Ian Geoffrey TIMBERLAKE (AFP)
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Suníes y chiíes se unen al condenar el atentado frustrado en Medina

Las autoridades musulmanas y los regímenes y movimientos guiados por el islam político han condenado el atentado suicida frustrado cerca de la mezquita donde reposan los restos del profeta Mahoma, en la ciudad santa de Medina. Suníes y chiíes han hecho esta vez causa común contra este ataque sin precedentes.

El atentado frustrado, que costó la vida a cuatro guardias de seguridad además de al kamikaze, fue uno de los tres que sacudieron el lunes a Arabia Saudí, pero el entorno de la explosión, la mezquita del Profeta, encendió todas las alarmas. Y es que los otros dos atentados tuvieron como objetivo el consulado estadounidense en la ciudad costera de Yeda y una mezquita en la ciudad oriental chií de Qatif.

A falta de reivindicación, el modus operandi apunta a la autoría del Estado Islámico (ISIS), que ha intensificado los ataques en suelo saudí en el último año.

El ataque frustrado en Medina, segunda ciudad santa del islam tras La Meca, se produjo a última hora de la tarde, una hora punta para los fieles en los últimos días del Ramadán.

Precisamente concluía ayer el mes sagrado de ayuno para la religión musulmana y todo está preparado hoy para el Aid al-Fitr (fiesta del desayuno).

El Ministerio saudí de Interior aseguró que las fuerzas de seguridad habrían reparado en un sospechoso que se dirigía desde el parking hacia la mezquita. «Cuando intentaron interceptarlo, activó su cinturón de explosivos», según el comunicado.

Indignación general

El atentado provocó la indignación general tanto del mundo suní como del chií, desde Argelia y Egipto hasta Irán, pasando por Arabia Saudí y Líbano.

La Universidad Al-Azhar, la mayor autoridad religiosa suní y con sede en El Cairo, apeló a la «sacralidad de los lugares santos, particularmente la mezquita del Profeta». Mahoma vivió los diez últimos años de su vida en Medina, donde murió en 632 y está enterrado en esa mezquita, en el este de la ciudad.

El comité de ulemas saudíes, el mayor referente religioso de la satrapía árabe, tildó a sus responsables de «renegados (...) que han violado todo lo que es sagrado». El presidente del Majlis al-Shura (Consejo Consultivo o Parlamento títere), Abdallah al-Sheikh, aseguró que «este crimen repugnante no puede provenir de alguien que tenga siquiera una brizna de fe».

Irán condenó «con firmeza el terrorismo en todas sus formas y en todo el mundo» y apeló «a la unidad internacional y regional contra este fenómeno», en palabras de Bahram Ghassemi, portavoz de Exteriores.

Mohamed Javad Zarif, jefe de la diplomacia iraní, fue más allá y recordó que «los terroristas no conocen las líneas rojas. Suníes y chiíes seremos víctimas a no ser que nos unamos», instó.

Irán y Arabia Saudí protagonizan guerras por delegación en Siria y Yemen en su pugna por el poder regional.

La organización libanesa Hizbulah señaló que estamos «ante una nueva muestra del desprecio de los terroristas por todo lo que los musulmanes consideran sagrado y ante la prueba de que no tienen nada que ver con la comunidad de creyentes y con la religión.

Irak y Turquía, escenario de sangrientos ataques del ISIS en la última semana, coincidieron en el tono de la condena, así como Argelia, que instó a la «cooperación contra el terrorismo».