Las 144 piezas escultóricas, pictóricas y gráficas que ha instalado Iñaki Moreno Ruiz de Eguino (Donostia, 1953) en la primera planta de la Sala de Armas de la Ciudadela de Iruñea esperan con sencillez, en su geometría serena, al espectador. El artista donostiarra ofrece sus objetos con clara disposición de iniciar un diálogo con el espectador, para que descubra su lenguaje, siempre interactivo, donde la emoción es el matiz más importante.

Ruiz de Eguino ha llevado a la Ciudadela una exposición personal, como recoge su propio título, “Ruiz de Eguino”, un universo de geometrías y misterios que están abiertos a la visita de la ciudadanía hasta el 31 de diciembre.

Revisión

De alguna forma, la exposición es una revisión de lo que ha sido, hasta el momento, su trayectoria. Comienza con una pieza del año 1972, de carácter expresivo abstracto, que procede de su época de estudiante en Zaragoza. Sigue con sus piezas que representan el realismo cosmogónico mágico, fruto de su interés por el mundo esotérico, donde vuelca símbolos, donde son más interesantes los espacios intuidos que los reales; avanza por la pintura tetradimensional, una fusión de ciencia, matemática y arte a la que dedica buena parte de su obra en la década de los 80.

La obra de Ruiz de Eguino «baja a tierra» con una serie de trabajos dedicados a los elementos de utillaje vasco, antes de dar paso a la escultura, donde desarrolla su idea de unicidad espacial. Y es que todas las esculturas públicas del artista son transitables, todas tienen un espacio abierto para que las personas puedan atravesarlas. Con esta concepción de la escultura, las obras dejan de ser un elemento iconográfico para convertirse en mobiliario, para integrarse en el mismo espacio que las personas.

Las últimas piezas de la exposición son fruto de su investigación sobre la escultura luz, muros abiertos a líneas, muros rotos que permiten el paso de la luz, que hacen que la propia escultura genere luz.

La muestra es una investigación sobre las formas y el espacio. Sin embargo, no se limita al análisis de las fórmulas matemáticas que sistematizan el mundo, pues las trasciende para dotar de suavidad y dulzura a sus obras, tanto a las escultóricas como a las pictóricas.