Conmoción en Río de Janeiro tras matar balas perdidas a una niña
La indignación y los reclamos de justicia marcaron ayer la emotiva despedida a María Eduarda Alves, la niña de 13 años que murió esta semana por el impacto de balas perdidas, una víctima más de la «guerra sucia» que se libra en Río de Janeiro. Según cálculos oficiales, más de 800 personas murieron el pasado año por balas perdidas. El pasado viernes, una mujer resultó herida de gravedad en el barrio de Copacabana, el más turístico de la ciudad, tras recibir un disparo procedente de un tiroteo entre policías y atracadores.
Cientos de personas acompañaron a la familia de María Eduarda en un cementerio de la Baxada Fluminense. Muchos de sus compañeros de colegio portaban carteles con frases como «Te extrañamos» o «Justicia» para que se aclaren las circunstancias de su muerte.
Estaba en el patio
María Eduarda recibió cuatro impactos de bala (dos de ellas en la cabeza) mientras hacía gimnasia en el patio de su colegio en la tarde del jueves. Muy cerca, la Policía se enfrentaba a un grupo de delincuentes y, poco después, una cámara grabó el momento en que dos agentes remataban a dos sospechosos tirados en el suelo, heridos y supuestamente desarmados.
Durante el entierro, la familia de la niña distribuyó una carta en la que pide castigo para los culpables y explicaciones al Estado. «Son muchas preguntas. ¿De dónde partieron los disparos? Los disparos parten cuando ignoramos a los más humildes, cuando el Estado no preparó a la Policía, cuando el Estado es corrupto y desvía el dinero que debe ser empleado en mejorar la seguridad y la educación», señala el texto de la familia.

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