Ramón SOLA
DONOSTIA
OBITUARIO

Mujer, militante armada, negociadora con dos gobiernos y prisionera hasta el final

La intensa vida de Belen González Peñalba se apagó en la madrugada de ayer en el Hospital Oncológico de Donostia. Atrás quedan cuatro décadas de militancia que reflejan la trayectoria de la izquierda abertzale: activista armada en los 70 y los 80; negociadora con gobiernos del PSOE y el PP en busca de resolución al conflicto en los 80 y 90; y desde hace casi tres décadas represaliada –primero deportación y luego cárcel– mientras se abría otra fase histórica en la que se mantienen los mismos objetivos por otros medios de lucha.

Varios detalles dan un carácter especial a la figura de Belen González. La izquierda abertzale destacó ayer su condición de mujer, que no impidió que desempeñara enormes responsabilidades como representar a ETA en dos procesos de negociación con el Gobierno español. De hecho, es la única mujer que se ha sentado en esas mesas en los tres procesos conocidos, teniendo en cuenta a ambos bandos. En un prisma más cercano, quienes la conocieron y trataron subrayan también la humildad –apenas tuvo proyección pública– y la calidez en el trato –apuntan que en la década de deportación no dejó de preocuparse por las condiciones de vida quienes la visitaban, pese a que su día a día en Mali, Argelia o Santo Domingo eran muchísimo más precarios y duros–.

La izquierda abertzale manifestó en una comparecencia urgente ayer su dolor por la pérdida y ha convocado un acto de despedida el próximo domingo 26 a las 12.30 en su querida localidad de Lazkao. Volvió allí en 2009 en régimen de prisión atenuada, ya con el cáncer a cuestas, tras tres décadas seguidas entre el exilio, la deportación y la cárcel.

Militante de ETA desde finales de los años 70, recién cumplida la veintena, a Belen González se le sitúa en el «comando Madrid» durante buena parte de los años 80. Pero fue a finales de esa década cuando su nombre sonó más fuerte, como representante de la organización armada en la mesa de negociación establecida con el Gobierno de Felipe González en Argel (1989), junto a Eugenio Etxebeste Antton –su compañero de militancia y de buena parte de su vida– e Iñaki Arakama. Era la primera vez que el Estado se sentaba a negociar con ETA. Al otro lado tenía a Juan Manuel Eguiagaray y Rafael Vera.

En realidad, Belen González formaba parte de la dirección de ETA desde antes. Así, en 1987 ya acompañaba a Txomin Iturbe Abasolo, al igual que Arakama, cuando sufrió el accidente mortal en Argelia.

De Santo Domingo a prisión

Tras frustrarse el proceso de Argel, la delegación vasca fue deportada al otro lado del Atlántico, a Santo Domingo (República Dominicana), donde ella y sus compañeros pasaron una larga década en difícil situación humana y política. Dieron testimonio de ello en una serie de reportajes en ‘‘Egin’’&flexSpace;en setiembre de 1995. Intentaban seguir desde la distancia los agitados avatares de su país, bajo un control policial férreo.

En 1998 se les declaró en paradero desconocido y un año después Belen González era detenida en Pau. Ocurrió en octubre de 1999. Para entonces ya había constancia de que había sido una de las representantes de ETA que se sentaron medio año antes con tres enviados del Gobierno de José María Aznar en Zurich (Francisco Javier Zarzalejos, Ricardo Martí Fluxá y Pedro Arriola). Al principio se le citó en medios de Madrid como «una mujer no identificada».

Desde ese 1999, Belen González Peñalba ya nunca recuperó la libertad. Pasó seis años en cárceles francesas (Fleury, Rennes, Joux La Ville, Fresnes) y fue entregada luego al Estado español, siendo condenada en la Audiencia Nacional a cientos de años de cárcel por los atentados de Madrid. El más conocido, el de la Plaza de la República Argentina de Madrid en 1985, contra una patrulla de la Guardia Civil y en el que murió un ciudadano estadounidense; se le impusieron por ello 467 años de prisión. González Peñalba aprovechó aquellos juicios para hacer apología de la solución dialogada; eran los tiempos del tercer proceso de negociación ETA-Gobierno, en este caso con los enviados de José Luis Rodríguez Zapatero.

Entre 2005 y 2009 Belen González Peñalba pasó por las prisiones de Soto del Real, Valladolid y A Lama (Pontevedra). En esta última se le detectó un cáncer que ha terminado costándole la vida. Debió ser intervenida quirúrgicamente primero en Pontevedra, a 780 kilómetros de casa, y luego excarcelada.

Dos muertes en 110 días

Por ambos motivos (la enfermedad y la prisión atenuada), en los últimos años su presencia pública ha sido escasa y siempre muy discreta. Hizo frente a su dolencia con altibajos, hasta que finalmente su estado empeoró irremisiblemente y fue hospitalizada en Donostia. En la mañana del miércoles los médicos le retiraron la pulsera telemática que debía llevar, e inmediatamente se recibió una llamada del centro de control para preguntar por el motivo.

Falleció finalmente en torno a las 2.00 de la madrugada de ayer en el Oncológico. Estaba a punto de cumplir 61 años, el próximo 23 de diciembre.

El número de presos y presas vascas situado en la mancheta de la portada de GARA aparece hoy en negro por este motivo, igual que ocurrió cuando el 31 de julio falleció en la cárcel de Badajoz Kepa del Hoyo. Dos noticias luctuosas en esa lenta cuenta atrás para vaciar definitivamente las cárceles. La izquierda abertzale subrayó en su comparecencia la urgencia de lograr una hoja de ruta consensuada que resuelva las consecuencias del conflicto de una vez por todas. Y Sare recordó que Belen González ha fallecido sin recobrar la libertad, para añadir: «La existencia de cada vez mayor número de presos gravemente enfermos, a los que se les niega la libertad incluso atenuada, nos está acercando a que en cualquier momento el número de presos vascos muertos en prisión continúe aumentando».