SEVILLA 1

EIBAR 0

Tercera derrota consecutiva para el Eibar, que no pudo dar la campanada en el Sánchez Pizjuán. Los armeros firmaron un buen partido, pese a la entidad del rival y las circunstancias de un choque que se les puso en contra nada más empezar, pero el resultado fue el que, lamentablemente, viene siendo habitual en esta segunda vuelta.

Llegaba con problemas el Eibar a Sevilla. Demasiados goles encajados, demasiados problemas a balón parado, demasiados reveses, en definitiva, para un equipo que ha encajado ya más derrotas en las ocho primeras jornadas de la segunda vuelta que en toda la primera mitad del campeonato. Un profundo bache que ha ralentizado el ritmo de los azulgranas, necesitados todavía de sumar los pocos puntos que le separan de la permanencia para evitarse agonías en la recta final del campeonato.

José Luis Mendilibar buscó en la pizarra la solución a esos problemas. Con lo que tenía, que como de costumbre no era demasiado porque media docena de sus futbolistas había tenido que quedarse en Eibar. Con los 18 que sí pudieron viajar diseñó una alineación inédita. Y absolutamente sorprendente. Porque nadie esperaba que los cuatro pivotes de la plantilla –Dani García, Escalante, Adrián y Radosevic– jugasen de inicio. Más adelantados y abiertos el argentino y el madrileño, por delante de la defensa el guipuzcoano y el croata. La medida parecía dejar un tanto aislados –sobre el papel porque en la realidad no lo fue tanto– a Bastón y Enrich, en quienes recayó la responsabilidad rematadora, pero multiplicaba la capacidad del equipo de recuperar y mantener el balón. De reducir, en definitiva, el número de balones rivales dirigidos al área, por el césped o por lo alto e intentar, por tanto, taponar la hemorragia de las últimas semanas.

Y no salió mal la jugada porque las ocasiones de peligro del Sevilla pudieron contarse con los dedos de la mano. El problema es que a equipos de semejante calidad una sola puede bastarles para decidir un encuentro. Efectivamente, los hispalenses apenas necesitaron diez minutos para golpear al Eibar. De nuevo con cierto, y negativo, protagonismo arbitral porque la acción nació de una falta que no lo fue ni por asomo –para más inri, le costó la tarjeta amarilla a Dani García–. Pero posibilitó que el balón le llegase a Krohn Dehli, que él solito ya se comió a los armeros el año pasado con el Celta, en la banda izquierda. Fernando Llorente recibió su pase de espaldas en el punto de penalti para batir a Riesgo a la media vuelta.

Fue más una cuestión de kilates locales que de concesiones visitantes pero el resultado fue el mismo: antes del cuarto de hora el Eibar ya marchaba por detrás en el marcador, un escollo al que sigue siendo incapaz de hacer frente desde que llegó a Primera División.

No será por no intentarlo. Tampoco ayer. Porque, tras unos minutos de desconcierto, el equipo de Mendilibar supo cogerle el tono al partido. Con paciencia y con trabajo, evitó que su rival se acercara con peligro al área de Riesgo –aunque tampoco el Sevilla mostró la más mínima inquietud por afrontar ochenta minutos con una renta exigua–; y además fue incrementando su presión en la andaluza. Escalante, a centro de Adrián, dispuso de la ocasión más clara del primer tiempo pero Sergio Rico, uno de los destacados de su equipo, y algo querrá decir, envió el balón a córner junto a la madera.

El Eibar se vio aún mejor tras el descanso. Con el transcurso de los minutos, el Sevilla fue encontrando huecos para buscar la sentencia a la contra, aunque Riesgo, el mejor azulgrana en estas últimas jornadas, se mostró infranqueable con grandes intervenciones ante Carriço y Banega. Pero las mejores ocasiones del segundo tiempo fueron para un Eibar que, sin perder la calma para no ceder a una locura que habría beneficiado al equipo de Unai Emery, supo apretar a su anfitrión. Pero faltó acierto –son ya dos partidos sin marcar, algo que solo había sucedido en una ocasión anterior esta temporada– y ni Bastón ni, sobre todo, Enrich, que se trastabilló cuando lo tenía todo a su favor para rematar, acertaron ante la portería de Rico. Tampoco Saúl, con una falta en el último suspiro ante la que tuvo que volver a lucirse el guardameta hispalense, y cuando los armeros jugaban ya en inferioridad, después de que Lillo hubiera visto la segunda amarilla.

Con esa acción acabó un encuentro que dejó mejor sabor de boca que los anteriores pero que mantiene al Eibar estancado en los 36 puntos de la clasificación y con la visita del Barcelona a la vuelta de la esquina.

«Hemos tuteado a un rival muy fuerte»

José Luis Mendilibar acabó bastante feliz porque su equipo «ha tuteado a un rival muy fuerte», que lucha por «los puestos de Champions». En su opinión, el Eibar supo «tener el balón, hemos llegado por banda, hemos rematado y hemos estado bien».

Preguntado por la mala racha de su equipo, dijo que por lo visto ayer no está «preocupado», a diferencia del partido contra el Las Palmas, «sobre todo en la primera parte». Añadió que «llevamos una segunda vuelta bastante peor que la primera, pero estoy seguro de que vamos a salir».

Sergi Enrich, por su parte, destacaba que «no es fácil jugar en este campo y menos si te pones perdiendo a los diez minutos». Por eso, el delantero afirmaba estar «satisfecho del trabajo que hemos realizado». «En la segunda parte hemos dominado el partido, hemos tenido buenas ocasiones, y eso en este campo no es nada fácil». Sobre esas ocasiones falladas, añadía que «llegas con la energía justa y eso te impide terminar bien las jugadas. Es una pena, porque el punto habría sido muy importante para nosotros, pero no ha sido posible».GARA

Lillo no podrá jugar ante el Barça por sanción

Asegurado el enésimo cambio en defensa frente al Barcelona. Expulsado en el Pizjuán, Lillo no podrá jugar el domingo. A cambio, Mendilibar recupera a Capa, sancionado ayer. El Eibar entrena hoy en Atxabalpe (11.00).

Solo un centenar de entradas en la taquilla de Ipurua

A las 10.00 se abren las taquillas de Ipurua. Se prevén colas y un trámite muy rápido porque el club apenas pondrá un centenar de entradas a la venta para el domingo, para el que los socios han tenido que pasar por caja.