María SUÁREZ
Londres

El Gobierno británico evidencia su falta de estrategia de cara al Brexit

El ministro para la salida de la UE, David Davis, se encargó de despejar dudas sobre la ausencia de plan del Ejecutivo de Theresa May para abordar el Brexit, en un discurso vacío que irritó a los diputados presentes en pleno en la Cámara de los Comunes. Mientras, tal y como se esperaba, el Parlamento rechazó la petición para la celebración de un segundo referendo.

Ayer era un día esperado en la política británica. La vuelta a la actividad parlamentaria traía consigo el primer discurso del ministro para la Salida de la Unión Europea, David Davis, en la Cámara de los Comunes. Una esperada comparecencia tras la cual la ciudadanía confiaba en acostarse conociendo, por fin, el significado de la famosa frase de la primera ministra «Brexit means Brexit (Brexit significa Brexit)». Nada más lejos de la realidad.

De la comparecencia de Davis hay que destacar lo que no dijo. Porque lo que ofreció fue poco más que una mala manera de salir del paso, cual alumno el primer día de colegio que llega sin hacer los deberes de verano. El ministro pro-Brexit enumeró cuatro puntos que, según aseguró, serán los principios en los que se base la salida del Reino Unido de la UE: se intentará lograr un «consenso nacional», se situarán «los intereses nacionales en primer lugar», se tratará de «minimizar la incertidumbre» y se antepondrá la supremacía del Parlamento de Westminster.

Davis insistió en la idea de que «no se trata de finalizar la relación con Europa, sino de empezar una nueva». Quince minutos de discurso flanqueado por los otros dos miembros del «tridente del Brexit»: el ministro de Comercio Internacional, Liam Fox, y el ministro de Exteriores, Boris Johnson, este último, por cierto, dio orgulloso varias palmaditas en la espalda a su compañero ponente tras finalizar el discurso.

El resto de diputados mostraron su insatisfacción con lo escuchado. La laborista Emily Thornberry fue la primera en destacar la falta de estrategia del Gobierno. Pero Davis tuvo que lidiar con las críticas incluso de su propio partido, cuando Ken Clarke reprochó con sorna al Ejecutivo que «sigue esperando el momento en el que el Gobierno se aclare sobre el significado del Brexit». Ninguna fecha, ninguna hoja de ruta, ningún detalle que ayude a vislumbrar nada.

Algo que no difiere mucho de la tónica que mantiene Theresa May, quien recientemente aseguró que fuera de la UE, «Reino Unido aspira a liderar el comercio internacional», sin concretar cómo pretende hacerlo. Estados como Japón o EEUU ya han manifestado su preocupación, aunque de igual manera, otros como India, México, Singapur y Corea del Sur han comunicado su intención de estudiar las relaciones comerciales con Westminster en la nueva etapa.

Ayer, en una de las salas de la Cámara de los Comunes también se debatía la petición de un segundo referendo sobre el Brexit, avalada por más de cuatro millones de personas. Una de las pocas precisiones que el Gobierno británico ha ofrecido es que no habrá otra consulta. Por ello, el debate de tres horas se quedó en un mero gesto simbólico donde se vertieron ideas como la del conservador John Penrose, que advirtió de un intento de eludir el resultado del referendo frente al diputado laborista David Lammy, que denunció que la ciudadanía había votado con la referencia de una campaña basada en mentiras.