serán los primeros termómetros. Será interesante ver con qué ahinco cada conseller ejecuta sus compromisos en cuanto a la hoja de ruta se refiere, pues cabe recordar que el anterior Govern de CDC incumplió la mayoría de compromisos en cuanto al desarrollo de estas estructuras de Estado.

De forma paralela, el Ejecutivo tiene la obligación de gestionar un complejo día a día en el que la prioridad es contrarrestar los efectos de la crisis y de los recortes aplicados en nombre de la austeridad por los anteriores gobiernos convergentes. Como guía cuentan con el plan de choque ofrecido a la CUP durante las negociaciones, que no es sino un compendio de las medidas que JxSí ya incorporaba en su programa electoral. Se trata de un plan ciertamente modesto cuya aplicación, sin embargo, dependerá de la exigua y menguante financiación que llegue de Madrid. Dependerá también de unos presupuestos que Junqueras confía en aprobar para la primavera, pero para los cuales necesitará los votos de la CUP.