La Fiscalía de Sao Paulo acusó formalmente al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-10) de «ocultación de patrimonio, lavado de dinero y falsificación de documentos» en relación a un apartamento que está a nombre de una constructora investigada por el caso de corrupción en Petrobras.

En la denuncia, firmada por tres fiscales, se acusa a Da Silva y a su esposa, Marisa Leticia Lula da Silva, de ocultar en sus declaraciones de la renta la propiedad de un apartamento en la playa de Guarujá, en el litoral de Sao Paulo. Este tríplex aparece como posesión de la constructora OAS, una de las firmas involucradas en la trama de corrupción de Petrobras.

Si el juez de primera instancia decide admitir a trámite la denuncia, Da Silva podría ser encarcelado. El exmandatario también es investigado en relación a otro inmueble, una finca rural en el municipio de Atibaia, en el estado de Sao Paulo, que está al nombre de allegados y donde ha reconocido que suele pasar muchos fines de semana.

El pasado viernes, el juez Sergio Moro ordenó a la Policía interrogar a Lula da Silva en una comisaría sobre la propiedad de esos dos inmuebles y otras donaciones que recibió el Instituto Lula por parte de empresas implicadas en el «caso Petrobras».

Varias constructoras están acusadas de formar un cártel para repartirse los contratos de Petrobras mediante el pago a ejecutivos de la petrolera y a los políticos que permitieron las operaciones.

«Lula no es propietario ni del apartamento en (la playa de) Guarujá ni de la casa de campo en (la ciudad de) Atibaia (que también le atribuyen), y no cometió ninguna ilegalidad», respondió el Instituto Lula.

«El fiscal Cassio Conserino no es el titular del caso e hizo un juicio anticipado antes de escuchar al expresidente, dejando claro que es parcial», subrayó. Recordó que Conserino anticipó su decisión en una entrevista a la revista “Veja”.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, demostró su apoyo el sábado a su antecesor posando juntos en el balcón de la casa del expresidente en Sao Bernardo do Campo, en el cinturón industrial de Sao Paulo, donde el exgobernante se forjó como líder sindical.