Titular a titular, Donald Trump se ha ganado el dudoso honor de figurar en el selecto club de magnates estadounidenses disparatados y temibles y que está integrado por personajes tan oscuros –a ratos guiñolescos– como William Randolph Hearts o Howard Hughs. En esta oportunidad, el acaudalado aspirante a residir en la Casa Blanca, ha prendido la llama de la discordia enfrentándose a un tótem mediático como es el “Washington Post”, un medio al que el pasado lunes le fueron retiradas las acreditaciones para cubrir la campaña del aspirante republicano. todo ello se debe a un titular en el que el rotativo subrayaba las palabras que lanzaba Trump hacia Barack Obama. Según estas palabras, Trump insinuó que el actual presidente de Estados Unidos podría ser culpable o, al menos, tener cierto grado de culpa en la matanza de Orlando que ejecutó Omar Mateen. Trump lanzó dardos tales como «No se entera. O se entera mejor de lo que cualquier persona pueda entender. O una cosa, o la otra» inspirados en una corriente conspiranoica tendente a querer demostrar que el católico Barack Obama es, en realidad, musulmán. Las palabras difusas que Trump dedicó a Obama en una entrevista a Fox News inspiraron un titular que el Post incluyó en su portada digital: «Donald Trump sugiere que el presidente Obama estuvo envuelto en el tiroteo de Orlando». Visto que la mecha encendida corría directa hacia el polvorín, Trump recurrió a Twitter para arremeter contra el diario al que tildó de «deshonesto y falso».

El director del “Washington Post”, Martin Baron, ha señalado que la decisión adoptada por Trump es «un repudio del papel de una prensa libre e independiente» y recordó que «cuando la cobertura no se corresponde con lo que el candidato quiere que sea, entonces se prohíbe a una organización periodística».