Jaime IGLESIAS
MADRID
Elkarrizketa
MIKA KAURISMÄKI Y MALIN BUSKA
DIRECTOR Y PROTAGONISTA DE «REINA CRISTINA»

«Hemos hecho la película que a Greta Garbo le hubiera gustado rodar»

Tras más de una década preparando el proyecto, Mika Kaurismäki (Orimattila, Finlandia, 1955) estrena «Reina Cristina», donde da su visión sobre uno de los personajes más fascinantes y transgresores de la Historia, alejándose de los rigores del filme de época. Cuenta para ello con la complicidad de la joven actriz sueca Malin Buska (Övertorneå, 1984), premiada en el Festival de Montreal por esta película.

Huérfana a los seis años, tras ser abatido su padre en la batalla de Lütze, Cristina de Suecia (1626-1689) fue educada para ejercer de rey. Sin embargo, más allá de lo que ordenaba el protocolo, la joven monarca fue imponiendo su personalidad. Antes de cumplir los 18 ya se carteaba con René Descartes y durante su reinado luchó por convertir a sus súbditos en ciudadanos, atrayendo a Estocolmo a los más importantes artistas, intelectuales y escritores de la época a fin de poner a su país a la vanguardia en materia de educación y cultura.

Pese a negociar hábilmente la paz de Westfalia (que puso fin a la Guerra de los 30 años), su negación a contraer matrimonio y su acercamiento a círculos católicos despertaron no pocas suspicacias entre los suyos. Harta de intrigas, renunció a la corona a los 28 años en pos de su libertad. Una personalidad arrolladora y adelantada a su tiempo sobre la que Mika Kaurismäki y Malin Buska han trabajado mano a mano buscando hacer justicia al personaje.

La curiosidad, como concepto, es una palabra que aparece reiteradamente a lo largo de la película para explicar el carácter de la reina Cristina. Apelando al mismo, ¿cómo surgió su curiosidad hacia el personaje?

Malin Buska: Yo creo que, por norma general, cualquier acción que emprendemos viene dada por un intento de satisfacer nuestra curiosidad, lo que pasa es que la de esta mujer fue infinita. De hecho, yo pensaba que conocía muy bien al personaje, ya que mi abuela es una apasionada de su historia, pero preparando el papel me di cuenta de que apenas conocía una mínima parte de él.

Mika Kaurismäki: La curiosidad llama a la curiosidad. De hecho mi interés sobre el personaje fue creciendo a medida que investigábamos sobre el mismo. No solo resultan fascinantes su perfil político y sus habilidades para la diplomacia al punto de poner fin a conflictos armados que parecían enquistados en el tiempo. También están su conversión religiosa, su ambigüedad sexual, su relación con Descartes y los racionalistas y todas aquellas disciplinas que impulsó y estudió y que van desde la ópera y el ballet hasta la alquimia y la magia negra. En suma, fue una personalidad compleja, contradictoria y adelantada a su tiempo.

M.B.: Adelantada a su tiempo e incluso, en muchos aspectos, también al nuestro.

M.K.: Sí, porque al final la reina Cristina fue un ejemplo de inconformismo. En lugar de ajustarse a la educación recibida por parte de sus preceptores y consejeros, ella siempre quiso ir un paso más allá.

 

De los diversos perfiles que presenta el personaje, ¿cuál les resulta más transgresor?

M.K.: Es que yo creo que fue transgresora en todo, pero fueron, sin duda, su desenvuelta manera de vivir su lesbianismo y su alejamiento de la doctrina oficial lo que más escandalizó a sus contemporáneos.

M.B.: Su inconformismo la llevó no solo a cuestionar el discurso oficial sino a despreciarlo y a desafiarlo. Que con 28 años se convirtiera al catolicismo, abdicase y se fuese a vivir a Roma supuso todo un shock en aquella época. Es como si una de las hijas de Bush, durante su presidencia, hubiera abandonado la Casa Blanca para enrolase en Al Qaeda. Pero más allá de eso, para mí lo que la convierte en una transgresora absoluta es el deseo que siempre tuvo por cambiar la manera de pensar de su pueblo. Ella pretendía activar la conciencia crítica entre los ciudadanos, motivarles a la reflexión política y filosófica. ¿Qué político osa hacer algo parecido actualmente?

 

En la Europa de nuestros días, ¿creen que sería necesario un gobernante de esas características?

M.K: Bueno, el contexto político actual es muy diferente. Hoy, afortunadamente, es difícil encontrar una figura que concentre tanto poder sobre su persona como el que tenían los reyes de entonces, pero lo que sí es cierto es que si tuviéramos a alguien con ese carisma y esa claridad de ideas en lugar de los políticos que hay, que únicamente ejercen de comerciales de las grandes multinacionales, quizá otro gallo nos cantaría. M.B.: En estos momentos necesitamos más que nunca gobernantes que estimulen a los ciudadanos a participar en la vida pública de una manera activa. Si tuviéramos a alguien que, como hizo la reina Cristina, defendiese el valor emancipador del arte y de la cultura, sería un paso importante de cara a cambiar las cosas y no solo en Europa.

M.K.: Sí, pero, por desgracia, en vez de eso tenemos a Donald Trump.

 

Les pregunto sobre esa conexión del personaje con el presente porque en su aproximación al mismo denotan una mirada muy contemporánea pese a tratarse de una película de corte histórico…

M.K.: Yo nunca he sido muy partidario de hacer películas de época, creo que es muy engorroso rodarlas, tienes que atender a mil detalles: localizaciones, vestuario, etc. Por eso cuando el productor contactó conmigo hace diecisiete años para proponerme esta película, recelé un poco. Pero el proceso de producción se demoró tanto que cuando al final empecé a rodar la historia tenía claro que no estaba haciendo un filme histórico, por mucho que este transcurriera en el siglo XVII. Cuando veo a Cristina no la veo como una figura de museo sino como una joven de hoy con sus propios anhelos, con sus propias inquietudes, alguien que intenta gestionar su propio proyecto de vida pensando qué decisiones debe tomar y hacia dónde quiere dirigir sus pasos.

M.B.: Es que ella antes de plantearse cambiar el mundo, comenzó por cambiarse a sí misma y eso implica un compromiso con el presente. En este sentido creo que al aproximarnos a Cristina desde una perspectiva contemporánea, hemos hecho justicia a un personaje cuya reivindicación es relativamente reciente.

 

Casi se diría que su película se antoja el reverso de aquella otra que protagonizó Greta Garbo y que, hasta la fecha, era la más destacada aproximación que había hecho el cine a Cristina de Suecia.

M.K.: Mientras me documentaba para este proyecto, leí una entrevista con Greta Garbo donde decía que, en su recuerdo, aquella película que protagonizó era un filme simpático, ameno pero bastante tonto en su tratamiento del personaje. Creo que ella estaba interesada en mostrar la ambigüedad sexual de Cristina, pero aquello era demasiado para los estándares del Hollywood de los años 30. Creo que nosotros hemos hecho la película que a Greta Garbo le hubiera gustado rodar.

 

El proceso de producción de la película se demoró bastante en el tiempo. ¿Esto les generó algún tipo de dificultad?

M.K.: Bueno, aunque yo recibí la propuesta de hacer esta película en 1999, lo cierto es que hasta 2008 no nos pusimos a trabajar en serio por así decirlo. El principal problema al que nos enfrentamos fue determinar qué queríamos contar porque la personalidad de Cristina es tan desbordante que da para muchas películas. Así que determinamos que lo ideal sería narrar su experiencia como reina desde que adquiere la mayoría de edad hasta su abdicación. La ausencia temprana de su progenitor y la búsqueda de una figura de referencia paterna fue el hilo del que fuimos tirando para construir el relato. Así se explica su crecimiento bajo la tutela intelectual de su primer ministro, primero, y de Descartes después.  El guion lo fuimos puliendo a lo largo de cuatro años pero como no hay mal que por bien no venga, ese retraso me posibilitó un trabajo estrecho de preparación del personaje con Malin, al punto de lograr una plena sintonía. Luego el rodaje fue sencillo, nos ocupó apenas 37 días pero fue porque todo estaba muy claro de antemano.

M.B: Para mí esa búsqueda del personaje junto a Mika supuso un auténtico viaje y no hablo en sentido figurado. Estuvimos tres años siguiendo las huellas de Cristina, visitando aquellos lugares donde había vivido tanto en Suecia como en Italia y, en definitiva, dejándonos imbuir por su espíritu, que es lo que queríamos compartir.