I. V.
IRUÑEA

Los miura envían a diez corredores al hospital tras otra carrera al galope

El último encierro de los sanfermines también fue rápido y no hubo percances de especial gravedad. El momento de mayor riesgo se produjo al formarse un pequeño montón de corredores a la entrada de la Plaza de Toros, que provocó la caída de varios morlacos y diversos contusionados, pero sin heridas por asta.

Los miura iniciaron la carrera un poco perezosos, ya que de los corrales de Santo Domingo salieron en primera posición los mansos, seguidos por los cuatro toros cárdenos, el negro y el colorado. Los astados bravos corrían muy juntos, siguiendo la estela de los cabestros y llevando bastante velocidad.

Conforme avanzaba la carrera, el burel colorado, de nombre Rayito, se hizo con las riendas del grupo, seguido de cerca por sus hermanos en Mercaderes, donde uno de los mansos resbaló, cayó, se recuperó con rapidez y continuó la carrera.

A pesar de la velocidad, el grupo tomó sin problemas la curva de Estafeta, y a partir de ahí llegaron las carreras más vistosas, ya que los toros dejaron algunos huecos entre ellos. Rayito y el toro negro abrieron la manada en este tramo, y a ellos se les sumó un cárdeno, seguido de tres mansos y el resto de astados.

A mitad de la Estafeta, uno de los bureles se arrimó a la pared de la derecha y se produjo un choque por alcance con varios corredores, a uno de los cuales le desgarró la camiseta.

Aunque ese choque frenó su galopada, el morlaco logró reintegrarse en la manada, que ya enfilaba la bajada del callejón. Fue entonces cuando Rayito cayó e hizo que también rodara por el suelo un manso y uno de sus hermanos, aunque se reincorporaron rápidamente.

Al final del callejón es cuando se produjo el momento de mayor peligro del encierro. En la misma entrada a la plaza cayó un grupo de corredores justo en el momento en que llegaba la manada, lo que provocó el tropezón de varios toros, que rodaron por la arena. Varios astados lograron ponerse de nuevo en pie y seguir avanzando, aunque el colorado y uno de los cárdenos se quedaron enzarzados entre los corredores.

Una vez recuperados del golpe, los dos últimos toros siguieron el camino del resto de la torada, dejando atrás una decena de corredores magullados.

Grave por un pisotón

Aunque no hubo ningún herido por asta de toro, diez corredores fueron trasladados al complejo hospitalario para ser atendidos de diversos traumatismo. El único con pronóstico grave es J.F.M., de 50 años de edad y vecino de Azagra, que fue pisoteado en el tramo de Telefónica y sufrió un traumatismo torácico que le causó fracturas en varias costillas del lado derecho.

Los demás atendidos en el hospital presentaban traumatismos y heridas de carácter leve, por lo que fueron dados de alta ayer mismo.

Entre ellos se encontraba el madrileño Jonathan López López, que quedó atrapado entre varios miuras a la entrada del coso taurino. Este joven de 19 años sufrió un traumatismo craneal y en el brazo, cuando al entrar en la Plaza de Toros cayó sobre un montón de gente y varios morlacos le pasaron por encima. «Me duele todo el cuerpo», declaró el joven, apenado porque se habían acabado los encierros y ya no podía correr el día siguiente.

El balance general de los ocho encierros presenta doce corredores heridos por asta, lo que supone dos corneados más que en 2015 y cuatro más que en 2014. Las cogidas se han concentrado en cuatro encierros, y en los otros cuatro no ha habido percances graves.

El más peligroso fue el del día 8, con toros de la ganadería de Cebada Gago, que dejaron siete corredores corneados.