Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Sola en casa»

Los gnomos de jardín son los guardianes del hogar

Los gnomos de jardín son mucho más que un simple objeto decorativo, o por lo menos la ficción ha querido convertirlos en criaturas con vida propia. Se pusieron de moda cuando el líder del autodenominado Frente de Liberación de Gnomos de Jardín fue condenado en el año 1997 por la sustracción de dichas figuras a lo largo y ancho del Estado francés. Anécdota que inspiró una de las subtramas más conocidas de la película de Jean-Pierre Jeunet “Amélie” (2001). De ahí pasaron a protagonizar tanto largometrajes de animación como cintas de terror, en una curiosa conexión infantil. En lo tocante al cine animado sirvieron para representar a Shakespeare a escala reducida en “Gnomeo y Julieta” (2011), título que tiene una inminente continuación en “Sherlock Gnomes” (2018), con lo que también valen para caricaturizar a los personajes detectivescos de Arthur Conan Doyle.

Al margen de dicha franquicia estadounidense, está esta otra producción canadiense del realizador de “Operación Cacahuete” (2014) que coloca a los gnomos en su sitio, como guardianes del hogar. Y, volvemos a la extraña relación entre el terror y el cine familiar a cuenta de los miedos de la niñez, ya que el punto de partida argumentral es el de las mudanzas, tan frencuentes en Norteamérica. La protagonista es una adolescente llamada Chloe que sufre las consecuencias de los contínuos cambios de domicilio a los que la somete su madre, con las consiguientes dificultades para asentarse en un sitio y poder hacer amistades estables.

Al llegar a su nueva mansión gótica se topa con el típico vecino “nerd” que no duda en asustarla, así como con unos gnomos de jardín que cambian con demasiada facilidad de ubicación, hasta comprobar que están vivos. Su misión es defender la casa de la invasión de los malvados troggs, cuyo diseño es el de una especie de bolas dentadas. Al menos lograrán sacar a la chica de su déficit de atención.