Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
HERNÁN GÓMEZ
GUITARRA, CHARANGO Y ZAMPOñA DE QUILAPAYÚN

«Nos arrogamos el derecho a cantar por la vida, la poesía, la democracia...»

Quilapayún es una veterana formación chilena formada en 1965 y relacionada con Víctor Jara en su etapa inicial. El año pasado cumplía cincuenta años, aniversario que se materializaba con la grabación en directo de «50 años». Un recorrido por el inicio de la nueva canción popular chilena con textos comprometidos y poéticos. El próximo 8 de julio actúa en el Teatro Campos de Bilbo.

Quilapayún ha contado a lo largo de tan longeva carrera alrededor de veinticinco músicos, pero el espíritu, el “aire”, el tipo de instrumentación y arreglos no ha variado. No obstante, la vida artística de estos hijos de Santiago fue tan intensa durante los setenta y los ochenta que su repertorio se concentra en ese periodo, sin obviar canciones de última generación.

Entre nosotros su álbum más popular sigue siendo la “Cantata Santa María de Iquique” en la versión de 1978, con aportaciones de Julio Cortázar al relato de la matanza de trabajadores del salitre cometida en Chile el 21 de diciembre de 1907. Más de 2.000 personas (algunas fuentes hablan de 3.600) en huelga general fueron masacradas por el Ejército mientras se alojaban en la Escuela Domingo Santa María del puerto de Iquique, norte de Chile.

Con instrumentación acústica, voces cuidadas y armónicas, una cierta épica y letras cercanas a la clase obrera, a Quilapayún le sorprendió en el Estado francés el golpe de Estado de Augusto Pinochet en 1973.

Parte de sus discos fueron destruidos por el régimen militar, y a Quilapayún le tocó ser la voz de los chilenos oprimidos desde fuera de su país. Tras el golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende Víctor Jara (amigo y miembro en el inicio de Quilapayún) sería detenido por las fuerzas represivas de la dictadura militar. Fue torturado y posteriormente asesinado en el antiguo Estadio Chile, que con el retorno de la democracia fue renombrado «estadio Víctor Jara».

Cincuenta años de carrera les sitúan entre los grupos más longevos de la historia de la música popular. Un largo periodo en el que vivieron el exilio en el Estado francés tras el golpe militar, ¿cómo vivió Quilapayún ese momento?

El momento mismo fue horroroso. El 20 de agosto de 1973 habíamos salido de Chile para actuar en Argelia, en Suecia y en Francia. El 11 de septiembre nos encontrábamos en París, en una entrevista en el diario “L’Humanité”. En eso llegó un periodista desde la sala de redacción con un télex de una agencia de noticias que daba cuenta del golpe militar, del bombardeo del Palacio de La Moneda, de la muerte de Allende y de la detención de miembros del gobierno. En lo personal fue también una angustia enorme, las comunicaciones estaban cortadas, la TV francesa mostraba imágenes inquietantes y durante una semana nada supimos de nuestras familias.

Tras el retorno de la democracia a Chile regresan a su país, ¿recuerdan el instante de pisar tierra chilena de nuevo?

Sí por supuesto, fue un instante de alegría inmensa, había mucha gente esperándonos en el aeropuerto con flores y pancartas de bienvenida. Esto fue en septiembre de 1988 en vísperas del famoso plebiscito que dijo “No” a Pinochet. Como anécdota diremos que fue pocos días después de una gira por Extremadura, o sea de la Antigua volvimos a la Nueva Extremadura, nombre que los conquistadores le dieran a nuestro país.

La «Cantata Santa María de Iquique» la han tocado íntegra desde Japón al Estado Francés pasando por Alemania, Estados Unidos… y continúan interpretándola íntegra en algunas ocasiones. ¿Qué versión suelen utilizar, la primera con textos de Luis Advis o la modificada por Julio Cortázar? ¿Por qué se llegó a ese punto de modificación?

Continuamos interpretándola y seguiremos haciéndolo puesto que los hechos trágicos de los cuales se inspira, son un hito en las luchas reivindicativas de los trabajadores de Chile, que la historia oficial silenció durante medio siglo. La obra misma es parte de nuestra historia en tanto artistas y por lo tanto parte de nuestra propia vida. El relato que acostumbramos es el original sobre todo cuando lo podemos hacer en español. Cortázar, que era un excelente amigo nuestro, propuso cambiar algunos detalles con la intención de dar más claridad a lo histórico, pero al fin y al cabo resolvimos respetar el relato original de Advis. Es muy posible que la Cantata vaya en la primera parte de nuestro concierto de Bilbao.

¿Es cierto que las copias de la «Cantata Santamaría de Iquique» fueron requisadas y destruidas por el Régimen Militar?

La sede del sello Dicap, que la distribuía, fue allanada y los discos y matrices que allí estaban fueron todos destruidos, posiblemente las copias de la Cantata corrieron esa mala suerte. Pero hace un año, una amiga bailarina del Ballet Folklórico Pucará de Chile, encontró en un baúl una cinta copiada del máster original, que Dicap les había dado para la adaptación que dicha formación hiciera de la obra en 1971. Esperamos poder publicar un vinilo conforme al original a partir de este hallazgo..

Tuvieron también el privilegio de contar con Víctor Jara com director artístico en los primeros años. ¿Demasiadas heridas en la vida de Quilapayún?

La herida más grande es la del golpe militar, porque sumió a Chile en la muerte, en la crueldad en el oscurantismo. Víctor forma parte de esa herida junto a muchos otros. Vaya hoy nuestro afecto hacia su esposa Joan y a sus hijas que han llevado adelante el proceso contra Pedro Barrientos, uno de sus verdugos, quien se encuentra refugiado en Estados Unidos. Otra herida y una pérdida enorme es la muerte en 1991 de Willy Oddó, excelente solista y entrañable compañero que había ingresado al conjunto en 1967. Pero los momentos alegres son y han sido afortunadamente numerosos, de otra manera habríamos naufragado.

¿Se pueden entender también como heridas los desencuentros entre ustedes y las dos versiones que hubo de Quilapayún?, una desde el Estado Francés y otra desde Chile.

Sí, tienes razón, lo que tú llamas desencuentros es también una herida, porque un excompañero se creyó con el derecho de apoderarse del conjunto registrando la marca Quilapayún sin motivo y sin nuestra autorización, en incoherencia con el discurso solidario y los principios que siempre nos animaron. Pero los hechos son porfiados, lo demandamos en Chile y en Europa y se nos ha dado la razón. Respecto a la formación actual, digamos que los viejos quilas somos Carrasco uno de los fundadores, Quezada, Gómez y otros como Lagos, García, Venegas, todos veteranos con más de cuarenta años bajo el poncho. Somos los que hemos construido el patrimonio escénico y discográfico y por ende la notoriedad del seudónimo. Quilapayún tiene su dirección y un pie en Chile y el otro pie en Francia.Los que vendremos a Bilbao somos tres integrantes de Chile y los viejos que vivimos y actuamos aún en Francia. Vendremos ocho y pondremos necesariamente los dos pies.

Cincuenta años de carrera, y ya uno más –con algún parón por las disputas del nombre y los diferentes juicios– no se pueden resumir en hora y media, ¿qué tipo de síntesis plantean ante tanta cacnión legendaria, himnos populares?

El concierto será en comunión con la gente que nos conoce y con aquellos que nos vean por primera vez. Cantaremos las canciones de siempre. Como todos los cantantes, cantamos porque nos gusta y porque creemos que cada vez que un cantor canta el mundo va mejor. La verdad es que no necesitamos motivaciones particulares. Por supuesto mostraremos también canciones más recientes nuestras o de otros autores, que hemos incluido en nuestro repertorio en los últimos doce años.

En la presentación del disco conmemorativo de sus cincuenta años, «50 años», grabado en directo en Chile dicen: «Hay que seguir cantando por la vida contra la muerte, por la democracia contra la dictadura, por la justicia, contra la barbarie, por la verdad contra la mentira, por la poesía contra la prosa...».

Nosotros dedicamos gran parte de nuestra carrera a combatir la dictadura, la intolerancia, las exclusiones y todo lo negativo que ella engendraba. Hoy en día la democracia es una realidad en nuestro país, pero hay problemas que persisten y no es justo que así sea. La ciudadanía piensa que hay muchas tareas postergadas por los dirigentes del país. Entonces sí, puede sonar utópico, pero nosotros nos arrogamos el derecho a cantar por la vida, la poesía, la democracia, por la verdad y porque los sueños se hagan realidad.