Oihane LARRETXEA
SIMULADOR DE UN AIRBUS A320

DESDE BIARRITZ A SALZBURGO, EN LA PIEL DE UN PILOTO

ENTRE LA CABINA DE UN AIRBUS A320 Y EL SIMULADOR DE LA COMPAñÍA AVIASIM NO HAY NINGUNA DIFERENCIA. LA SEGUNDA ES UNA RÉPLICA EXACTA DE LA PRIMERA. CON SU SEDE RECIÉN INAUGURADA EN BIARRITZ, PERMITE A CUALQUIERA DISFRUTAR DE LAS SENSACIONES DE PILOTAR UN AVIÓN. BASTA CON ELEGIR DESTINO.

Son las 11.32 en Biarritz. El vuelo lleva un pequeño retraso y el cielo en el aeropuerto está despejado. Los equipajes están en la bodega y los 140 pasajeros han tomado asiento. Las luces indican que deben abrocharse los cinturones. Estamos a punto de despegar con destino a Salzburgo.

Los mandos del copiloto los toma Arnaud Leimbacher, responsable de la nueva sede que la compañía AviaSim, dedicada a los simuladores de vuelo, ha abierto en Biarritz.

Antes de despegar introduce los códigos del vuelo, el origen y el destino, y verifica el carburante, las informaciones que reflejan las pantallas y un sinfín de botones que los profesionales de vuelo conocen como la palma de su mano. A los ojos de alguien que jamás ha visitado la cabina de un avión ese conjunto de teclas se le antoja caótico y, sin embargo, todo está perfectamente ordenado y detallado. Siglas en inglés y luces de diferentes colores, cada una con un significado.

Ni el piloto ni el copiloto llevan cinturón de seguridad. Tras las primeras maniobras se enfila la pista de despegue y atrayendo hacia nosotros el mando principal cogemos fuerza y velocidad. Comienza el vuelo y el asfalto se ve cada vez más lejano, aunque hasta que la nave no coge la altura suficiente y se estabiliza no se sueltan los mandos. Después sí. Y da vértigo pensarlo, pero el avión viaja solo, de forma automática. Es el momento de poder hincar el diente al sandwich.

El simulador está diseñado al detalle; tanto, que logra hacer creer que es posible ser piloto por un tiempo. Los asientos, el tapizado, incluso los sonidos son reales, los mismos que cualquier pasajero escucha en cada uno de sus viajes. Cómo se abren las alas, el indicador que recuerda que está prohibido fumar, la fina voz que anuncia el cierre de puertas, las comunicaciones simuladas con la torre de control…

Para añadir mayor realismo, el paisaje que se ve desde la cabina es tridimensional y la meteorología también es cambiante. Se puede elegir si se trata de un día soleado o tormentoso, y a quien le gusten las emociones más fuertes puede seleccionar turbulencias y comprobar cómo se desenvuelve.

Unos 2.500 clientes anuales

Hace cuatro años que la empresa AviaSim echó a volar. Por el momento solo está presente en el Estado francés, aunque prevé abrir el año que viene sendos simuladores en Madrid y Barcelona, según explica a GARA su gerente, Thomas Gasser. El corto recorrido de la firma está siendo fructífero, a juzgar por las cifras. Con una inversión total de 3 millones de euros, están operativas 11 sedes; la última la inaugurada el pasado jueves en Biarritz, cerca del aeropuerto. Su puesta en marcha ha contado con un presupuesto de 200.000 euros.

A Leimbacher, que lleva la dirección de la sede de Biarritz, su pasión por «todo tipo de aviones» le ha llevado a este nuevo proyecto. Hace simulaciones desde niño, y ahora es quien instruye. Respecto al perfil de la persona que se acerca al simulador de un Airbus, explica que se trata de gente a la que le encanta volar, de pilotos retirados a quienes les sigue picando el gusanillo e incluso de quienes tienen fobia a las alturas. «Es la forma de perder el miedo, conociendo el avión desde dentro y cogiendo los mandos». De hecho, para este tipo de público tienen una oferta específica de tres sesiones, al margen de las diferentes simulaciones que ofertan. Todos los pilotos, unos 50, son profesionales y colaboran con AviaSim cuando no tienen que cubrir ninguna ruta; se acercan a cada sede en base a la disponibilidad y demanda. En Biarritz esperan entre 2.000 y 3.000 clientes anuales. Los precios oscilan entre 99 y 249€, en base al vuelo y la dificultad del mismo. Hay más de 24.000 destinos para elegir.