Janina PÉREZ
Elkarrizketa
LORENZO VIGAS
DIRECTOR, GUIONISTA Y PRODUCTOR

«En Venezuela estamos viviendo un momento de mucha tensión social y de incomunicación»

Con su primer largometraje, «Desde allá», el realizador venezolano viene conquistando al público y a la crítica, amén de sendos reconocimientos alrededor del mundo. Finalmente ha llegado a nuestra cartelera.

Después de que la producción venezolana “Desde allá” lograra la gran hazaña de ganar el León de Oro a la Mejor película en la Mostra de Venecia del pasado año, a su director Lorenzo Vigas (Mérida, Venezuela, 1967) le rondaba un deseo recurrente: «Espero que ocurran cosas buenas», anhelaba para acto seguido sustentar sus aspiraciones, «creo que la película tiene lo suyo como para que la gente la quiera ver, y ojalá se pueda proyectar en todos lados».

Mientras Vigas lanzaba al universo sus deseos concernientes a su opera prima, en el Hotel María Cristina de Donostia se sentía el corre-corre propio de los agitados días de Zinemaldia. “Desde allá” formaba parte de Horizontes Latinos, y para todas las proyecciones programadas se agotaron las entradas. No era de extrañar, había muchas expectativas, ya que se trataba de la primera cinta venezolana en concursar, y además obtener el máximo galardón de la Mostra.

“Desde allá” cuenta la historia de una extraña dependencia, en la que se cruzan dos clases sociales y personas muy diferentes entre sí, Armando (Alfredo Castro), un modelador de dentaduras postizas, homosexual, con dificultades para relacionarse con la gente, y Elder (Luis Silva) un incipiente delincuente. El tercer personaje es Caracas, la capital de Venezuela, un escenario imposible y explosivo, pero también una acertada y arriesgada decisión de Lorenzo Vigas, quien también es productor de su exitosa primera película.

Mientras el León de Oro reposa y acumula polvo en quién sabe qué vitrina, “Desde allá” continúa con su vertiginoso viaje, conquistando a los espectadores, y alojándose para siempre jamás en la memoria de cada uno de ellos. Lorenzo Vigas puede dar por cumplidos sus deseos.

¿Dónde tiene su génesis «Desde allá»?

Esta historia viene del cortometraje “Los elefantes nunca olvidan” (2004), un trabajo que estuvo en Cannes (concretamente en la sección paralela la Semana de la Crítica), y es la primera parte de una trilogía que tiene que ver con el padre ausente. “Desde allá” es la segunda, y “La Caja” –el próximo proyecto– sería la última parte.

¿A qué se debe esa trilogía?

Tengo una obsesión hacia padres ausentes o padres terribles. Me han preguntado si tuve una relación así con el mío (el reconocido pintor venezolano Oswaldo Vigas), pero en mi caso fue todo lo contrario. Tuve una relación muy afectiva y muy plena con él. Creo que esa obsesión más bien tiene que ver con el arquetipo, con la imagen de la paternidad en América Latina.

Esa no es la única obsesión que tiene usted…

¡Tengo muchas! [sonríe] Dicen que uno no escoge sus obsesiones, sino que son ellas las que lo eligen a uno [risas].

¿Cómo fue la colaboración con Guillermo Arriaga (reconocido escritor y director mexicano, excolaborador de Alejandro González Iñárritu) en el desarrollo de la historia de «Desde allá»?

Estaba haciendo una serie de documentales en Venezuela (a finales de los 90), y Guillermo fue invitado para dar un curso en una universidad en Caracas; nos conocimos, nos hicimos muy amigos, y tiempo después le conté una idea que tenía. Sentía que tenía la imagen dentro de mí, es algo que me viene de mi padre que es pintor, además hice muchas fotografías, y desde muy joven realicé muchas películas caseras con amigos, y tiempo después fui camarógrafo. Con eso, quise aprender sobre la elaboración del guion.

¿Entonces la idea es suya?

Sí. Le conté la idea de “Desde allá” y le encantó. Me dijo que me ayudaría a hacer esa película. Trabajé un tiempo con Guillermo (también productor de esta película), y juntos diseñamos la historia, pero yo soy el guionista de la película. Fue muy rica esa colaboración; con Guillermo entendí cómo poner mis obsesiones en papel.

¿Por qué se propuso que se rodara en Caracas?

Primero hubo la idea de hacerla en otro país. Yo estaba en México, pero pensaba que Venezuela era el mejor lugar para hacer esta película, porque me parecía que el contexto del país iba a aportarle a la historia.

¿En qué sentido fue esa aportación?

En Venezuela estamos viviendo un momento de mucha tensión social y de mucha incomunicación entre nosotros mismos. El país está incomunicado: entre las clases, entre los gobernantes y el pueblo. En ese contexto la historia iba a ganar, le iba a dar más profundidad, una base. Por eso pensé que Venezuela era el mejor país del mundo, y Caracas la mejor ciudad para contar esta historia. Creo que cada historia consigue su entorno, y esta era para Caracas.

Desde el punto de vista de imagen, ¿cómo se planteó la percepción hacia la ciudad y sus personajes?

Cuando estaba en un avión, camino a reunirme con el cinematógrafo Sergio Armstrong, pensaba en cómo filmar a Armando (Castro). Entonces empecé a tener ideas sobre el fuera de foco, para que el espectador sintiera que está pero no está, porque creo que físicamente está allí, pero emocionalmente está atrapado en el pasado. Esa fue la solución formal que conseguí. Se lo comenté a Sergio, y lo probamos. Es que uno no sabe si las cosas van a funcionar o no, pero por lo menos se intenta, y parece que funcionó.

¿Cómo llegó usted a Alfredo Castro y a Sergio Armstrong, habituales de las películas de Pablo Larraín?

De Sergio admiro su trabajo; un día le mandé mi corto y el guión de “Desde allá”. La respuesta fue inmediata. Considero a Alfredo como uno de los mejores actores de Latinoamérica, así que a través de Sergio le hice llegar el guion, y también tuve una respuesta positiva rápidamente. Fui a Chile, quedé a comer con Alfredo, y allí mismo me di cuenta que quería que fuera Armando. Por su parte, él lo quería con absoluta pasión. Eso fue muy bueno para la película porque Alfredo es muy activo, siempre te está dando ideas para mejorar las líneas, las escenas; y por haberse involucrado tan activamente como lo hace, llevó al personaje a un nivel mucho más alto.

Luis Silva es toda una revelación, ¿cómo dio con él?

Lo conocí cuando decidí rodar en Venezuela. Sabía que el gran reto de la película, más que Armado, sería Elder porque es él quien tiene el arco emocional, y es muy joven. Era todo un reto. Fui a casa de una amiga, directora de casting, vi una foto de un grupo de gente en una audición; Luis había asistido pero no por interés propio, sino para acompañar a un amigo, pero le tomaron fotos. Luis tenía una cosa muy interesante en el rostro: tristeza, energía, fuerza, melancolía… ¡Lo tenía todo! Así que quise conocerle, y cuando lo conocí, me dije: ¡es él!. De hecho, nunca hice casting para el personaje de Elder. Y pasaron dos o tres años mientras se iba armando el proyecto.

Tomando en cuenta que esta fue la primera experiencia de Luis Silva en el cine y en la actuación en general, ¿cómo ha sido viajar con él por varios países del mundo?

Ha sido maravilloso. Luis es como una esponja, es brillante, y tiene la capacidad de aprender y asimilar cosas rápidamente. Por eso es fantástico que la película le haya dado esa oportunidad.

Otro de los grandes apoyos de «Desde allá» ha sido Lucía Films, la productora de Michel Franco y Gabriel Ripstein. ¿Cómo logró esta colaboración?

Cuando me fui a vivir a México (el director vive entre Ciudad de México y Caracas), pronto conocí a Michel y a Gabriel. Desde hace casi 15 años somos muy amigos, y prácticamente crecimos juntos como cineastas. Ellos empezaron a hacer sus cosas, yo los ayudé, y ellos ahora están en mis proyectos. Somos colaboradores, tenemos visiones y gustos similares, además somos muy amigos.

¿Parece que sin amigos no se puede hacer cine?

[Sonríe] Es que es un trabajo en colaboración, y hay que juntarse con la gente con la que se comparten cosas y gustos. El cine no lo hace una sola persona, hay una visión, pero es un trabajo de equipo y colaboración.

¿Por qué se tomó su tiempo en lanzarse a hacer un largometraje?

Trabajé muchos años en un documental que estoy terminando sobre mi padre (fallecido en 2014). Eso me consumió muchísimos años, pero para mí es un proyecto muy importante, se llama “El vendedor de orquídeas”. Y “Desde allá” se dio en el momento que se tenía que dar.

¿De qué forma le ha influenciado a usted la vida y obra de su padre?

Creo que es mi influencia más importante, tanto su obra como ser humano. Todo. No puedo decir en detalle, pero nací rodeado de sus pinturas, tuvimos una relación muy amorosa, muy cercana, entonces es mi influencia principal.

Llama mucho la atención que su padre llegó a la pintura mucho después, igual que usted al cine…

Me pasó lo mismo, quizá recorrí sus pasos. Sí, mi papá estudió Medicina, y yo Biología, y después los dos terminamos siendo artistas.

¿Qué le ha aportado a usted esa base científica?

Me gustaba la Biología, saber sobre los animales. Creo que la ciencia te da perspectivas, te ubica, te hace dar cuenta que lo que eres es un animal más en el contexto de un universo donde no somos nada. Eso me parece importante de la Biología. Luego, no hay una influencia directa en el trabajo artístico que estoy haciendo, son dos cosas diferentes: uno es el conocimiento, y lo otro es un trabajo de intuición, instintivo, y es una cosa que no se aprende, sino que es emocional e irracional. Son dos mundos diferentes.

¿Echa usted de menos la Caracas de antaño?

La echo mucho de menos. Caracas es cada vez más hostil, más difícil, pero al mismo tiempo todo eso la convierte en una ciudad maravillosa para filmar. Por eso la ciudad funciona tan bien en la película, porque es un personaje más. Pero una cosa es filmarla y otra es vivirla. Vivir allí cada vez es más complicado. Extraño esa Caracas de salir a cualquier hora, de estar con los amigos, de caminar por la calle tranquilamente. Eso se acabó.