Raimundo Fitero
DE REOJO

Está por ver

La tragedia llega al aeropuerto de Estambul. La reacción de los medios no ha sido igual que cuando sucedió en Bruselas o París. Hay distancia y prevención. Pero televisivamente estamos viendo imágenes de una contundencia sobrecogedora. Van subiendo los fallecidos, los heridos se acumulan, las explicaciones son todas tendenciosas y nos coloca ante una constancia en las acciones y los objetivos que no hacen otra cosa que ampliar la sensación de vulnerabilidad. Estamos ante acciones de una gran carga simbólica. Está por ver cómo se reacciona internacionalmente.

Pero el martes nos entretuvieron con la entrada de miembros de la Guardia Civil, ordenados por la Fiscalía anticorrupción, en sedes de varias constructoras para aclarar el desvío, sobrecoste, sospecha de malversación de más de ochenta millones de euros en un tramo del AVE a su paso por Catalunya. Hay decenas de detenidos, acusaciones graves y parece que solventes y se asegura que puede ser que hubiera enriquecimiento a base de utilizar materiales de menor calidad en las vías. De confirmarse esto sería algo para denunciar por lo criminal. Está por ver en qué acabará todo esto, pero uno piensa, ¿cuándo entrarán en alguna constructora de la famosa y corrupta y griega vasca? Se tiene la sensación de que si hay algún tramo del delirio de la alta velocidad en el que hay más sospechosas de irregularidades es aquí.

Lo que también está por ver es en qué queda el famoso Brexit, sus consecuencias reales, porque de entrada hemos visto una sesión parlamentaria en Bruselas de una enrome comicidad, cuando no de un infantilismo terrible. Esa pregunta del impresentable Junker, «¿qué haces aquí?» a Farage, impulsor inglés de la salida, es fruto de una insuficiencia democrática. Estaba allí porque tiene acta de diputado y le dio la gana.