Mertxe AIZPURUA
DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA POBREZA

Pobres sin solemnidad

Ayer fue el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, un indicador de la salud de una sociedad que, lejos de mostrar signos de mejora, empeora. La desigualdad aumenta, también en la sociedad vasca, y los pobres ya no son solo aquellos «de solemnidad».

Ser pobre de solemnidad –un término de Derecho que identificaba al acreedor de los beneficios procesales de la pobreza– ha quedado tan anticuado como el propio concepto de pobreza. Aludía a un tiempo antiguo y a una sociedad que, mal o bien, tenía entre sus obligaciones la de protegerse a sí misma. Hoy ya no hay pobres de solemnidad. El pasado siglo convirtió la realidad en simple estadística y el presente acuña adjetivos para diluir en categorías diferentes una realidad y un horizonte difícil de disfrazar: se calcula que 25 millones de europeos vivirán en la pobreza en 2025.

Desde la pobreza absoluta a la energética, de la infantil a la urbana o a la del riesgo de exclusión social, hemos subido otro peldaño, y ahora se constata ya la pobreza activa, ese escalón en el que el hecho de tener un trabajo remunerado ya no implica seguridad y estabilidad. Es el nuevo fenómeno de los trabajadores pobres, personas empleadas y con sueldos cada vez más precarios que no llegan a fin de mes y subsisten gracias a ayudas como la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Y cada vez son más.

Ocurre a nuestro alrededor. A tenor de los datos ofrecidos por la Plataforma Pobreza Cero, el 17% de la población de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa vive casi al borde de un abismo. Según datos de 2015, en total son 385.000 los ciudadanos de estos tres herrialdes cuyos ingresos les impiden acceder a necesidades básicas o que sobreviven en condiciones laborales precarias.

Pobreza Cero es un movimiento organizado por la Coordinadora de ONGs para el Desarrollo, que incluye a 93 asociaciones de muy diverso tipo. En su seno se integran desde colectivos pequeños hasta otros más grandes como Cáritas, Cruz Roja, Médicos del Mundo y Acción contra el Hambre.

El trabajo presentado en Donostia por la plataforma en las jornadas previas al Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza celebrado ayer, indica que el 4,9% de la población de la CAV sufre «pobreza grave», o lo que es lo mismo y quizá se entienda con más claridad, 110.00 personas tienen menos de 541,27 euros al mes para vivir. El 18,5% de la población –415.306 personas– vive en situación de «pobreza relativa» al contar con unos ingresos mensuales inferiores a 811,90 euros, y un total de 489.447 personas –el 22,7 %– se halla en situación de riesgo de pobreza y exclusión.

Comparaciones que no suavizan

Aunque el informe constata que en Nafarroa, Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la situación es notablemente mejor que la del Estado español, con parámetros mucho más bajos, y en particular en Nafarroa, señalan que, según el índice Arope –indicador del riesgo validado por la Unión Europea–, la tasa de pobreza navarra sería del 13% y la de la CAV, de un 17%. Que la comparativa con el Estado (un 30%) dé un balance menos nefasto para Hego Euskal Herria no oculta una realidad de graves proporciones. Por lo que se refiere a la CAV, los portavoces de la plataforma Lorea Undagoitia e Iñigo Odriozola son tajantes al afirmar que «la desigualdad también crece en Euskadi», y ponen el acento en un dato concluyente: Más de 400.000 personas en situación de pobreza relativa sitúan a la CAV «entre los territorios peores de Europa», superada solo por Polonia, Estado español, Portugal y Grecia.

Lo peor es que los estudios realizados indican que el crecimiento de la desigualdad y la pobreza no tienen visos de detenerse. Seremos más y más pobres, aunque –y este es otro factor sociológico a tener en cuenta a la hora de analizar las estadísticas que a menudo se nos ofrecen– los afectados no acostumbran a a reconocerse como tales en las encuestas de percepción. La palabra «pobre»&flexSpace;es extremadamente dura y se asocia a un estado cercano a la mendicidad, a aquellos pobres de solemnidad que auspiciaran tiempos antiguos.

Sin embargo, la pobreza está asociada a la carencia de necesidades básicas: alguien puede pensar que no es pobre, pero estadísticamente lo es. Y lo cierto es que cada vez hay más personas con dificultades para pagar la factura de la luz, un punto de partida para empezar a ser estadísticamente pobre.

El hecho de que se acceda fácilmente a ciertos alimentos y de que la ropa sea barata ayuda también a que el estigma de la pobreza severa no se aprecie tanto en las calles. La desigualdad no es nueva, pero la crisis de los últimos años la ha acentuado. Los que ya eran pobres son más pobres y muchos que no imaginaban su inclusión en este parámetro han entrado dentro o lo rozan.

 

Acciones y pronunciamentos

En este día internacional, la plataforma Pobreza Cero ha incidido en algo que organizaciones sindicales y sociales ya advierten desde hace tiempo: La pobreza y las desi- gualdades siguen creciendo en nuestro entorno y los tratados de libre comercio como el TTIP y CETA agravan esta situación. En concreto, la plataforma ha denunciado que «el TTIP y otros tratados similares como el CETA no son solo acuerdos comerciales, sino que únicamente favorecen a los intereses de las grandes empresas transnacionales en detrimento de los pequeños productores, de las personas consumidoras, de comerciantes y de la ciudadanía en general».

Bajo el enunciado de "¿Te lo vas a tragar?" , a lo largo de esta semana han programado charlas y actividades en diferentes localidades para hacer hincapié en los perjuicios que tienen estos tratados internacionales.

Gasteiz e Iruñea fueron ayer escenario de movilizaciones convocadas por esta plataforma, y también en la capital vizcaína la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak prolongó ayer su habitual concentración de los lunes en la Plaza Circular para denunciar la falta de soluciones para las 10.000 personas refugiadas que sobreviven en Calais. La pobreza nunca fue un fenómeno local, pero hoy es más global y común que nunca.

 

«No se trata solo de darles de comer, sino de enseñarles a que sean autónomos»

Suele decirse que lo importante no es dar peces, sino enseñar a pescar. Con esta filosofía comenzó a funcionar en noviembre de 2012 la Escuela de Hostelería Paris 365, a modo de complemento con la labor del comedor solidario sito en la calle San Lorenzo de Alde Zaharra de Iruñea.

Este comedor se puso en marcha en junio de 2009, y desde entonces ha servido más de 200.000 comidas y cenas a unas 2.200 personas sin recursos económicos.

«Creamos el comedor para tratar de solucionar una emergencia social, que actualmente se sigue dando, pero sabemos que esa labor del comedor es absolutamente insuficiente», afirma Gustavo Muñoz. Él apoyó desde el principio a Patxi Lasa y Elena García cuando impulsaron el comedor Paris 365, y aprovechó la circunstancia para entrar en contacto con los usuarios del mismo y conocer su problemática.

Fue así como surgió la idea de utilizar las instalaciones del comedor solidario para crear una Escuela de Hostelería e impartir allí cursos de cocina. El objetivo era formar a personas en situación de vulnerabilidad social, a fin de que pudieran acceder a puestos de trabajo en el sector.

El responsable de esta Escuela de Hostelería es el propio Gustavo Muñoz, quien resume así su filosofía: «No se trata solo de darles de comer, sino también de enseñarles a que sean autónomos y se valgan por sí mismos para poder lograr un puesto de trabajo».

El balance que hace de estos cuatro años de funcionamiento es muy positivo: «Hemos logrado desarrollar un centro de formación por el que ya han pasado más de 150 personas, formación que está homologada por el Servicio Navarro de Empleo. Hemos realizado cuatro escuelas-taller, donde las personas que participan cobran un sueldo, además de formarse. Es decir, se forman mediante su propio trabajo, que consiste en cocinar para el comedor solidario Paris 365».

Muchas de las personas que han asistido a estos cursos y escuelas-taller eran usuarias del propio comedor, y otras atravesaban por dificultades económicas, estaban en paro o tenían un nivel de discapacidad mayor del 33%.

Un 50% de los asistentes a estas escuelas-taller son personas migrantes, lo que significa que el otro 50% son autóctonos. La mayoría de ellos proceden de fracasos escolares o de sectores en crisis, como la construcción y el comercio, y su edad oscila entre los 16 y los 59 años. «De momento, ya ha habido treinta inserciones laborales, es decir, treinta personas que han logrado conseguir un puesto de trabajo estable en el sector de la hostelería», informa Gustavo Muñoz.Iñaki VIGOR