Raimundo Fitero
DE REOJO

Neumáticos

Un incendio, al parecer provocado, nos descubre la existencia de un cementerio de neumáticos que está en Seseña, uno de los símbolos del desmadre inmobiliario, allá donde confluían las cajas de ahorros valencianas y castellano manchegas de Zaplana y Bono que acabaron intervenidas y con sus dirigentes en los juzgados y que apoyaron incondicionalmente a El Pocero, para más señas. Pues en ese término existía el cementerio de neumáticos más grande, parece ser, de Europa. Nadie ha demostrado esta medición, pero como es el incendio sí es de los más espectaculares de los últimos tiempos, demos por válida la exageración.

Desperdicios de caucho que antes se utilizaban para el recauchutado de neumáticos viejos y que ahora no saben qué hacer con ellos. Y que ocupan muchos cientos de metros cuadrados en ese mencionado cementerio que no sabemos de qué vivía su propietario, que por cierto, a la hora de escribir este artículo no había sido localizado. No es tan fácil que prendan fuego si no es con un acelerador, gasolina o similar, por lo que en una temporada de lluvias primaverales que ha dejado todas las tierras muy húmedas, pensar que a medianoche se han puesto a arder los neumáticos por generación espontánea es bastante ingenuo. Las poblaciones limítrofes están en alerta y su moradores en sus casa sin poder salir; los medios desplazados para su extinción son muchos, los peligros de intoxicaciones son bastante evidentes y advierten que esa combustión produce gases cancerígenos. Una catástrofe ecológica. En alguna parte de los antecedentes existirá negligencia porque resulta que no tenía licencia, ni permiso ni nada. Las imágenes televisivas del incendio muestran que había muchas toneladas de neumáticos a la vista de todos. ¿Nadie investigó su legalidad y seguridad?