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Bloquean los alrededores de Calais para pedir el cierre de la «jungla»

Transportistas, agricultores, comerciantes y vecinos de Calais bloquearon ayer varias carreteras en las inmediaciones del puerto de Calais para mostrar su hartazgo por la presión migratoria que sufre la ciudad y para reclamar el desmantelamiento completo de la «jungla».

Una doble operación de ralentización del tráfico desde Loon Plage y Boulogne sur Mer con destino final en Calais, y una cadena humana de unas 400 personas –sobre todo comerciantes de Calais y trabajadores del puerto, con la alcaldesa, Natacha Bouchard, al frente– escenificaron ayer en los alrededores de la ciudad francesa el rechazo a los, a su juicio, efectos económicos negativos derivados de la presencia de miles de refugiados e inmigrantes y a sus intrusiones en el puerto. Reclamaron el cierre completo del campamento ubicado en las afueras de la ciudad, la llamada «jungla», que, según el último censo gubernamental, acoge en condiciones precarias a 6.900 personas a la espera de cruzar a Reino Unido –muchas colándose en los camiones que transitan por la zona– o de pedir asilo. El sindicato mayoritario de la Policía, Alliance, eleva la cifra hasta las cerca de 10.000 personas. La parte sur fue desmantelada en marzo, pero los migrantes siguen llegando de forma masiva.

Bajo una fina lluvia, decenas de camiones bloquearon la autopista A16, importante eje utilizado por los transportistas europeos para llegar a Reino Unido, a través del puerto de Calais o del túnel de la Mancha. «Esta manifestación es un grito de descontento, (...) de verdadero hartazgo de la profesión», declaró a AFP David Sagnard, representante local, en referencia a los numerosos intentos de intrusión de los migrantes. «Reclamamos medidas de urgencia para poder circular con total seguridad en la autopista A16 y el eje portuario», añadió.

A ellos se unieron decenas de agricultores en sus tractores. Se quejan de que los inmigrantes arrancan árboles de sus plantaciones y los queman o los colocan a modo de barricada para detener a los camiones y poder abordarlos. «La situación aquí es una verdadera olla a presión. Si las autoridades públicas no hacen nada, esto corre el riesgo de acabar en drama», dijo uno de ellos, Xavier Foissey.

François Guennoc, vicepresidente de la organización «L'Auberge des migrants», que desde 2008 ayuda a este colectivo, admite el problema pero cree que sus consecuencias se han sobredimensionado. «Pese al aumento del número de inmigrantes, no se ha agravado», explicó, y dijo que el cierre de la «jungla» solo traería nuevos problemas.