Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
Pristina
X ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA DE KOSOVO (Y V)

Vetëvendosje, el auge de la indignación independentista

Con un discurso radical centrado en los gravísimos problemas que condicionan el desarrollo de Kosovo, Vetëven- dosje (autodeterminación, en albanés) ha sabido canalizar el descontento social hasta convertirse en la primera fuerza política en el país.

El 12 de junio de 2005, poco antes del inicio de las conversaciones sobre el estatus de Kosovo que se celebrarían en Viena, los edificios de la Misión de Administración Interina de la ONU en Kosovo (Unmik) amanecieron con unas pintadas con el lema «No a las negociaciones. Autodeterminación». Los autores, miembros de Vetëvendosje, se oponían, en el camino hacia la independencia, a cualquier negociación con Serbia. Han pasado casi trece años desde el ascenso público de estos activistas que pedían el final de la intervención internacional y clamaban contra la corrupción y el crimen organizado, pero en Kosovo apenas nada ha cambiado. No hay estabilidad, sino un horizonte inexplorado en el que surge una nueva oposición a los partidos tradicionales: Vetëvendosje (VV), una manera de entender el país que a través de la acción directa ha canalizado el descontento social para convertirse, con 32 diputados, en la principal fuerza parlamentaria del país.

Adem Beha, politólogo de la Universidad de Pristina, explica que su respaldo social comenzó a crecer por «sus movilizaciones contra el proceso de descentralización del Plan Ahtisaari y la presencia de la comunidad internacional». Además, incide en que han sabido capitalizar el fracaso de las expectativas creadas tras la guerra: «Las promesas eran muy grandes, y lo que ha ocurrido es un proceso de creación estatal sin ninguna estrategia. Son una respuesta a lo acontecido desde 1999» Sami Kurteshi, diputado de VV, coincide: «Necesitábamos apoyo, pero la Unmik no nos ayudó. Vinieron personas de al menos cien países. Personas con diferentes culturas de administración: un americano, un alemán, uno de Gambia, otro de Indonesia. Qué clase de administración se podía tener. Era imposible construirla con esta mezcla y ahora tenemos la peor de toda Europa», añade.

Los peores augurios se han cumplido. La Unmik, que gobernó entre 1999 y 2008, y la Misión de la UE por el Estado de Derecho en Kosovo (Eulex), que tras la independencia tomó el testigo con poderes plenipotenciarios destinados a crear un sistema legal apropiado, han gozado de inmunidad. Pero para muchos kosovares, han fallado. «Eulex ha estado aquí entregando buenos salarios e interesándose por causas políticas, cuando los mayores problemas son la corrupción y el crimen organizado, que no se investigan. Hicieron exactamente lo que pensábamos: intervenir en política sin ayudar en la implementación de la Justicia», denuncia.

Los mismos problemas que afloraron tras la guerra de 1999 siguen condicionando el presente de Kosovo, lastrado además por la falta de reconocimiento internacional. Kurteshi los enumera: «La corrupción y el crimen organizado aún continúan porque una politizada Justicia trabaja junto a una élite corrupta ligada a los grandes partidos de Kosovo, el PDK de Hashim Thaçi y la LDK del fallecido Ibrahim Rugova; las negociaciones con Serbia, auspiciadas por la UE, son innecesarias porque Belgrado sólo persigue entorpecer la independencia de Kosovo; los tribunales para juzgar los crímenes de guerra carecen de utilidad porque se han convertido en una caza de brujas contra el Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK); y los albanokosovares, que desean la unión con Albania, tienen que votar por ella en referéndum».

Para este abogado, la solución es simple: Justicia. «Está en manos de unas pocas personas inmunes a la ley. Hay que reformarla, y creemos que en cuatro años tendríamos un número decente de fiscales y jueces independientes», dice. Eso haría de catalizador para erradicar los problemas endémicos del país: corrupción, crimen organizado y desempleo. «No conozco ni una inversión extranjera directa y no la habrá hasta que no haya Justicia. Nadie quiere perder su dinero. Un tercio de nuestra gente vive fuera, en Suiza, Alemania.. pero no quieren traer aquí su capital hasta que no sea seguro», afirma.

Oposición

La eclosión de VV, sin duda un símbolo de madurez democrática, llegó en las elecciones de 2017: en las parlamentarias anticipadas lograron 32 diputados, doblando su anterior cifra y convirtiéndose en la primera fuerza, y en las municipales renovaron la Alcaldía de Pristina y obtuvieron Kamenicë y Prizren. Pese a que los resultados evidencian la erosión de los partidos tradicionales –PDK, DLK y AAK–, VV no ha conseguido gobernar. Son, para Beha, el enemigo del sistema tradicional: «Están contra los partidos de las grandes coaliciones y han encontrado un terreno fértil para articular el descontento y convertirse en la oposición real».

El estilo de VV, reflejado en acciones y discursos, choca con el pragmatismo de Thaçi y del primer ministro, Ramush Haradinaj, cuya enemistad, que va más allá de la pugna política, no les impide mantener sus coaliciones. Sus formaciones, PDK y AAK, ambas herederas del UÇK, esta vez junto a Nisma y AKR y con el apoyo de los serbios de la Lista Srpska, siguen gobernando, al sumar más de 60 diputados, esta vez con Haradinaj a la cabeza. Y esto es una buena noticia para la comunidad internacional, que siempre ha encontrado en estos líderes un amortiguador a sus problemas, y desconcertante para la sociedad, que desconoce qué deparará la alianza con la Lista Srpska, dirigida desde Belgrado y que apoya entregar 8.000 hectáreas a Montenegro y crear la Asociación de Municipalidades Serbias, una autonomía especial en un país ya descentralizado.

«No estamos en contra de la libertad de la gente, pero no queremos otra República Srpska en Kosovo. Nuestra Constitución está en línea con la Convención de los Derechos Humanos del Consejo de Europa. Podremos discutir si hay una mejor. Pero lo que ellos quieren es otro Estado dentro de Kosovo. Es inaceptable», se queja Kurteshi, quien al hablar del norte de Mitrovicë, región habitada por serbios en la que el Gobierno kosovar carece de autoridad real, se muestra decidido: «Allí existe una estructura criminal interesada en mantener el conflicto. Las estructuras paralelas –en educación, justicia y seguridad– regresarían a Belgrado si estuviéra- mos en el poder». ¿Sin usar la fuerza? «Existen posibilidades políticas, pero si fuera necesaria sí la utilizaríamos», asegura.

Inconvenientes

Según el medio “Balkaninsigh”, VV ha pasado de crear problemas a convertirse en un actor político crucial. Para mejorar los resultados y asumiendo que no podrá formar una coalición con su actual orientación política, Beha cree que tiene que alterar su discurso, enfocado en causas nacionales y demasiado intelectual, y aconseja que mode- ren sus acciones radicales, entre las que se incluye lanzar latas de gas en el Parlamento.

La acción directa puede ser el principal talón de Aquiles de VV, aunque también es cierto que este estilo se aprecia en su génesis: durante las protestas que comenzaron en la Universidad de Pristina en 1997, Albin Kurti, entonces vicepresidente de la Unión de Estudiantes y activista de la Red de Acción por Kosovo (RAK), fue uno de los muchos que se opusieron a la resistencia pacífica que durante más de un lustro impulsó Ibrahim Rugova. Reclamaba ya acción directa contra la represión serbia. En 2005, junto a otros activistas del RAK, fundó VV. Entonces aumentaron sus acciones, con protestas multitudinarias como la de febrero 2007, en la que dos personas murieron por impacto de pelotas de goma y botes de gas lanzadas por un contingente rumano de la Unmik.

Desde entonces, Kurti y otros compañeros han sido detenidos y liberados varias veces. Kurteshi, que insiste en que sus acciones responden a la coyuntura, habla de persecución política: «Nos temen. No existen evidencias en nuestros casos. Son una farsa. Los dos grandes partidos, pero sobre todo el PDK, quieren considerarnos una organización terrorista». Cuando habla de casos, cita uno en especial: el de Astrit Dehari, activista de VV que falleció en 2016, mientras estaba detenido a la espera de juicio junto a otros cuatro sospechosos de lanzar un artefacto explosivo en la inmediaciones del Parlamento. Tres fueron condenados a más de dos años de cárcel y la diputada Adea Batusha, a dos, por lo que no entró en prisión. «Es una farsa. No hay evidencias. Otras personas atacaron el Parlamento» insiste Kurteshi.

Pese a la ventisca que amenaza con cambiar el rumbo de VV, además de los problemas internos que han empezado a aflorar a finales de 2017 y que provocaron la dimisión de un grupo contrario al rumbo del partido, Kurteshi asegura que resistirán la «presión política». Lo harán porque muchos albanokosovares lucharon contra Serbia no sólo por la independencia, sino para tener una vida mejor. Y, de momento, el proceso no se ha completado, aunque Kurteshi cree que sí es posible: «Si la élite corrupta nos lo permite, sí es posible un cambio. Tenemos mucha gente con experiencia política y educación en el extranjero. Son personas transparentes que luchan por la libertad. Todos fuimos muy felices con la independencia. Todos luchamos. Yo estuve en prisión entre 1983 y 1990. Pero ahora somos un Estado medio fallido. No digo fallido porque hay mucha gente feliz con esta sociedad tan moderna, pero no se puede convivir con esta corrupción», concluye.