Víctor ESQUIROL
LOS SIETE MAGNÍFICOS

Remake del remake en clave interracial

En la era del reciclaje en cantidades industriales, era cuestión de tiempo que Hollywood se atreviera a dar el siguiente paso en lo que a remakes se refiere. Atención, porque la pirueta del caso que nos concierne es histórica, al ser el nuevo trabajo de Fuqua el remake... de un remake previo.

Recopilemos. En 1954 (sí, ha llovido desde entonces), el maestro Akira Kurosawa presentaba al mundo uno de los chambara más legendarios de la historia del cine. “Los siete samuráis”, que así se titulaba la película, conquistó a crítica y público por igual, y claro, la industria yankee no tardaría en echarle las zarpas encima al producto. Seis años tardó, ni más ni menos. Así conoceríamos la primera versión (¿la original?) de “Los siete magníficos”, mediocre western dirigido por John Sturges, elevado con el paso del tiempo, gracias a los caprichos de la memoria selectiva, a un reparto estelar en el que brillaban nombres como Yul Brynner, Steve McQueen o Charles Bronson, pero sobre todo gracias a la inmortal banda sonora de Elmer Bernstein, que quedaría para siempre gravada en nuestra memoria.

Pues bien, cincuenta y seis años después, “Los siete magníficos” vuelven a cabalgar, en lo que, como ya se ha dicho, supone un doble salto mortal dentro del parte histórico de material fílmico reutilizado. La voltereta se efectúa, eso sí, con una red de seguridad infalible. Y es que allá donde no llega la mediocre dirección de Fuqua (el hombre, ahí están sus anteriores trabajos para demostrarlo, no da para más), lo hace el carisma de Chris Pratt, y el de Denzel Wahington, y el de Ethan Hawke... y el del tipo que se comió a Vincent D’Onofrio. Y así, hasta vencer por saturación. No es el cómo, sino el cuánto. Esta nueva versión de “Los siete magníficos” se acaba saldando en ejercicio de mínimos que triunfa por simple e infalible acumulación de talento.