Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Los siete magníficos»

Tres veces siete, esa canción de toda la vida

Los honrados habitantes de la pacífica comunidad de Rose Creek viven bajo el permanente terror perpetrado por un despiadado cacique y su banda de matones. Ante el desamparo y la desesperación, una líder emerge para plantar cara a la amenaza... y para recurrir a soluciones igualmente desesperadas, encarnadas éstas en siete aguerridos justicieros que lucharán contra todos los números y probabilidades, con tal de que la justicia (o la venganza) pueda al fin triunfar... Y si les suena de algo, no es porque estén en medio de un déjà vu... o tal vez sí, porque seguramente ésta sea la tercera vez que esté viendo la misma historia. La primera fue en el contexto del Japón feudal. Era ‘Los siete samuráis’, estupendo chambara dirigido por Akira Kurosawa. Eso en 1954; seis años después, Hollywood contraatacaría con ‘Los siete magníficos’, réplica resultona en forma de mediocre western, elevado, eso sí, por un reparto espectacular y una banda sonora inolvidable.

Pues bien, tras medio siglo, parece que poco o nada ha cambiado bajo el sol justiciero del salvaje oeste. Claros síntomas de ello da una industria que sigue recurriendo a las mismas fórmulas, confiando algunos de sus productos más llamativos a hombres menores como Antoine Fuqua (el encargado de dirigir en esta ocasión), y apostándolo todo a aquello que el ojo ve. De -excesos- de flare azul hablamos, y de sacar pecho con un discurso a favor de la igualdad entre razas y géneros, y por supuesto, de otro reparto de actores espectacular, cuyo carisma se revela, desde el primer fotograma, como la única bala en la recámara. Poco más hace falta... Recurrir, quizás, a la mítica partitura de Elmer Bernstein, invocada ahora por Howard Shore, primero vía percusión y finalmente a través de la más placentera literalidad. Por un puñado de notas... así de poco le pedimos al cine espectáculo. Así de poco nos da.